Penny se removió suavemente al despertar. Se sentía tan extraordinariamente bien y a gusto que no quería recuperar la consciencia y apretó los ojos. Pero su cerebro no la obedeció. La inmensa suavidad y bienestar que parecía rodearla la arrancó de su dulce sueño. Durante una décima de segundo, no pudo entender dónde se encontraba. Pero después sintió un delicioso calor que la envolvía, y el tranquilo movimiento de una respiración. Abrió los ojos completamente. No, no había sido un sueño. Su cabeza estaba apoyada en el pecho desnudo de Sheldon, que irradiaba esa maravillosa calidez y bienestar. Oyó el corazón latiendo suavemente, con un ritmo perfecto. No deseaba separarse, pero simplemente, no pudo evitar hacerlo para mirarlo. Su propio corazón dio un vuelco. Ahí estaba, Sheldon Cooper, profundamente dormido, con una expresión de serena paz en el rostro. Nunca lo había visto tan relajado. Sheldon solía tener siempre una expresión seria, orgullosa e inquisidora. Una mezcla genuina que otorgaba toda la expresividad tan propia de él. Pero ahora nada de ello aparecía. Su rostro estaba tranquilo, revelando un atractivo casi irreal. Parecía un ángel dormido. La chica tragó saliva. Ese físico era un pozo de misterios. ¿Quién podría imaginar que el maniático, excéntrico, esquizofrénico, ególatra y misántropo doctor Cooper fuese también el delicioso, tierno, noble, cariñoso e irresistible Moonpie? No podía apartar su mirada de su rostro. De nuevo se dio cuenta de que estaba irremediablemente enamorada de él. Una sombra de tristeza descendió. Sí, es cierto, se habían acostado… pero tenía la sensación de que eso no cambiaba las cosas. Sabía que moriría de dolor si él, aterrado por lo que acababa de ocurrir, pusiera distancia entre ellos. Conocía muy bien a Sheldon. Su parte irracional, la poca que pudiera existir en su cerebro, la deseaba y la quería. Eso lo había dejado muy claro… después de lo sucedido esa noche. Pero su poderosa parte racional… la aterrorizaba.
Sheldon se removió, frunciendo el ceño y soltando un leve quejido, como si estuviera despertando y no le apeteciera en absoluto hacerlo. La chica ahogó un jadeo al sentir que el brazo de él se enroscaba en su cintura, en un movimiento casi reflejo. Otra vez sentía su piel arder contra la suya. Se quedó completamente inmóvil, casi con miedo. El joven físico abrió poco a poco los párpados. Sus hermosos ojos azules parecieron no lograr enfocar. Después, su mirada se concentró en Penny. La chica lo miraba, entre risueña y temerosa. No comprendió por qué lo miraba así… hasta que su poderoso cerebro despertó completamente. Ahogó un jadeo, al advertir a la vez que estaba completamente desnudo y que Penny también lo estaba, abrasando su piel con su contacto. No podía apartar la mirada de ella. ¿Cómo podía aparecer tan hermosa, aunque estuviera completamente despeinada? No… no podía… ¡ser verdad! Su maldito cuerpo volvía a responder ante el irresistible deseo que ella le provocaba. Apeló a todo su control, soltándola, y apretó los puños, los dientes y los párpados con todas sus fuerzas. Ella lo miró, preocupada.
- Sheldon… ¿estás bien?
- Sí…- dijo, mintiendo tan mal como de costumbre, con los ojos cerrados al máximo.
Penny soltó un suspiro de desesperación.
- Sheldon, mírame.
- No puedo hacerlo. Estás desnuda. Y… recuerda que en la mitología, cada vez que los protagonistas miraban, nunca acababa bien.
- ¡Sheldon, mírame!- exclamó ella, sin pizca ya de paciencia.
Pero él seguía testarudamente con los ojos cerrados. La chica soltó un gruñido y, sin más, se apoyó sobre su pecho, pegando todo su cuerpo al suyo. El joven físico jadeó y abrió los ojos sin poder evitarlo. Vio a Penny justo sobre él, que le miraba risueña.
- Así me gusta…- le besó cariñosamente en la punta de la nariz.- Y ahora, vamos a empezar a hablar como las personas normales…- carraspeó.- Buenos días, Sheldon. ¿Has dormido bien?
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La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...