XXVI "LUCIFER"

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Los soldados verdosos bajo el mando del lagarto Ghez se reunieron en largas filas, por las fronteras de Elazḗa, junto a los guerreros Baph y una docena de los soldados Lefrn de hielo. Las tres razas se volvieron una sola en las filas de ataque, mientras avanzaban decididos a frenar al antiguo rey del infierno. Las lanzas se alzaron al aire una vez más resplandecientes en la punta, y con largas banderas delgadas de color negro y amarillo. Ghez y Any iban al frente dando órdenes de ataque; la líder de la orden sombría señalo al frente y pudieron divisar la figura de Lucifer, perdiendo su forma de lobo negro y volviendo a ser un hombre. Los ejércitos se habían reunido a partir de las ciudades y divisiones del norte, para finalmente rodearlo en las tierras de Elazḗa al oeste del reino. La mayoría de esta ciudad estaba cubierta de grandes extensiones de tierra casi selvática, y césped muy oscuro. Y bordeado por bosques y pequeñas montañas hacia las tierras negras de Wӓifenn. Era la única ciudad donde un gran rio la atravesaba por completo; descendía de la ciudad Phrisma, en un cauce del propio mar negro, y atravesaba la ciudad hasta perderse en las ruinas de Fonsheka. Se le conocía como el Rio "Rṻnska"(1) de feroz cauce y aguas turbulentas. Había en las tierras de la ciudad, lo que parecían cientos y cientos de lanzas y espadas enterradas en la tierra, sobresaliendo. Incluso cascos y huesos viejos. Era la tierra de batallas pasadas, y seguía allí.

Lucifer se vio completamente sitiado por las filas de guerreros. Apretó la mandíbula al ver a Ghez y a Any en el frente con sus expresiones vívidas de violencia y osadía. Las únicas almas que vagaban por los páramos se apartaron y desaparecieron sin dejar rastro alguno. Lucifer se quitó la larga chaqueta negra y la dejo caer al suelo; tenía solo un traje victoriano negro. Las mangas anchas de su camisa, el pantalón de cuero negro y las correas en su cintura con la funda de sus armas. Su rostro estaba completamente descubierto, mostrando la cicatriz de su rostro, y sus ojos azules oscurecidos por las sombras del cielo. Desenfundo su espada con la mano izquierda y la hizo girar sobre su muñeca un par de veces antes de dedicarle una mirada a los guerreros por última vez.

Any bufó y alzó la ceja con incredulidad, observo el mango blanco que sobresalía de una de las correas de lucifer "Azrae" pensó. Se mordió el interior de las mejillas y asintió despacio, entonces dijo, con voz calma y casi tan baja que parecía un murmullo —. Ataquen.

La horda de soldados comenzó a avanzar rápidamente sobre los terrenos desolados de la ciudad, corriendo hacia el caído. Sus gruñidos y gritos de guerra inundaron el aire y estos se hicieron cada vez más fuertes. Lucifer echo a correr hacia ellos igualmente, apretando la empuñadura de la espada. Rompió la primera fila con solo golpear su puño contra los escudos de los generales armados; estos retrocedieron de súbito por la presión, con el metal doblado. El caído se abalanzo con salvajismo sobre los guerreros, atacándolos y atravesándolos con el filo de la espada. La sangre salpicaba por todos lados con cada nueva estocada; sus movimientos eran cada vez más rápidos y letales, incluso cuando le golpeaban o lo cortaban con algún arma, volvía a sanar más rápido. El lagarto Ghez resulto herido al igual que sus guerreros, y dejado entre los cadáveres ensangrentados. Lucifer descuartizó a uno de los generales mientras este le hacía frente. Su propia espada cayo a varios metros de distancia cuando un enorme demonio le sujeto el brazo y lo arrojo sobre los soldados. Era sujetado por docenas de brazos distintos, trataban de reducirlo, pero el arrojó una onda expansiva llena de destellos amarillos, que los hizo pedazos a todos. Corrió hacia Any y dio un salto por sobre ella, derribándola del caballo hibrido. Mantuvieron una pelea furiosa mientras los soldados restantes trataban de rodearlos. La guerrera atacaba a diestra y siniestra, evitando victoriosamente casi todos los golpes de Lucifer. Entonces este arrugó la nariz, hastiado de perder el tiempo. De su mano derecha se materializo una espada con forma extraña, completamente negra. Golpeó a Any sacándola de equilibrio; estaba herida, débil. Lucifer la apuñalo en el pecho con la espada de materia negra y ella cayó de rodillas; apretó los dientes y posó su mano en el filo de la espada. Miró fijamente al caído con el ceño arrugado y murmuró
—Salve... la reina.

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