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Lux.
Y de la manera más estúpida posible, más tortuosa e indignante todo volvió a la normalidad, como cuando hay un caos en tu vida, peleas con tu madre, amigos, novia, no lo sé, con quien sea, pero un día solo de nuevo todo es normal, todo es rutinario otra vez y parece que lo anterior fue muy imbécil, muy fugaz, entonces pierdes, pierdes interés por las cosas, por lo que ya vives, por lo que imaginas vivirás pero podrás afrontarlo cuando antes jamás hubieses podido con eso, y así es la vida, así de random, así de consumida por tus propios pasos, así de sencilla que muchas veces hasta da pena vivirla, sentirla, levantarte en la mañana, respirando un día más, pero en lugar de dar gracias, como todos los cristianos por un nuevo día, solo piensas en que es un día menos, en que el oxígeno tal vez sea tan tóxico que se demora de sesenta a ochenta años en asesinarnos, o tal vez solo somos nosotros, nosotros con nuestros jodidos hábitos cada vez más dañinos e inmorales, nosotros que acabamos con el oxígeno, y lo asesinamos con cada colilla de cigarro que cae al suelo, al pavimento que asesina las áreas verdes. Y ver ese bosque inmenso de árboles de copas tan altas que parecen llegar al cielo me hacen sentir diminuto, un insecto exquisito a punto de ser devorado por el mundo que pronto se revelará. Pronto, ya no habrá cintas amarillas prohibiendo el paso al follaje de monte a unas cuadras de mi casa, como las hay ahora.
Han pasado un par de semanas ya, y la ciudad está más tranquila que nunca, hay policías rondando siempre, a toda hora. Nadie sale después de las tres de la tarde, la cafetería abre sólo por las mañanas cuando mamá compra el desayuno, así que despidieron a Mirian a quien he estado evitando a toda costa.
No puedo evitar recordar el día en el que nos mudamos, el mismo auto en el que recorremos las calles ahora, la misma canción, el mismo labial que Amelia ha mantenido durante años, y recuerdo haber visto el reflejo de un niño asustado en mi ventana, un niño lleno de miedos que sigue teniendo miedo, solo que ya no a la oscuridad, o a perderse en el supermercado mientras mamá hacía la compra. Ahora veo al mismo niño, pero con miedo de sí mismo, de sus capacidades por hacer daño, no soy un sociópata, no quiero hacer esto, siento culpa, siento placer cuando Amelia sonríe, cuando estoy con mis amigos y nos drogamos a escondidas en la habitación de Boomer. Soy feliz cuando veo a mi perro mover su cola cada vez que abro la puerta de casa, y soy malditamente miserable cuando tengo un mal día y mamá no acaricia mi cabello haciéndome sentir que todo va a estar bien, soy un niño, soy solo yo jugando a ser un pequeño adulto con ojeras, cabello despeinado y nariz respingada, soy solo Lux, no soy una copia, no soy un experimento, no soy un mal hijo, no soy un mal amigo, no soy un ratón de laboratorio, no soy nada.
Soy solo Lux.
Soy Luxury Héctor Nervous, llevo el nombre de la lujuria que corre en las venas de mi madre por primer nombre, y por segundo, llevo el nombre de mi difunto padre, mi apellido es por la ascendencia extranjera de ambos y tengo diecisiete años respirando el mismo aire dañado que pueden absorber tus pulmones, mi altura es de un metro con noventa centímetros y me gustan las cerezas en almíbar rojo como el labial de mamá, me gusta lamer mis dedos luego de comerlas. Vivo en la calle J., mi casa es la número 76, con techo verde, está junto a la casa de una oficial de policía que tiene su patrulla siempre estacionada frente a su domicilio, y me gusta observarla en las noches sólo para saber qué tan cargado será su café antes de dormir. En mi bolsillo, siempre traigo las sortijas de la madre de Neo, y de la profesora Méndez.
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LUX
Mystery / ThrillerAmnesia, es lo que me define, aburrimiento, es lo que me reina, y muerte, es lo que grito cuando salgo de caza.