Penny dejó escapar un suspiro de alivio y cansancio cuando por fin soltó la maleta y se desplomó en el sofá. Estaba más cansada de lo que hubiera imaginado, aunque claro, después de unas cuantas horas de vuelo sin poder pegar ojo por culpa de los ronquidos del pasajero sentado detrás de ella, y teniendo en cuenta que la noche anterior no había dormido precisamente mucho en la playa, era muy normal que estuviera hecha polvo. Sheldon llevó la maleta a su habitación. También estaba cansado, pero tendría que estar muerto para dejar el equipaje plantado en medio del salón. Volvió otra vez y avanzó hacia el sofá. De pronto, miró a su novia fijamente.
- Penny, estás en mi sitio.
La chica lo fulminó con la mirada.
- Repite eso si te atreves.- lo amenazó.
El joven físico apretó los dientes. Se miraron desafiantes. Algunas cosas jamás cambiarían. Los ojos azules de Sheldon brillaron peligrosos.
- Estás… en… mi… sitio.- dijo, recalcando cada palabra.
La chica entrecerró los ojos.
- Pues apártame.
Sheldon apretó más los labios. Estaba muy equivocada si pensaba que lo iba a vencer… en aquella absurda contienda. Ya no le tenía ningún miedo. Sin más preámbulos, se acercó al sofá y agarró a la chica por las muñecas. Pero de nuevo, no contaba con la sorprendente fuerza que tenía ella. Penny luchó, sin ceder su posición en el sofá, liberándose fácilmente del agarre de Sheldon. El físico la miró con seriedad.
- Penny, no me obligues a tomar medidas drásticas.
Ella le dedicó una mirada desafiante, a la vez que maliciosa, y se incrustó más en el amado cojín del extremo izquierdo del sofá. Eso fue la gota que colmó el vaso. Sheldon esta vez la aferró con más fuerza, levantándola por la cintura, mientras apoyaba una rodilla en el cojín. Penny se revolvió como una fiera sin domar, consiguiendo por un lado que su cuerpo se pegara al de él de una forma muy poco decorosa y por otro, que Sheldon perdiera el equilibrio. El joven físico cayó sobre ella. Penny tragó saliva al sentirlo tan peligrosamente cerca, su pecho tocando el suyo, su cadera sobre la suya, esos profundos ojos mirándola con un azul más oscuro…
Sheldon se acercó otro milímetro a sus labios. Sí, el experimento funcionó. Sintió cómo la chica perdía todas sus fuerzas, bajando la guardia. Por desgracia, eso también le estaba ocurriendo a él. Forzó a su cerebro a seguir manteniendo el control. Apretó los dientes y le dedicó una sonrisa victoriosa.
- Bazinga…- susurró.
Ella lo miró sin comprender. De pronto, Sheldon invirtió sus posiciones, levantándola con facilidad y sentándose en su amado sitio, con Penny ahora sentada en su regazo. Ella lo miró furiosa.
- ¡Eres un…!
Otra vez empezó la lucha. Se revolvieron el uno contra el otro, uno intentando mantener su posición y la otra intentando matarle. De pronto, un ruido los detuvo. La puerta parecía acabar de abrirse y cerrarse. Ambos levantaron la mirada. Leonard, Priya, Amy, Raj, Howard y Bernadette los miraban con la misma ceja alzada y la misma cara de sorpresa. Leonard meneó la cabeza.
- ¿Cuándo vais a dejar de pelearos por ese maldito sitio en el sofá?- preguntó con cansancio.
- Nunca.- respondieron los dos al unísono.
Bernadette disimuló una divertida sonrisa.
- Chicos, bienvenidos. Nos alegramos que estéis de vuelta.
Penny sonrió a su amiga, sin soltar el cuello de Sheldon, en una sospechosa pose que sugería un verdadero intento de asfixiarlo.
- Gracias, Bernadette. Yo también me alegro mucho.
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La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...