Capítulo treinta y tres

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Jasiel despertó de repente cuando el agua helada impactó en su cara. Comenzó a maldecir en voz baja mientras intentaba recordar que había ocurrido, estaba atado a una silla en lo que parecía un sótano oscuro que olía a sangre seca mezclado con orina, maldijo por lo bajo. Le costó enfocar su vista en la oscuridad pero pudo notar dos grandes sombras en una esquina del diminuto cuarto, de repente alguien encendió la luz y le dejó ver a su perro, un pitbull muerto a sus pies. Gritó ahogado, intentando ver quién se atrevía a hacerle eso a su mascota, ante él apareció un hombre jodidamente grande, su piel tostada y su pelo despeinado le hizo helar la sangre, mientras subía pudo ver las cicatrices subir por su torso desnudo hasta su cara. Sabía quién era, el novio rico de Lizbeth...

-Hasta que te despiertas maldito hijo de puta. -Sonrió fríamente Max mientras se agachaba tocando la cabeza del perro inerte-. Estuvimos por tu maldito escondite... Demasiado para alguien como tú. El chico lo miró sorprendido de que lo encontrarán tan rápido e intentó levantarse de la silla desesperado.

-Yo que tú no lo haría... -Grizzly se dejó caer cansado en un sofá polvoriento sacando su arma jugando con ella-. Quiero saber dónde están. Ahora. O te juro por Dios voy a alargar tu muerte meses.

Su voz era tan fría y en sus ojos no había falsedad, ¿quién carajos era? Cerró los ojos maldiciéndolo, empezando a encajar las piezas.

-Vamos a jugar a un juego, tú me dirás dónde están ... -Max lo apuntó con su arma cerrando un ojo y a Jasiel se le erizó la piel-. Si no eres sincero, te ahogaré y luego te empezaré a arrancar partes del cuerpo, empezando por tus manos.

Se levantó caminando lentamente hacia un él, este empezó a temblar inconscientemente.

-Empecemos... -Grizzly se levanto sacando de su boca la mordaza y ajustó una cadena de ahorque de su perro en su cuello y tiró del mismo ahogándolo-. Dime.dónde.están.

-¡No lo sé! ¡No lo hice yo! Escuchame hombre...

-Respuesta incorrecta -tiró nuevamente esta vez más fuerte mientras veía al hombre comenzar a toser fuertemente-. Segunda oportunidad.

-Sólo quería la plata para pagarle... Debo dinero a un pez gordo... ¡Espera!-Jasiel gritó con todas sus fuerzas poniéndose rojo mientras sentía el agarre sobre su cuello cada vez más fuerte.

-Respuesta incorrecta.

Max sonrió de manera perversa mientras les hacía un gesto a dos hombres que aún se hallaban en las penumbras esperando pacientemente en silencio.

-Quizás un rato con ellos te refresque la memoria, volveré dentro de un momento... -Observó a los hombres y rápidamente salió de la habitación caminando por el largo pasillo con los gritos de Jasiel resonando mientras subía las escaleras.

-¿Y? -Chloé se unió a él luciendo desmaquillada y con ropa deportiva.

-No las secuestró el maldito niñato... No fue él. Debe dinero a alguien...

Hacia casi veinticuatro horas que habían desaparecido. Tenía al FBI trabajando en ello.

Veinticuatro horas. Tiempo suficiente para matarlas y deshacerse de sus cuerpos.

-¿Tienes algo...?

-Hicimos correr la voz de lo que pasó. Nadie sabe nada...

-En todo el jodido Nueva York nadie sabe nada... Ofrece un millón, dos. No me importa. Quiero saber dónde jodidos están.

-Lo haré ahora...

Max vio a Chloé irse mientras se sentaba en su silla, ¿cómo carajos había pasado algo así adelante de su puta cara? Su pierna aún dolía, la morfina lo mantenía sedado.

Grizzly (Parte I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora