A la mañana siguiente no podía despertarme de otra forma que no fuera con el tono del WhatsApp junto con la luz azul led de Hugo. No tengo ganas de coger el teléfono y ver la tontería que me ha enviado.
«Tontería»
Últimamente dice muchas. Demasiadas. A él no le entra en la cabeza que lo quiero a él, que los demás no me importan, y que si quiero un futuro, es con él. Puede que yo tampoco quiera entender lo que trata de decirme.
— Maria. — Mi madre llama a la puerta. — ¿Vienes a desayunar? — Dice desde el otro lado.
— Sí. — Qué ganas tengo de vivir ahora mismo.
— No tardes que se enfría el café. — Todas las mañanas lo mismo. Y ahora con Hugo también.
— Voy mamá —miro los posters de Michael Jackson y Elvis Presley que hice con quince trozos de folios en forma de cuadrado.
Era verano, hacía un calor terrible, estaba aburrida y aún no había empezado la universidad; no tenía apuntes que revisar, ni libros nuevos que ojear. Para aquel entonces, en mi mundo, hacer esos posters eran mi forma de divertirme.
Bajo la estrecha escalera como si llevara dos ladrillos de hormigón en los pies y dos cubos de agua sujetos con un palo apoyado en mis hombros.
— ¿Qué cara haces hija? — Me pregunta nada más bajar.
Ni me he mirado en el espejo, tenía miedo de hacerlo. Anoche no lloré, pero dada la expresión de mi madre guardarme los sentimientos tampoco es que sea buena idea.
— La universidad no es como el instituto mamá. — Cojo aire llenando mis pulmones. — Es mucho más cansado. — Miro a otra parte y me siento delante de ella.
Los frágiles rayos del sol molestan a mis cansados ojos. Paso mis dedos por ellos tratando de protegerlos. Solo lo ha empeorado, todo me da vueltas y el dolor en mi cabeza se ha unido al malestar de mi revuelto estomago en hacer de este un día glorioso.
Cojo mi frente removiendo ya el frío café. No sé si mi madre me ha hablado o qué, tengo demasiadas cosas en la cabeza. Me bebo el líquido marrón de una sentada y mi madre me coge la mano, mirándome a los ojos con cierto aire sospechoso en ellos.
— ¿Tienes problemas con los estudios? — Frunzo el ceño y acto seguido niego segura de mí misma. Estudiar esta carrera es uno de mis puntos fuertes. — ¿Los compañeros? — Arqueo una ceja. — ¿Los profesores? — Una punzada atraviesa mi corazón.
— Mamá, estoy bien. — El dolor en mi pecho me dice todo lo contrario, pero soy más fuerte que él. — Estoy bien. — Trato de convencerla a ella, así tal vez puedo llegar a creérmelo yo, o al menos una pequeña parte de mí. — Voy a darme una ducha, hacer la tarea y arreglarme. — Le doy un beso antes de emprender el camino hacia mi supuesta tarea.
Mi cama es mi confidente ahora mismo, es la única cosa que me deja descansar, me acoge en sus brazos y no hace preguntas comprometedoras. Tres horas. Eso es justo lo que he tardado en abrir el WhatsApp para ver que me ha dicho Hugo. Entro a su conversación.
No volveré a intentar alejarte de mí.
— ¿Estabas esperando a qué leyera el mensaje? — Me ha costado más darme cuenta de que me estaba llamando, que leer y procesar el propio mensaje. Las tres horas desde que me ha mandado el mensaje hasta que lo he leído, se le habrán hecho eternas.
Doce horas son muchas sin saber el uno del otro.
— Sí. — Siento su sonrisa desde aquí. — Tenemos que hablar por última vez. — Suspiro, aparto el aparato de mí oído, respiro hondo, y me lo vuelvo a poner en la oreja. Eso de por última vez habría que verlo con entradas VIP y en primera fila.
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Amando A Hugo © [Profesor vol. 1] |COMPLETA|
RomantizmMuchas de las veces que pensaba en él, deseaba no haberlo conocido jamás. Deseaba no haber pisado nunca aquella universidad. "Ve a la universidad". Decían. Aquel lugar me enseñó la peores y las mejores lecciones de mí vida; me hizo ver lo fuerte que...