Capítulo 43

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Por el poder concedido por el estado de California…

- Y por el consejo superior de Klingon.- Sheldon interrumpió a toda velocidad, sin darles tiempo a reaccionar. Penny le dirigió una divertida sonrisa.

- … os declaramos marido y mujer.

Howard se acercó radiante y emocionado a su preciosa Bernadette. La besó tan tiernamente que Penny no pudo evitar un suspiro. Raj y Leonard enseguida empezaron a vitorear y a aplaudir a la feliz pareja. Penny y Amy se unieron enseguida a los gritos y vítores. En cuanto los felices recién casados rompieron su beso, todos se precipitaron sobre ellos para abrazarles y darles su más sincera enhorabuena. Raj y Leonard intentaron levantar a Howard y mantearlo, pero sólo lograron que los tres cayeran al suelo, entre risas. Sheldon meneó la cabeza, mirando a sus amigos.

- Y he ahí el brillante futuro de la física, pendiendo de tan elevadas mentes…- murmuró.

Howard estaba tan exultante que, por vez primera, se rió por el comentario de Sheldon.

- Oh, vamos, Sheldon, ¿no me vas a dar la enhorabuena? Uno no se casa con una preciosa e inteligente mujer todos los días.

- Muy cierto. Enhorabuena, Howard.- se volvió hacia la radiante novia.- Y mi más sincero pésame, Bernadette.

Howard miró al físico teórico como si quisiera matarlo. Penny no pudo contener una risita, que hizo que el ingeniero desviara su mirada hacia ella. La joven camarera se quedó un momento sin saber cómo reaccionar, pero enseguida improvisó.

- ¡Enhorabuena!- dijo, dándole un sorpresivo abrazo. En el mismo instante en el que el sorprendido novio intentó devolvérselo, la chica se soltó ágilmente.- Seguro que seréis inmensamente felices.

Howard no pudo evitar sonreír. Se sentía más feliz de lo que jamás pudo imaginar. En el fondo, daba igual que Penny se metiera con él. Nunca podría estar lo suficientemente agradecido a la chica por presentarle a la mujer de su vida. El joven ingeniero tomó la mano de Penny y la besó caballerosamente.

- Gracias, Penny.- dijo. La chica se quedó sorprendida. Nunca había visto a Howard hablar con tanta seriedad y sentimiento. La joven le dedicó una tierna sonrisa.

- De nada, Howard.- miró feliz a Bernadette, que le sonreía cariñosa.- No hay nada que agradecer. Cuida de Bernie, porque si no… sabrás cómo nos las gastamos en Nebraska.

Howard sonrió. Sheldon fulminó con la mirada al ingeniero, que todavía sostenía la mano de Penny. El flamante novio carraspeó, al sentir la inconfundible y furiosa mirada, y soltó a Penny de inmediato, alejándose para ir al encuentro de su adorada Bernadette. Penny parpadeó, sin comprender. Después, sus ojos se encontraron con los de Sheldon, quien la miraba intensamente. Reprimió una risita. Ahora lo entendía. Penny se acercó, divertida. Era tremendamente interesante ver las rarísimas manifestaciones de celos por parte de él. Sheldon no era celoso, en absoluto. Al menos, no lo era con ella. Jamás le molestó que ella saliera con sus amigos, ni siquiera con algún ex reconvertido en amigo. Esa era otra de las muchas cosas de él que la sorprendían gratamente. Pero lo que sí no soportaba era que otros la mirasen… como Howard solía hacerlo antes de sentar la cabeza con Bernadette. Sheldon la miró mientras se acercaba. Ella le tomó el brazo.

- ¿Ocurre algo, Moonpie?

El joven físico apenas refunfuñó. Ella rió divertida.

- ¿Sabes? Nunca un ministro de la iglesia me había parecido tan irresistiblemente sexy.- la chica acarició la suave tela del esmoquin. Nunca se cansaría de admirarle, de perderse en sus ojos azules. El joven físico tragó saliva.

- Eso pasa porque ahora conceden ese cargo a cualquiera. Incluso a ti. Si mi madre viera esto, nos excomulgaría a todos.

Penny se echó a reír.

- Tienes razón.- dijo perversa. Se colocó delante de él, rodeando su cuello con los brazos, y tiró lo suficiente de él para atrapar esos enloquecedores labios. El joven físico intentó contener el beso, que empezaba ya a no ser… socialmente decoroso. Pero siempre era terriblemente difícil. Esa condenada chica tenía un veneno que lo afectaba demasiado. Ella sonrió en medio del beso. Sí, era mejor parar aquello. Tenían que ser Howard y Bernadette los que dieran un espectáculo público de amor, no ellos. Se separaron con un esfuerzo. Bernadette reprimió una sonrisita.

- Bueno, chicas, ¿listas para atrapar el ramo?

Amy sonrió dichosa, como una niña con un juguete nuevo.

-Esta parte me encanta. Sobre todo cuando algunas se pelean por el ramo como si fuese un espectáculo de boxeo.- dijo Penny, entusiasta.

- Otro absurdo ritual más…- murmuró Sheldon.- Sólo falta encender una hoguera, sacrificar una cabra y bailar desnudos entorno al fuego hasta la medianoche.

Bernadette sonrió. Ni siquiera esperó a que se colocaran. Les dio la espalda y lanzó el ramo hacia atrás. Se volvió rápidamente, con ganas de saber quién era la agraciada. El ramo ascendió en el aire. Todos siguieron su trayectoria con la mirada. Sheldon frunció el ceño. Esa trayectoria… El ramo terminó cayendo sobre la cabeza del físico teórico, en donde rebotó, y aterrizó en sus manos. Los demás lo miraron con la boca abierta, entre atónitos y divertidos. El pobre físico, en un impulso, lo lanzó de nuevo al aire, como si quemara. Esta vez, fue Raj el que cogió el ramo. El joven indio se quedó un tanto perplejo. A su lado, una resplandeciente Amy lo miraba con ternura.

- Ese ramo contrasta perfectamente con tu tez oscura. Enhorabuena, Raj.

El joven astrofísico le dedicó una embobada sonrisa a la neurobióloga y le tendió el ramo.

- Creo que le sienta mejor a una hermosa dama de honor.

Los demás miraban perplejos la escena. Penny puso los brazos en jarras.

- ¿Se puede saber por qué diablos le has dado el ramo a Raj?- preguntó, encarando a su novio.

Sheldon tragó saliva.

- No me gustan las cosas que me caen encima de la cabeza.- la miró fijamente.-… bien sean meteoritos, ramos de flores o… prendas de vestir más bien indecorosas.

La chica intentó reprimir una sonrisa y continuar enfadada. Pero a su cabeza vino inevitablemente la escena de cuando su maleta había explotado y un tanga acabó aterrizando en su cabeza. Hizo una mueca.

- Genial. Y supongo que tampoco me sacarás a bailar en la fiesta de la boda, ¿cierto?- la chica le dirigió una mirada de reproche.

Los demás se miraron y empezaron a moverse, caminando hacia el lugar en el que celebrarían el convite de la boda, intentando alejarse de las chispas que empezaban a soltar Penny y Sheldon.

- Sabes que no bailo.- dijo él, como si no fuese necesario decir más.

- Oh, esta noche bailarás, Moonpie…- ella le miró, entrecerrando los ojos.- Ya lo creo que lo harás… Porque de lo contrario, dejaré de ser la encantadora novia que soy.

Sheldon esbozó una sonrisa casi irónica.

- Penny, deberías saber a estas alturas que esa amenaza no sirve de nada. Siempre eres igual de "encantadora".

- Y tú deberías saber que… tengo unos infalibles métodos de persuasión.- le miró peligrosa.- Así que, si no me sacas a bailar, tampoco te sacaré yo a ti después… cuando estemos solos en mi casa…

Se miraron, entrecerrando los ojos.

- Vas a tener que mejorar tus amenazas…

- Muy bien… ¿Qué te parece ésta? Llamaré a tu madre por teléfono y le diré que estoy terriblemente preocupada porque no quieres casarte conmigo por la iglesia en un futuro y eso me está rompiendo el corazón.- terminó teatralmente.

Sheldon la fulminó con la mirada.

- No te atreverás…

- ¿Quieres comprobarlo?

El joven físico apretó los dientes.

- Esto no quedará así, Penny.- amenazó.

- Ya lo sé….- dijo ella, guiñándole un ojo.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora