No estaba preparada para enterarme, no sé ni cómo porque tengo las horas pasadas como un borrón del que solo veo claro el dolor, en plena universidad de que Hugo estaba a punto de tomar un avión para irse él sabrá dónde se iba, ni para ver su supuesto avión despegar, ni para los llantos que di gritando su nombre una y otra vez, ni para qué Charles me confirmara mis dudas de que no estaba enamorado de mí, mucho menos para, ahora que estaba un tanto mejor, que aparezca ante mi casa con el maletín negro que lleva para ir a clase.
— Maria, los macarrones ya están en la mesa. — Me giro y tiene el ceño fruncido mirando a Hugo; pronto lo reemplaza por una cálida sonrisa, algo que ahora no me viene mal.
— ¿Un señor entrajado mamá? — La regaño. — ¿No lo conoces de las tutorías? — Le grito.
— Yo... — Niega. — Perdone. — Saca una sonrisa avergonzada y se acerca a nosotros. — ¿Quiere pasar a cenar? — La atravieso con la mirada y entro en acción.
— No. No quiere. — Lo miro a los ojos con una valentía sorprendente sacada de la nada. — Su mujer está esperándolo en casa. — Me trago el nudo de la garganta al pronunciar esas asquerosas palabras y coge aire desviando la mirada al suelo.
Voy a tener que lavarme los dientes antes de cenar.
— Mamá, ve cenando tú. — Asiente y se va sin rechistar, ni mediar palabra alguna.
Mi tono de voz, que no creía que fuera a funcionar, ha funcionado a la perfección.
— Te has... — Me mira petrificado.
Estoy como él, o peor.
¿Qué hace aquí?
Mis emociones pelean entre sí y me siento como Riley en la película Inside Out: Ira quiere ganarle a Tristeza mientras Alegría los mira de fondo sonriendo como una colegiada enamorada manteniendo a Miedo en un estado de sueño intermitente.
Es justo como me siento.
— Te has dejado los apuntes en clase. — Acerca su mano temblorosa a mí con un papel en ella.
Leo lo que pone en él con su letra.
Lo siento. Perdóname.
Lo arrugo y lo tiro a la papelera que hay al lado de la ventana de la puerta.
Parece que ha ganado Ira.
— ¿Quiere algo más, profesor? — Deja el maletín en el suelo y se levanta muy lentamente mirándome a los ojos.
Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no lanzarme a sus brazos y comérmelo a besos, o llenarlo de ostias, ya iría viendo cómo va la cosa. En este momento me sigo debatiendo entre qué hacer y qué no.
— Hablar. — Mira el reloj posado en su muñeca derecha.
Una de las cosas que más me gustan de él, no se el por qué, es que sea zurdo.
— Son las ocho y cuarto, la universidad no cierra hasta las once, vayamos allí y. — Lo interrumpo.
— No voy a ir contigo a ningún lado nunca más. — Los ojos se me llenan de lágrimas. — Me has demostrado que no me quieres cuando yo te he dado todo cuanto tenía. — Y ahí van de nuevo las lágrimas traicioneras.
— Maria, no... — Se arrima a mí.
— No te acerques a mí. — Ahoga un grito de sorpresa y da un paso atrás.
— Si estoy aquí es justo por eso. — Se defiende justificando así su comportamiento huidizo. — Vayamos a la universidad. — Suplica.
Lucho contra mi poca racionalidad al ver a Hugo de nuevo, trato de ser más fuerte que ella, pero los ojos de este hombre me tienen atrapada en un mundo completamente diferente al que vivo.
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Amando A Hugo © [Profesor vol. 1] |COMPLETA|
Roman d'amourMuchas de las veces que pensaba en él, deseaba no haberlo conocido jamás. Deseaba no haber pisado nunca aquella universidad. "Ve a la universidad". Decían. Aquel lugar me enseñó la peores y las mejores lecciones de mí vida; me hizo ver lo fuerte que...