Capítulo dieciocho

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(Continuación capítulo dieciséis)

A la semana siguiente, Lizbeth se había visto recogiendo sus cosas y marchándose, su jefe iba a mudarse temporalmente a Nueva York. Se había puesto tan nerviosa al pensar que quizás la iba a despedir, pero sin embargo él le había manifestado su deseo de que se trasladase con el resto de sus cosas a su departamento.

Emma ya se había acostumbrado a su guardería y sintió algo de pena por Emily y su familia que se quedarían sin su mejor cliente, sin embargo seguía necesitando el trabajo y aceptó sin pensarlo.

Nueva York brillaba con toda su sofistación y la nueva casa, no dejaba de ser extravagante a su manera. Era un piso colonial antiguo, un gran piso ubicado en la última planta de un alto edificio, la entrada tenía a un botones y una simpática alfombra roja hasta la entrada del edificio.

En ella se habían topado con una pareja, la mujer era tan guapa que Lizbeth se había sentido mal vestida a su lado, iba perfectamente conjuntada en un traje negro de pantalón y chaqueta con lo que parecía un sujetador lencero de encaje por debajo, estaba llena de curvas y quedaba un poco graciosa al lado del alto y delgado ejecutivo que la acompañaba, demasiado serio. Su jefe le había saludado amistosamente en un idioma que no entendía y la guapa mujer le había sonreído a ella, saludando a Emma que iba en brazos, para luego seguir al hombre que había seguido caminando. Antes de que las puertas del ascensor se cerraran pudo ver al hombre con la puerta abierta esperando a que la mujer pasase, con una sonrisa bailando en sus labios.

Hacían una buena pareja.

Su jefe apretó la planta número deciseís y ella tuvo vértigo de tan sólo pensar dónde iba a vivir.

La primera extravagancia apareció cuándo se dió cuenta de que no tenía llave, que podría acceder con su huella digital. El piso era tan grande como la planta baja de la antigua casa, el recibidor conducía a un pasillo que llevaba a un patio interior con una gran cúpula en el techo, dónde podría ver el cielo y una galería rodeaba el patio interno, todo de vidrio. Sin embargo el día estaba soleado asi que disfrutó del diseño tan español, al colocarse en el centro del patio interior pudo ver cuatro puertas una a cada costado. De esa manera o podía atravesar el patio o ir através de la galeria. Él sugirió que podría decorar todo a su gusto...Incluido el improvisado jardín interno.
Luego la guió hacia el salón, la estancia que estaba en frente de la entrada, contaba con chimenea, un piano de cola, un cómodo sofá en L, un proyector que daba a la pared blanca imitando a un cine y una silla de mimbre que colgaba del techo con una gruesa cadena al lado de una gran librería, imitando una especie de zona de lectura al otro lado de la sala. Y las ventanas mostraban a lo lejos el Empire State ubicado en Midtown junto al resto de la ciudad. A un costado una puerta indicaba un baño para invitados.

Los muebles seguían la linea de la antigua casa. Al lado derecho separado por un arco estaba el comedor en donde una mesa redonda estaba rodeada de sillas, con vistas al patio interno y a una terraza a un lateral del edificio. La decoración estaba ambientada en tonos tierra y rojizos por lo tanto se sentía todo mucho más cálido. Su jefe le mostró la cocina que conectaba con el comedor, era tan amplia y antigua que se sentía como en casa. La decoración era más bien mexicana, con colores llamativos y artesanias de barro, incluso tenía un horno de leña aunque sospechaba que era mera decoración.

Por último entraron a la última habitación que daba al patio interno para descubrir que era más bien un largo y amplio pasillo dónde habían varias puertas.

¿Qué tan grande era aquello?

Un baño principal, con bañera incluída que secretamente Liz amó al saber que tenía chorros que salían de los laterales, les mostró su habitación, en dónde Liz y la niña dormirían. Además las habitaciones contaban con vestidor y la habitación de su jefe tenía su propio baño asi que el baño principal sería suyo.

Grizzly (Parte I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora