Penny terminó de completar la agenda del día siguiente y respiró hondo. Estaba realmente agotada. Le dolía el cuello y la espalda, pero a pesar de todo, se sentía feliz como hacía mucho tiempo que no lo era. Sus pensamientos volaron del despacho del doctor Miller al que estaba situado al final del pasillo. Una sonrisa involuntaria se dibujó en su hermoso rostro. Sí, estaba tan condenadamente enamorada que tanta cursilería en sí misma hasta le daba asco, pero no podía evitarlo. Sabía que en ese momento estaba sonriendo como una boba. No es que no fuese romántica, pero siempre le habían repugnado las muestras demasiado "dulces" de amor. Recordaba cómo solía meterse con Bernadette cuando la veía tan acaramelada con Howard. Meneó la cabeza. Tal vez fuese justicia kármica. Aunque sabía que su dulce amiga nunca tomaría la revancha de sus burlas. Bernie era demasiado buena para eso.
Sacudió la cabeza, sin dejar de sonreír. De pronto, advirtió que el doctor Miller la estaba mirando con una sospechosa sonrisita y una ceja alzada.
- Celebro ver que estés de tan buen humor, a pesar de que hoy ha sido un día especialmente interminable.
La chica procuró borrar su excesiva felicidad y le devolvió una mirada algo avergonzada.
- Yo… bueno, he terminado de completar la agenda y todo está listo para mañana.
- Gracias Penny. Eres la mejor secretaria que hubiera podido tener. No me imagino cómo estaría esto sin ti.
Ella le devolvió la sonrisa, sintiéndose muy agradecida.
- Muchas gracias, doctor, pero creo que exagera. Tampoco es para tanto.
- Lo es, de verdad. Creo que tengo que invitar un día a comer al doctor Cooper por haberme sugerido que te contratase. Y ahora, venga, vete de una vez, que me imagino que tendrás cosas más importantes que hacer.
Le dirigió otra sonrisita sospechosa. Penny no pudo evitar devolvérsela. Aquel hombre era un auténtico cielo. Se portaba tan maravillosamente bien con ella que le había cogido un enorme cariño.
- Muchísimas gracias, señor.
El anciano doctor carraspeó mientras se iba. La chica se volvió, antes de salir.
- Dale recuerdos a Cooper… y mi más sincera enhorabuena.
La chica tragó saliva, algo embarazada. Pero su vergüenza se evaporó al ver la paternal sonrisa del buen hombre. Se la devolvió y cerró la puerta. Anduvo por el pasillo, reprimiendo una risa al pensar en el doctor Miller. Estaba claro que trabajar rodeada de mentes brillantes hacía que una no tuviera secretos para nadie. Miró la puerta del despacho de Sheldon. Inspiró y llamó suavemente.
- Toc, toc, toc… Sheldon…
Raj abrió la puerta, dedicándole una tímida sonrisa. Tras él, Sheldon le dirigió una intensa mirada.
- Hola, Penny.- la saludó Raj con un esfuerzo considerable. La chica le sonrió.
- Hola chicos.- la joven entró.- ¿Todavía no habéis terminado?
El joven indio le dedicó una mirada de pena. Sheldon apartó los ojos y siguió escribiendo como pudo en la pizarra, con el rotulador precariamente sujeto entre los dos únicos dedos que quedaban libres del vendaje de su mano. La chica meneó la cabeza.
- Sheldon, el médico te dijo que no debías forzar la mano.
- Y no lo he hecho.- argumentó él.
Raj alzó una ceja.
- Sí lo ha hecho. Es la quinta pizarra que escribe entera.
Sheldon fulminó al astrofísico con la mirada, quien automáticamente bajó los ojos. Penny contuvo la risa con un esfuerzo. También le estaba costando un enorme esfuerzo contenerse para no abalanzarse sobre su Moonpie y darle un beso, después de estar casi todo el santo día sin verlo. Pero Raj estaba presente… y sabía que si se besaban delante de él, el shock sería demasiado fuerte para el pobre chico. Llevaban casi dos semanas de noviazgo oficial, y aún no habían dicho nada a nadie. A Sheldon le costó horrores no contárselo a Leonard, pero Penny pudo convencerle de que era mejor que reunieran a todos para comunicarles la noticia a la vez. De otro modo, seguro que se sentirían ofendidos si alguno se enteraba antes que los demás. Esa noche habían quedado para cenar y aprovecharían para hacer oficial la noticia. Penny estaba un poco nerviosa. No sabía cómo iban a reaccionar sus amigos. Bueno, en realidad, ella sabía que tras el impacto inicial, todos se alegrarían muchísimo. Sin embargo, la que le preocupaba era Amy. Ella la consideraba su mejor amiga… y había sido la novia de Sheldon. No podía evitar pensar que la estaba traicionando… de alguna manera. Sí, era ridículo pensar eso, cuando el noviazgo que habían mantenido había sido de todo menos normal. Pero aun así, no podía evitar sentirse mal. Sheldon pareció advertir que su mirada había cambiado. Últimamente, el joven físico se había vuelto un experto en adivinar cómo se sentía. Eso era realmente asombroso, teniendo en cuenta los desastrosos resultados de su primer intento en interpretar los sentimientos ajenos. El joven apartó la mirada para dirigirla a Raj.
ESTÁS LEYENDO
La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...