-Minutos antes-
El palacio estaba sitiado por docenas de soldados, cada uno de ellos eran como estatuas de mármol, con sus brazos firmes, sus manos cerradas alrededor de largas lanzas plateadas. Sus sombras se alargaban sobre la nieve, y casi al instante se perdían con la lluvia. Incluso el jardín estaba lleno de guardias y otros seres indescriptibles que la joven no se atrevía a mirar más de lo necesario. Sabia ella que tras las puertas del palacio negro se llevaba a cabo una de las reuniones más importantes, la más decisiva, y la que llevaría a todos a la guerra, aunque de por sí, está ya era inevitable. La joven tenía un aspecto desaliñado, casi sucio, pues su ropa tenía un par de rasgones, cubierta de nieve y tierra, además de estar empapada. El cabello grisáceo pegado a su frente como baba y manchones negros escurriendo de sus ojos. El cielo cubierto de nubes, casi negro contra toda probabilidad. De pronto levanto la vista al cielo, y su barbilla apunto al frente de forma dramática. Acto seguido bajo el rostro y ensancho las ventanas de su nariz; el aire mismo olía a azufre de las tierras rojas. El rostro de Sulle palideció más de lo normal y echo a correr hacia el pie de la Torre Lunar, donde fue detenida abruptamente por dos soldados de piel naranja y ojos como cuencas.
No sabía cómo hablar, tenía el terror danzando en sus labios, y la mirada como de una loca; señalo hacia lo alto de la torre, donde la aguja del techo perforaba el cielo, y exclamo por fin: —¡Debo subir! necesito verlo.Ambos se miraron mutuamente en silencio, y fue como si algún pensamiento secreto fuese transmitido entre ellos. El más alto de ellos golpeo el suelo dos veces con la lanza y asintió —. Sulle —dijo, con voz neutral, dándole el permiso de lo que esta exigía.
Sin más preámbulo la joven se echó el cabello hacia atrás y dio un salto sobre ellos, tan veloz y fascinante que no tuvieron tiempo de asimilar lo que había hecho. Sulle comenzó a ascender por un costado de la alta torre, sosteniéndose con sus dedos de cualquier rendija o sobresaliente de la estructura. Parecía un verdadero animal trepando de aquella forma, un ser sobrenatural. Desde abajo la veían los soldados con aire de reproche. La lluvia seguía cayendo sobre ella cada vez más fuerte, pero no flaqueo, estaba determinada a llegar a lo más alto, y así lo hizo. Se puso de pie en medio del techo, que era una especie de abertura ovalada en la que era como estar en el agujero donde se ensarta una aguja, solo que esta era puntiaguda más arriba. Sus orejas alargadas se movieron levemente tratando de percibir lo que le parecía un sonido lejano pero persistente.
— No... no, Por Belial... —murmuró, bajando las cejas con cierto temor. Todos sus sentidos estaban saturados. Sus ojos que parecían dos orbes acuosos se llenaron de brillos iridiscentes; estaba viendo lo que temía. Más allá de la lluvia, la nieve e incluso el muro de hueso, vio cómo se aproximaban las tropas del caído, avanzando cada vez más rápido, sin ánimo de detenerse —. En poco tiempo estarán aquí. Debo avisarles a todos.
-Presente-
—¡Todos a sus puestos! Se protegerá el muro todo lo que se pueda, pero las primeras legiones deben estar en Dṻrza. ¡Carmhan! (1).
Kyel no paraba de dar órdenes a todo lo que daba su voz. Tenía toda la energía de un líder, y todos lo seguían como tal, no demostraba en el exterior lo mucho que la situación comenzaba a preocuparlo, a nadie más le interesaba, solo la batalla era lo primordial. Cientos de soldados ya iban en camino hacia la ciudad de Dṻrza, cabalgando con la velocidad que solo los demonios poseían. Any los guiaba desde el frente, montando a una bestia de ojos amarillos y patas largas; era como un caballo esquelético. Los soldados comenzaban a dejar los campamentos legionarios tras cada orden, todos a caballo, sin mirar atrás, siempre al frente. El suelo había dejado de ser blanco, ahora era negro, lodoso, carente de vida alguna; las pisadas de todos resonaban con ese sonido viscoso y comenzaba a ser una tortura para los sensibles oídos del guardián. Una mano se posó en su hombro, era firme como el acero. Al girar, sus ojos se encontraron con los de Baphomet; estaban brillando con un espeluznante color violeta, y las delgadas venas surcando sus mejillas daban la impresión de que pasaba por algún proceso de abstinencia. Durante varios segundos hubo silencio entre ellos, a pesar de que la mano del demonio seguía sobre el hombro de Kyel. Baphomet le sonrió con coquetería.
—Me pregunto si estás listo para enfrentar tu destino, Kyel. Muchas partes están jugando a ganar en esta guerra. Debemos cuidar nuestras espaldas, o la puñalada vendrá de cualquier parte.
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Queens of Hell
Ficción GeneralEllas lo hirieron y le robaron su trono, gobernando el infierno bajo su poder oscuro, ahora se desatará la guerra por las tierras profundas con el regreso del caído. La sangre correrá, las cabezas rodaran y solo uno tendrá la corona. Bella portada...