Perseus

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Jason no había tenido una noche fácil, él no sabía absolutamente nada sobre niños, no sabe como se le ocurrió la grandiosa idea de traer a este hasta el departamento donde se estaba quedando. Miro al niño que ahora dormía a su lado, estaba boca arriba con su chupón en la boca, sus manitos abiertas a los lados y aún con la gran camisa que le había puesto el día anterior.

Darle de comer al niño había sido una tortura, nada parecía agradarle fácilmente. Intento darle fruta picada, eso era lo más saludable que tenía en el refrigerador, lo había sentado en el mesón porque parecía ponerse a llorar cada vez que no lo veía. Este estuvo balanceando sus piernitas mientras el buscaba la comida, cuando intentó darle un poco de la fruta el niño golpeó su mano.

—Oh vamos, tienes que comer ¿No tienes hambre? —Había preguntado intentando darle un nuevo bocado de fruta, mismo que una vez termino en el suelo y el rubio con un golpe en la mano —Eres fuerte —sobo su mano mirando al niño, tal vez sus amigos tenían razón y daba algo de miedo.

Y de la nada el niño comenzó a gimotear, el rubio se lo quedó mirando ¿Qué es lo que quería? El no entendía nada de niños, le acababa de intentar dar comida y no quiso. Intento cantarle una canción pero eso solo parecía molestarle más, aunque se estaba balanceando de un lado a otro.

—Ok, haber, espera —El rubio asustado miro a todas partes, no entendía que es lo que quería el niño y solo empeoraba todo el asunto. De la nada la jarra de agua que tenía sobre la isla de la cocina expulsó toda su agua, como si fuera un géiser. El instinto de Jason fue agarrar al niño y alejarle de ahí, aunque este se seguía moviendo y gimoteando, lo siguiente que sonó fue la llave. Pronto la cocina tenía la apariencia de una piscina más que de un lugar para cocinar —Bien, quédate aquí —

Dejo al niño en el suelo de la sala, tendría que buscar como secar todo el desastre que se había armado de la nada. Busco toallas de cocina por todo el lugar, abrió los armarios e intento cerrar la llave aunque estaba cerrada. De la nada todo se secó, volteó a ver lo que estaba limpiando en el suelo pero no había nada.

El piso estaba seco, el agua de la jarra estaba en su lugar. Incluso tenía hielos.

—¿Qué mierda? —Se pregunto el rubio —Ya me estoy volviendo loco —Murmuró para si mismo mientras volvía a la sala, ahí había dejado al extraño niño pero no estaba. Miro la sala, luego la cocina y de vuelta ¿Dónde estaba el extraño niño?

Comenzó a creer que tal vez se lo había imaginado todo ¿Cómo se había secado la cocina? ¿Dónde estaba el niño? ¿Y si nunca hubo un niño? Miro a los lados, la desesperación estaba ganándole.

—Έπρεπε να πάω στο μπάνιο (Tenía que ir al baño) —Apareció de nuevo el niño, entre sus manitos tenía recogida la gran camiseta que le había puesto el rubio, le quedaba peor que vestido. Ladeo la cabeza mirando al chico que le veía desconcertado, parpadeo un par de veces y se talló los ojos —Ω τέλεια, ήρθα με τον ανόητο της ομάδας (Oh perfecto, me vine con el zoquete del grupo) —Suspiro aún mirando al rubio y soltando la camiseta. Y hacia sonar su chupete, ese que por alguna razón no le había caído mientras hablaba.

—Bien, al menos se que no estoy loco —El rubio suspiro cerrando los ojos un momento, el niño lo seguía mirando, los volvió a abrir —Bebé, no te entiendo nada pero me alegra ver que intentas decir tus primeras palabras —Lo levanto del suelo y lo alzo por encima de su cabeza.

—Ναι, είναι η κοραλλιογενή ... Κατεβείτε από μένα! Πάρε με κάτω! Buah! (Si, es el zoquete... ¡Bajame! ¡Bajame! ¡Buah!) —El niño comenzó a gritar cuando se vio a gran altura, una vez que el llanto empezó la locura de Jason comenzó una vez más. Pero cesó cuando lo sujetó de nuevo en la seguridad de sus brazos.

El Extraño Niño Del Mar [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora