7.

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7.





           

Lux.


Era infinita, la luz que emanaban mis adentros era infinita. La manera en la que mis ojos veían el mundo era intempestiva, tardía, solitaria... aburrida. La vida me parecía insignificante, podía envolverla en un cigarro y fumarla hasta dejarla en cenizas.

Pero las únicas cenizas que existirán aquí serán las mías, las únicas cenizas que restarán, serán las de mi cuerpo y las de mi antiguo yo. La única manera de aferrarme que puedo encontrar para quedarme aquí, es rezar, recen por mí.

―¿Listo? ―las puertas de la blanca habitación se abren, permitiéndole el paso a Rocco, quien coloca en sus manos un par de guantes de látex.

Antes de articular algo, giro mi cabeza hacia un costado, dónde gotas de mi sangre caen dentro de un envase de cristal el cual tiene una etiqueta con el nombre de  mi madre.

Maldita.

Enseguida, decenas de tipos vestidos de enfermeros, entran por mí, y apresan mis manos, pies y cuello contra la camilla. Soy llevado por un infinito pasillo con luces brillantes hasta otra estancia con puertas retráctiles, dónde posicionan mi camilla en el centro de la habitación y luego de recorrer con mi vista todo lo que me es posible, comienzo a escuchar gritos espeluznantes.

―¡AH! ¡AH!

Los escalofríos me recorren al caer en cuenta de que, el dueño de los gritos es Boomer.

¿Qué les he hecho?

Los utensilios a mi lado, son dignos para una mutilación, o un asesinato despiadado.

Una mano es puesta sobre mi frente, y allí presiona fuerte, impidiéndome retorcerme al ver la aguja que se aproxima a mi antebrazo.

Abro los ojos en extremo al sentir el ardor que recorre mis venas.

Gimo junto con una mueca.

Mi vista se centra en el techo lleno de espejos, luego de esto, la bata de hospital ya no es un estorbo para Rocco y su séquito de idiotas, entonces, el tono de una guitarra comienza a escucharse desde los pequeños parlantes situados en cada esquina superior del cuarto frío e interponen una pequeña tela sobre mi cuello, impidiéndome la vista directa al resto de mi cuerpo, por lo cual, debo concentrarme en los espejos del techo.


Perdón por la interrupción, si quieren sentirse más en ambiente denle clic a la canción, sino, pro sigan <3







Cuando veo la mano de Rocco acercarse con un bisturí a mi brazo, cierro los ojos. Dejando que la música me consuma, al igual que el dolor que provoca la apertura de mi herida anterior.

Aguanto el dolor lo más que puedo, simplemente la anestesia no ha servido de nada.

―¡AH! ¡AH!

Abro los ojos, observando cómo es colocada una sonda en  la apertura de mi brazo, juro por mi maldita existencia que puedo ver el hueso blanquecino asomándose por entre mis tendones y la sangre.

Los gritos de Boomer continúan taladrándome los oídos, junto con la jodida canción que emanan los parlantes y mi respiración se acelera a tal punto que siento arder mis fosas nasales.

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