Sheldon Cooper intentaba comer con tranquilidad, procurando a toda costa que nadie notase nada más raro de lo acostumbrado en él. Pero esa comida familiar se le estaba haciendo extraordinariamente… larga. A pesar de que tener a Meemaw comiendo sentada junto a él era como un bálsamo de valeriana, no podía evitar sentir que todos sus nervios y tics estallarían de un momento a otro. Ni con toda su férrea voluntad conseguía apartar por completo sus ojos de Penny, sentada frente a él. La chica parecía comer tranquila, mientras charlaba amistosamente con Mary, Missy y Eleanor. Su risa franca y cristalina levantaba oleadas de escalofríos en su estómago. Pero sólo hablaba con ellas. Parecía como si él no existiera. El joven físico apartó la mirada, reprimiendo un agónico jadeo, después de ver cómo la chica había retirado con su lengua un poco de la nata que había quedado pegada en la comisura de sus labios. De pronto, vio cuatro pares de ojos que le miraban entre curiosos y sorprendidos. Bueno, tal vez no lo hubiera reprimido…
- ¿Te ocurre algo, Shelly?- le preguntó su madre.
Sheldon tragó saliva. Penny pareció dedicarle una mirada entre temerosa y tímida. El físico intentó controlar todos sus tics.
- Nada.- dijo.- No… no me pasa nada. Sólo que me he atragantado… un poco.
Simuló una tos tan pésimamente que Missy soltó una risita divertida. Su hermana melliza le alargó el vaso de agua.
- Ten, hermanito. Tal vez te sirva, además de para la tos, para que dejes de estar tan colorado.
Sheldon fulminó a su hermana con la mirada. Eleanor intentó mantener la seriedad, aunque interiormente estaba riendo a más no poder. Su Moonpie ciertamente aparecía muy ruborizado, y estaba completamente segura de que aquella preciosa y encantadora chica rubia tenía bastante que ver en eso. Dirigió una cariñosa mirada a su cabizbajo y avergonzado nieto, antes de volverse a su nieta.
- Deja de torturar a tu hermano, Missy.- la regañó, con el mismo tono que la había regañado desde que tenía memoria. La chica morena gruñó, medio en broma, medio en serio.
- Abuela, siempre te pones de su parte….- se quejó, como cuando tenía seis años.
Sheldon pareció olvidar su embarazo y dirigió una mueca triunfal a su hermana. Ella le sacó la lengua. Penny no pudo evitar reírse. Realmente, parecían dos niños pequeños. Mary meneó la cabeza.
- Parece mentira que seáis adultos.- dijo su madre, con gesto de desaprobación.- Y sobre todo, me sorprende de ti, Shelly. Siendo doctor, físico y científico, ¿cómo puedes comportarte así? ¿Acaso has olvidado todo lo que te he enseñado? ¿Cómo es posible que… te pasees por la casa vestido sólo con pantalones?- preguntó, escandalizada otra vez.
Sheldon procuró no atragantarse de verdad esta vez. Penny tragó saliva y mantuvo la vista fija en su plato. Missy miró a su hermano y a Penny, inquisidora.
- Mamá…- empezó Sheldon.- Ya… te lo dije. Acababa de… ducharme… y…
Nuevamente, Missy soltó otra risita. Aquello se estaba poniendo muy interesante.
- ¿En serio?- preguntó la chica, mirando a su hermano perversamente.- Y… ¿Qué estabas haciendo tú, Penny?
Eleanor volvió a mirar reprobadora a su nieta. Mary pareció no entender la pregunta de su hija y la miró confusa. Claro… evidentemente, Mary Cooper jamás podría entender lo que su hija estaba sugiriendo. Penny vio de pronto todos los ojos fijos en ella. Pero particularmente, un par de ojos azules la estaban atravesando con tanta intensidad y terror que creyó no ser capaz de hablar. Apeló a todo su talento como actriz y miró a Missy sin parpadear.
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La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...