Capítulo 5

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- ¡PENÉLOPE!-

La joven casi pegó un salto, pero logró mantener la bandeja que estaba transportando. Se volvió evitando maldecir a su compañera.

- ¿Se puede saber dónde tienes hoy la cabeza? ¿A dónde diablos vas con una bandeja vacía? ¿A servir al "cliente invisible"?

Penny miró su bandeja. "Por todos los…" Ciertamente, estaba vacía. Los clientes de una mesa cercana la miraron con extrañeza y diversión. La chica suspiró, derrotada.

- Lo siento, hoy estoy… un poco distraída.

- Pues será mejor que no lo estés. Por tu propio bien.

La joven camarera asintió. Era cierto. Sacudió con furia la cabeza y puso su mejor sonrisa para atender a una pareja que acababa de sentarse. Por fortuna, todo transcurrió con relativa normalidad y logró llevar los pedidos a las mesas correctas. El jefe sólo le dedicó una mirada entre reprobadora y curiosa, pero no dijo nada. A la hora de su turno de comer, soltó un suspiro de alivio. Tomó un sándwich sin ser realmente consciente de lo que estaba comiendo. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué no era capaz de dejar de pensar en… los penetrantes ojos azules de aquel excéntrico físico que era su vecino y, tal vez, mejor amigo? Rememoró por enésima vez lo ocurrido en apenas dos días. Sheldon la había consolado aceptando cenar y ver una peli en su apartamento. Ella se había quedado dormida y él la había llevado hasta su cama. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. En cualquier otro caso, que un hombre la llevase a la cama significaría algo muy distinto. Pero Sheldon jamás podría ser un hombre normal. Él simplemente la había acostado y tapado. Ambos compartían una amistad realmente profunda. Sabía que nadie más que ella tenía permitido entrar en la habitación de Sheldon con cierta libertad, cuidar de él cuando estaba enfermo e incluso cantarle "Soft Kitty". Esbozó una sonrisa al recordar que una vez, cuando todavía eran novios, Amy se enfadó bastante con él. Intentó cantarle la absurda cancioncilla y Sheldon, sin poder soportar la no muy dulce voz de Amy, había salido al rellano, ardiendo de fiebre, para llamar a su puerta y suplicarle que le cantase "Soft Kitty", desmayándose en el mismo momento en que le abrió.

Todo eso era normal en la amistad que compartían. La sonrisa se congeló en el rostro de Penny. Lo que no era normal era que, desde que le había visto sin camiseta, su percepción sobre él había cambiado. Bueno, siempre había pensado que Sheldon era mono, pero jamás se había fijado en él de otra forma… como solía fijarse en los hombres atractivos. Sheldon no cuadraba con su idea de "hombre atractivo". O eso era lo que había pensado hasta hacía dos días. Tragó saliva. Cierto, era guapo. Su cuerpo era esbelto y bien proporcionado, con la estatura que ella creía ideal en un hombre. Su rostro también era agradable… sobre todo cuando no intentaba sonreír forzadamente o no tenía esa tan característica expresión de suficiencia. Soltó una involuntaria risita al pensarlo. Sí, sus facciones eran atrayentes. Su mandíbula, su fino mentón, la nariz recta… Pero lo que sin duda daba vida a todo aquello eran sus ojos. Los dos láser azul profundo que tenía por ojos. Nunca había conocido a nadie con una mirada tan penetrante. Penny estaba segura que podía hacer radiografías con ellos y, si dominase la psicología del común de los mortales como dominaba la física, también podría leer la mente con esa mirada.

- ¿Quién es el afortunado?

Penny vio bruscamente interrumpidos sus pensamientos. Alzó la mirada. Bernadette le dedicaba una dulce sonrisa, mientras se sentaba a su lado con su bandeja de comida.

- ¿Eh?

La pequeña rubia ensanchó más su sonrisa.

- Estabas sonriendo embobada. Eso sólo puede significar o bien, que has probado alguna droga depresora del sistema nervioso, o bien que estabas pensando en alguien que te hace tilín.- dijo divertida.- Y como no tienes las pupilas anormalmente dilatadas, pues pienso que se trata de lo segundo. Vengaa, cuéntamelo. ¿Quién es?- preguntó ansiosa.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora