LUX

22.

"Déjennos morir jóvenes o déjennos vivir para siempre"

22.

Lux.

―Hazlo ―susurro, más para mí mismo, cómo si en verdad lo deseara, cómo si realmente quisiera ver esa bala atravesarle la mandíbula.

―¡NO! ―Huxley no pierde tiempo en abalanzarse sobre Boom, derrumbándolo directo al suelo y por consecuente, el disparo termina perforando el techo del furgón.

El hombre del fondo, corre despavorido, chocando mi hombro con el suyo al dar el salto fuera del camión, mientras Boomer recoge sus piernas y llora tal cual un niño, acurrucándose en el pecho de Huxley quien lo consuela, derramando un par de lágrimas.

Finalmente, ayudo a Jax para que suba sus patas al furgón y automáticamente, corre a lamer la mano de Boomer. Ambos lo abrazan, desahogándose.

―¡Lux! ―me llama Francisco, doy un salto hasta el concreto y llego hasta él―. Los chicos y yo llevaremos a Neo al laboratorio.

―Yo iré por el tipo. Puede contarle todo a Rocco ―interviene Anton para luego emprender camino en busca del hombre asustado.

―Bien, entonces los gemelos y yo llevaremos a Neo, podría perder el niño ―Francisco le ordena a Aaron, uno de los gemelos, que cargue a Neo y yo masajeo mi cuello, en cuanto menciona al bebé.

Dejo que todos se vayan. En segundos, subo al camión, cerrando la entrada.

―Vamos, Boom. Lux y yo te llevaremos a casa ―Hux trata de animarlo, de halar su cuerpo para que se ponga de pies, pero Boomer no hace el mínimo esfuerzo por enderezarse, sólo está allí, destrozado, abrazando a Jax quien lame su rostro pero lloriquea para soltarse del agarre del pelinegro.

―No, no ―niega en respuesta.

―Entonces vamos a mi casa, a papá no le molestará ―ofrece el rubio nuevamente, pero Boomer vuelve a negar―. Bien, suelta a Jax, lo estás ahogando.

Lo hace.

Mi cachorro viene hacia mí, moviendo su cola de un lado a otro hasta sentarse en mis pies.

―Quería asesinarla, cómo ella lo hizo con Mónica ―reclama Boomer.

―Boomer... ―lo regaña Huxley.

―¡¿Qué?! ¿Vas a enojarte conmigo y no con Lux? Porque él sigue revolcándose con la perra de Neo después de lo que hizo ―toco mis sienes cuando el pelinegro escupe palabras en mi dirección y Huxley no demora en regresar su vista de mamá gruñona para mí.