LUX

16.

16.

Lux.

―¿Están locos? ―Neo se pone de pies, limpiando sus manos en su pantalón, dando por hecho que va a irse.

―Escúchanos ―la detiene Huxley. Boomer me mira, esperando que yo la detenga, pero simplemente, me cruzo de brazos.

―No puedo hacerlo... ―Ella observa sus manos― No sé cómo manipular sus genes ya cambiados, no... no lo sé ―sus ojos buscan comprensión en los míos.

―Te ayudaremos, Neo. Estaremos contigo, juntos ―la anima Hux, acariciando sus hombros, observándola de manera protectora y ella cede al tacto de mi amigo. Entretanto, Boomer los observa atónito, dándome algunas miradas.

―¿Qué quieren que haga? ―asiente la chica, mirándome, buscando mi atención.

―Para empezar, informarnos de todos los movimientos de esos laboratorios ―interviene Boomer.

―Queremos que todo siga normal. Hasta que llegue la hora ―sonríe Huxley, observándome―. Nosotros nos encargaremos de los movimientos grandes, pero tú debes hacernos mejores que el resto, Neo.

―Hay 14 de ustedes ahora.

―¿Qué le pasó al número 15? ―cuestiona Boomer.

―Lo asesiné... ―intercedo.

―No ―habla Neo―. Yo lo asesiné.

―¿Por qué? ―Boomer se pone de pies, exigiendo una explicación.

―Eso es mierda ―paro el interrogatorio―. Dile ―miro a Huxley.

Huxley me mira extrañado, pero no se detiene en darle información a Neo.

(👽)

―¿Tienes todo? ¿Cuadernos? ¿Esferos? ―me pregunta Amelia. Encendiendo de nuevo su auto.

Ruedo los ojos y asiento, mostrándole un par de lápices.

―Bien, nos vemos en la tarde, amor ―besa mi mejilla, y yo la limpio en un segundo―. Te amo, cariño ―me dedica una mirada sincera, o almenos eso parece―. Oh, no olvides tu paraguas. No quiero que mi bebé se resfríe.

Me pasa un paraguas pequeño, que cabe perfectamente en mi mochila y yo, abro la puerta del auto para salir de él. Desencajo el paraguas de su funda, enfrentándolo a la tormenta que se desata sobre la escuela. Camino. Mis tenis andan conforme la lluvia cae, las gotas son infinitas, al igual que mis ganas de rascar el tatuaje cicatrizante en mi pecho.

Muerdo mis labios, tratando de dejar a un lado la comezón, subiendo las escaleras hacia la puerta principal. Una vez dentro, cierro el paraguas, el agua de éste se escurre en mis pies.