CAPÍTULO XLVIII. En este jardín Solitario Pt. 1
Antuan no tiene ni que preguntarlo, sabe la verdad con sólo verlo a los ojos, por que todo apunta a él, un fantasma en vida que lo persigue sin ser consiente de ser una presa, por que cuando le mira y le sonríe de lado, el cielo se torna gris y el bosque... le responde.
Lo sabe por la manera en que todo encaja de repente y cómo se siente pesado el ambiente y porque por fin, después de años y generaciones perdidas el bosque por fin reclama lo que es suyo y toda esa historia de cosas perdidas de repente, se reencuentran para siempre.
— ¿Y Moisés? — pregunta Fer a su compañero que no despega sus ojos bosque de los de el joven oficial que lo ha traído hasta ahí vivo. En cambio camina a su lado, ignorado su mirada penetrante y bajo los ojos de los extraños, extiende una mano hacia Antuan, es una bolsa roja, hecha jirones por los años.
Antuan la mira con el rostro pálido y una náusea le recorre la garganta hasta el estómago y justo cuando piensa en tomarla, una mano se atraviesa entre ellos. Antuan levanta la mirada, se topa con el rostro pétreo de su tío que mira aquella bolsa con cierto horror y repulsión mezclados en sus ojos.
-¿Quién eres tú?- le pregunta al chico delante de ellos.- ¿Y por qué tienes esto?
Sergio entre cierra los ojos, no muy seguro de saber quién es este hombre rubio que parece saber más de lo que debería y aunque quiere responderle, Isaac lo interrumpe cuándo nota que algo anda mal y sin pensarlo dos veces, desfunda su arma de su cinturón y apunta a Sergio.
- ¡¿Pero qué estás haciendo?!- los interrumpe la voz de Claudia que se ha vuelto tan pálida apenas nota cómo es amenazado su amigo con un arma. Isaac ni siquiera le tiembla el pulso e ignorando a la chica de cabello azul, vuelve a puntar su arma de inmediato.
- ¿Quién eres?- le pregunta seriamente. -¿Qué es eso que tienes en esa bolsa?
-¡¿Acaso están dementes?!-Reclama de nuevo la chica, sus ojos viajan incrédulos a todos los rostros, no entiende como de repente están pensando siquiera dispararle a uno de ellos. - ¡Es nuestro amigo!- Intenta decirle, sus ojos viajan a un joven que conoce, ese oficial que la rescato hace unas horas del bosque pero los ojos de Pablo están atentos y fijos mirando las manos de Sergio, cómo si reconociera aquello que esta en la bolsa roja. Todo su rostro luce aterrado, cómo si el pánico fuera tanto que lo hubiese dejado petrificado en el suelo. - ¡Viene con nosotros!
Pero Sergio no pierde la calma, ni siquiera cuando esta siendo amenazado con aquella arma, sus ojos verdes no pierden de vista el rostro de Antuan y este, a penas le muestra aquella reliquia sabe de quién se trata. Ethan a su lado, también le basta un minuto en sospechar todo el asunto pues sólo existen pocas personas que pueden encontrar el lazo y la maldición que ata el bosque.
- ¿Eres un Alfaro?- le pregunta Ethan, Sergio no le responde ni siquiera le dirige su mirada, sus ojos permanecen fijos en el último de los Moulian.
- ¿Lo quieres?- le pregunta al chico, extendiéndole la bolsa de nuevo.
Los ojos verdes de Antuan viajan del rostro pálido de ese chico a aquel objeto que le extiende. Y entonces entiende que el bosque tiene un nuevo amo, no tiene que explicarle quién es por que sus ojos los hacen viajar al pasado y porque el mismo Antuan lo vio en los recuerdos de Donnie antes de que se desvaneciera entre las hojas muertas de aquel sitio.
La historia que se repite cada cierto tiempo.
La historia de una familia y una mansión que han deseado cosas prohibidas, la historia de un amor fallido, como todas las historias de amor que mueren lento bajo el bosque, la historia de dos amigos que les costó la vida, por salvar otra...
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Las Horas en el Jardín
FantastiqueHabía una vez, un bosque. Dentro había un laberinto, Y en él un sólo camino, Que la llevaba siempre a él. Trilogía de flores Marchitas , libro III