Capítulo XXXVI. El lugar dónde los muertos callan.
Fue, como las notas de un piano roto en medio de la nada, un cristal partido a la mitad chirriando en el suelo, un grito ahogado en el centro del mundo.
"Sergio"
"Ven con nosotros"
Hay algo oculto en el bosque, muy... muy dentro de él que sabe perfectamente cuando uno de ellos, llega a casa. Sergio pudo sentirlo apenas puso un pie ahí dentro, las sombras cerniéndose sobre él, dándoles la bienvenida.
"Sergio... ven con nosotros"
Pues ahí estaba, mirando fantasmas del pasado, rostros en medio de las llamas de aquella cabaña que se consumía hasta volverse cenizas, el inicio de un infierno hace ya muchísimos años. Todos esos ojos mirándolo suplicantes... había estado esperando toda una vida para esto, para volver dónde todo había ocurrido.
-¡Fer! ¡Claudia! - gritaba un chico moreno unos pasos delante de él, la tos le estrangulo su garganta y trato vagamente de llevarse el brazo al rostro para no respirar tanto humo... pero ya era demasiado tarde. - ¡Fer!
El canto que lo ha llamado por años, se escucha a sus espaldas y entonces Sergio la ve- Al fin- la ve detrás de ellos.
Sonríe ampliamente.
Al frente, Moisés vuelve a toser con desesperación mientras lentamente el humo le invade la garganta, impidiéndole respirar. Parpadea una, dos, tres veces en medio de todas esas cenizas y el calor, buscando a lo lejos a sus dos amigos que han salido corriendo, pero ahí no hay más que leña siendo devorada por el fuego y humo que lo ahogan.
- Fer! ¡Clau...- se vuelve a sus espaldas, buscando a Sergio pero este mira algo detrás de ellos.- ¿Sergio?
Es justo cómo el diario de la abuela, justo como ella lo había descrito. El bosque, la cabaña, el fuego y detrás de ellos, un mujer con cabello blanco como la espuma del mar y dos cuernos, que sobresalen de su cabeza. Le sonríe con unos dientes afilados, unos que distorsionan su rostro y entonces levanta una mano y le señala, para que lo siga.
-¡Sergio!- Lo llama Moisés detrás de él, la madera se cae a pedazos, mientras su amigo rubio camina adentro del bosque, sin poderlo oírlo. -¡Sergio!
Pero todo es cierto, las leyendas y los cuentos de terror, todos ellos lo son y es entonces y sólo entonces que Moisés, el escéptico Moi, comienza a creer cuando los rostros y los lamentos se escuchan en todas partes, como almas que se consumen en el infierno.
Y entre todas esas almas, la de Moisés, se pierde entre ellos.
Hay algo oculto en el bosque, muy... muy dentro de él que siempre sabe cuando uno llega a casa, cuando sabe... que es tiempo de reclamar lo que siempre le ha pertenecido.
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Las Horas en el Jardín
ParanormalHabía una vez, un bosque. Dentro había un laberinto, Y en él un sólo camino, Que la llevaba siempre a él. Trilogía de flores Marchitas , libro III