Capítulo veintiocho

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RECOMENDACIÓN DE GRIZ: escuchar a Joe Arroyo, su álbum el baile del siglo para leer este capítulo

—Llegué... —Jacob suspiró dejando su chaqueta en el colgador de la entrada, junto a su arma reglamentaria colgada.

—Hola mi amor —murmuró Karly apareciendo con delantal puesto.

Su acento seguía siendo muy latinoamericano.

El menor era menudo, aún en crecimiento y con su cabello negro, a juego con ojos negros y piel morena. Jacob en cambio era rubio y de piel clara, con ojos verdes, ambos tan diferentes...

—¿Tuviste un buen día? —Él moreno se acercó, besándolo con ansias a su marido, colgándose de su cuello.

—Sí... Más o menos, hoy vi a Grizzly —murmuró besando su nariz de manera cariñosa mientras el menor se ponía de puntillas.

—¿Y que te dijo?

—No demasiado, anda en sus asuntos y tal.

Karly asintió sin más, sonriendo mientras lo tomaba de su mano llevándolo hacia la pequeña cocina. Su departamento era pequeño y acogedor.

—Parece, hm... Tiene novia.

—Vi algo en tmz, es muy bonita —murmuró Karly volviendo a remover la salsa.

—¿Nicholas?

—Dormido... Ya se le bajó la fiebre, mi pequeño gordo hermoso... —Karly mezcló español e inglés riendo—. Pero decidí hacerte algo de comida casera antes de mandarte a dormir...

—Gracias, no debiste molestarte bebé.

—Mi hombre trabaja duro, ya sabes —le guiñó un ojo antes de comenzar a colar el arroz.

—¿Crees que ella sepa que él es..?

—¿Un mafioso? No lo sé amor, quizás sí, quizás no... Sabes cómo es Grizzly.

—Tú te lo tomaste muy bien...

—Bueno, conocí mucha clases de personas en Bogotá, siempre fui de una mente muy abierta... —Murmuró encogiéndose de hombros—. En todos lados hay de todo, además él me cae bien... Me trató bien mientras estuve en el club.

Cuándo lo habían conseguido traer, Jacob no estaba en la ciudad y se había quedado una semana allí, durmiendo en el club.

—Mata gente... y mi propio equipo... Dios. Hoy cubrimos una de sus escenas —Murmuró, parecía un poco turbado por ello.

—El mundo está corrupto, no es una novedad. Además, ¿no me dijiste que esa gente traficaba con niños...? Merecían morir, carajo.

Karly se giró mirando a su marido furioso, y su cara se transformó en preocupación algo y lo abrazó suspirando.

—Eres un hombre honesto mi vida... Salvaste a niños hoy.

—No, no lo soy.

—Lo eres. Al igual que Grizzly, a su manera.

—Él está enfermo...

—¿Y yo no lo estaba cuándo me encontraste en Bogotá? —Karly lo miró con reproche negando—. No debemos juzgar a Grizzly, hizo mucho por mí.

—No estabas enfermo... Estabas desesperado. Ni sé cómo estás conmigo, apenas tienes 18 y ya tenemos un hijo... Si mi hermana...

Karly tapó su boca con su mano.

Grizzly (Parte I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora