El rastro de humanos muertos quedaba esparcido a lo largo de su trayecto; todos arremolinados en el suelo con sus mejillas hundidas y la cuenca de los ojos vacía. Las calles Londinenses se abrían ante ella bajo un cuadro de sombras y niebla; se había tomado su tiempo para disfrutar cada alma que absorbía. Bajo la forma de una humana con severos ojos verdes caminaba ella hacia aquel lugar en donde, sin duda alguna, encontraría a su próxima víctima. La reina sabía todo de ella, no podía ocultarse y haría lo necesario, lo que estuviese en su poder para llevársela lejos como estaba escrito. Cruzó un largo camino de piedra que conducía a una antigua iglesia; los grandes vitrales eran lo más vistoso, brillando con docenas de colores esplendorosos. Massacre bufó, nunca le habían gustado esos sitios, ni en vida. Al llegar empujo la pesada puerta de caoba con su mano, puso un pie dentro y miro hacia el centro del altar; allí a lo lejos se hallaba una chica sentada de espaldas a ella. Observaba una imagen de Jesucristo.
—Señor, nunca he pedido nada pero... permíteme volver a casa —rezaba, como si profesara un profundo arrepentimiento.—Concedido, querida hija —dijo desde la entrada, su voz alertó a la mujer y esta la miró con sorpresa y temor. En tanto, la reina fue acercándose lentamente —. Por suerte, yo sí puedo pisar un lugar "santo" sin quemarme.
La chica se puso de pie y observo a la recién llegada con recelo; sus peligrosos ojos la miraban a cada movimiento que daba. Las flamas de las velas se movían de vez en cuando como si alguien tratara de apagarlas a la fuerza. La iglesia era grande y bonita por dentro y por fuera, pero era algo menuda si se miraba bien; tenía un diseño casi circular, pero parecía alargarse por la disposición de la alfombra rojiza y las bancas de madera. ——¿Quién eres? —preguntó.
—La caída y el nacimiento de un imperio que ahora se encuentra en peligro —se detuvo a unos metros de ella. Sus ojos volvieron a ser negros, lo que produjo más temor en la joven. Que patéticos y necios se volvían los humanos a la hora de morir, el más estúpido sentimiento de miedo se apoderaba de ellos mientras se aferraban a la vida como si no existiera nada más que eso.
Sonrió con nervios y retrocedió por inercia —. No estoy de humor para charlatanas raras —Massacre sonrió y se deshizo volviéndose humo negro y así logró abalanzarse sobre todas las pequeñas velas, apagándolas. Descendió lentamente volviendo a su forma original. Ahora estaba sentada en una banca, mirando a la mujer con una sonrisa.
—¿Pero que...? —temblaba, no por miedo sino por el crudo frío que inundaba la iglesia.
—Aquellos que se creen crueles y temen al conocer el verdadero mal no son más que escoria. Basura innecesaria para el Infierno y merecen ser atormentados por los siglos de los siglos —movió la mano con un ligero ademan y la chica fue arrojada con fuerza hacia el muro más cercano, allí se mantenía suspendía en el aire —. Sin embargo, Any, tienes potencial. A demás, tu nombre y futuro han sido escritos desde hace tiempo.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Yo sé todo de ti. Te ofreceré un trato apetitoso que no podrás rechazar —se detuvo —. No se puede ser fuerte sin sufrimiento y lo sabes en el fondo de tu corazón. Sé que aprenderás rápido, no tienes más en este mundo que pueda complacerte. Creas caos, peleas y te gusta; estarás en el lugar que mereces —la bajó lentamente hasta dejarla de rodillas —. Sígueme, obedece mis órdenes y tendrás lo que quieras. Tendrás todo lo que siempre has querido.
Su mente colapsó de inmediato, desmoronándose como una vieja estructura. La mujer de ojos negros le inspiraba terror y al mismo tiempo, sin poderlo explicar, le procuraba seguridad – irónico – considerando lo que acababa de ocurrir. Se preguntó si estaría soñando de nuevo. En su interior, supo que era la oferta que siempre había estado esperando. Era una niña perdida en el mundo cruel y egoísta que siempre la había rechazado. De antemano sabia a donde iría. Miró de reojo al cristo en el altar, su mirada parecía estar sobre ella, reprochándola. Pero no se arrepentía de nada, nunca lo había hecho y no era el momento tampoco. Con un chasquido de dedos de la reina, la figura ardió en llamas —. Mírame a mí. Sabrás lo que quieras.
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Queens of Hell
Ficción GeneralEllas lo hirieron y le robaron su trono, gobernando el infierno bajo su poder oscuro, ahora se desatará la guerra por las tierras profundas con el regreso del caído. La sangre correrá, las cabezas rodaran y solo uno tendrá la corona. Bella portada...