Sus manos estaban aferradas a la correa del caballo con tal fuerza que estaban por acalambrarse, aunque esto no hubiese significado nada para ella. Tenía la certeza de que en algún momento ocurriría algo terrible, algo que temía – desde luego – pero, la delgada cuerda que las unía, inmaterial, blanca, se tensó hasta romperse. Cuando sintió la ruptura su corazón se aceleró y no pudo evitar apresurar su marcha hacia el palacio, sabiendo lo que iba a encontrar. Lo esperaba, pero en el fondo no estaba lista para ello. La única conexión verdadera que poseía se había quebrado, y no había podido siquiera decir que lo sentía. Lord Dellum la seguía a toda prisa, procurando seguirle el paso, pero se le dificultaba a pesar de que era uno de los mejores jinetes de Nieves Perpetuas.
—"Allá voy, Alice. Espérame un poco más"
El, la había tomado entre sus brazos con cuidado para poder llevarla a tierra, lejos del peligroso techo. Se levantó a duras penas con su pierna herida y ambos se desmaterializaron en un halo mortecino que luego los hizo aparecer al pie del palacio, en las escaleras de entrada. Volvió a sentarse con ella en brazos. Aun no podía verla claramente, su vista se encontraba levemente borrosa; no tenía la energía suficiente para curar mejor sus heridas, pero tampoco quería reparar en ello en ese momento. Su mano derecha le sujetaba la cabeza y la otra la mantenía sobre la herida sangrante. Levanto la cabeza cuando Arz se presentó ante el con hostilidad, hizo todo el ruido posible con su armadura y se aclaró la garganta.
—Mi señor, veo que la pequeña traidora aún se aferra a la vida. Puedo hacerlo, si lo desea —torció los labios en una mueca desagradable—. Su majestad está cerca, y es mejor que no se encuentre con pequeñas escorias con vida.Mephisto, a pesar de no distinguir su entorno por completo, le miró fijamente —. Yo me encargo de hacer mi trabajo, jinete. Tu encárgate de hacer el tuyo. Largo de aquí.
Arz le devolvió una sonrisa e hizo una exagerada reverencia. Se quedó observándolo un par de segundos más de lo recomendable y luego dio media vuelta para volver a su bestia felina. Por otro lado, el príncipe se aseguró de que los soldados se mantenían en lo suyo, y bajó la vista hacia el rostro de Alice. Estaba sucio, pálido, empapado, al igual que cada centímetro de ella. Mephisto retiro su mano de la herida y acaricio el cabello, luego le quito un mechón del rostro y lo paso detrás de su oreja con cuidado. Ella no se movía, pero su pecho subía y bajaba lentamente, aunque con esfuerzo; su mirada estaba perdida en algún punto del cielo, quizá buscando la luz en medio del oscuro manto. De la nada, dos lagrimas cayeron de sus ojos, eran cristalinas. El príncipe sintió desesperación al no poder distinguir bien su rostro, pero la veía llorar en silencio, veía que ella no le devolvía la mirada. Creyó que sería así hasta movió la cabeza y fijó sus ojos en él; buscaba consuelo, quizá, o respuestas, o algo que le dijera que no morirá sola. No quería morir sola, no quería morir. Quería decirle millones de cosas. Pero de su garganta no salía un solo sonido coherente. ¿Qué le quedaba ahora? Podría solo memorizar cada detalle de su rostro, cada pequeña expresión, tratar de recordar cómo se veía su sonrisa en las escasas veces que sonreía, tratar de recordar sus ojos grisáceos como plata. Quizá morirá tranquila, quizá.
—"Espérame un poco más. Solo espera, Alice"
—"No puedo, Meghan. Lo siento"
Mephisto le acaricio la mejilla, sus dedos eran inusualmente cálidos. Dejó escapar una lagrima que era violeta pálido. Su vista estaba casi en su estado normal ahora — Ich tut mir leid —susurró con tristeza sobre sus labios. Ella apenas pudo emitir una débil sonrisa.
—Es ist gut, Meph. No llores por mí. No llores...
Su cuerpo quedó inmóvil, y su alma misma se desvaneció lentamente del cuerpo físico hasta transformarse en una bella mariposa de color carmín brillante. Revoloteo sobre el príncipe y luego se hizo humo hasta desaparecer en el viento. Todo su poder se esfumó igualmente y regresó por fin al cuerpo de su original portador; este lo recibió con la igual fuerza que el anterior, pero a pesar de ello parece que no lo sintió igual de doloroso. Ya no le importaba lo que su poder hiciera, solo quería venganza, quería muerte para aplacar su poca cordura, para aplacar las voces que gritaban en su conciencia. Nadie hubiese imaginado jamás tal furia en un solo ser; no solo la irradiaba con su postura, también con su mirada, su cuerpo, todo en él. Lo único que quedaba, era acabar con todo de una vez.
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Queens of Hell
Fiksi UmumEllas lo hirieron y le robaron su trono, gobernando el infierno bajo su poder oscuro, ahora se desatará la guerra por las tierras profundas con el regreso del caído. La sangre correrá, las cabezas rodaran y solo uno tendrá la corona. Bella portada...