Piritoo.

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La noche había caído en la cálida ciudad de Miami, aunque los vientos estaban comenzando a volverla algo fría. Un pelirrojo peleaba con la cerradura de la puerta de su departamento, la llave no quería entrar por alguna razón.

—Cálmate, solo, cálmate —Piritoo respiro hondo. No había sido un buen día para él, sus clases habían iniciado, o se supone que iniciarían ese día, pero gracias al temblor que se sintió en gran parte de la ciudad no había sido así. Así que era relativamente temprano, aunque no obstante esa no era us razón para estar así.

Cuando por fin logró que la puerta abriera, dejó todo lo que traía en sus manos sobre la mesa, buscó a ponerse algo más cómodo. Miro su departamento vacío con algo de tristeza, no es que le encantara estar solo, pero comenzaba a hacerse a la idea de que así sería. Quizá para siempre. En especial después de lo que había visto.

—Algo de comer —Busco en su refrigerador, vio los paquetes de comidas envueltos. Piritoo no era un gran maestro en las artes culinarias, ni por asomo podía hacer algo que siquiera se viera comestible, así que lo único que hacia era comprar comida para calentar en el microondas.

Desde que su madre había fallecido hace ya un par de años, eso era lo único que comía. Eso, o comida de restaurante, había uno que le encantaba y no quedaba demasiado lejos de ahí, pero no se le antojaba ir ahí a esas horas, ni tenía ánimos de comer demasiado.

Miro con tristeza alguno de los envases de comida, esos no eran de comida comprada.

—¿Qué es eso? —Había preguntado Tritón en uno de los almuerzos en el parque.

—Mi comida —Respondio con obviedad. En el parque tenían una pequeña cocina, dónde se les permitía cocinar y o calentar, su comida, además que estaba la que vendían en el parque.

—Parece que alguien ya la mastico y la vomito —Alejo la bandeja con asco.

—Ey —Se quejó —Yo la hice —Hizo un mohín —Hoy olvide mi dinero y no tengo para comprar en el bar —Tritón gruño, lo miro un segundo y puso su bandeja delante de él.

—Tu lo necesitas más que yo —Piritoo vio la comida ofrecida, todo se veía apetitoso. Hasta termino babeando del buen olor y aspecto del plato —Y no vuelvas a cocinar, eso con la conducción, no es lo tuyo —Determino como si nada. El pelirrojo le vio ofendido.

—¿Acaso me cocinaras tu? —Le hizo ojitos al azabache, este soltó otro gruñido, miró con enojo al pelirrojo y luego al plato que Piritoo había "cocinado" tomo un tenedor y pico la comida con este.

—Si eso salva a la humanidad de tu comida —Siguió picando, de hecho le pareció que eso estaba vivo —Mientras este en tierra te cocinare todos los días

—¡Si! —El pelirrojo celebró.

Ese había sido un día memorable y hasta el día de hoy Tritón seguía cumpliendo. A pesar de que Piritoo no había querido verlo después de lo que vio en aquel pasillo, este se había encargado de dejarle la comida de este día.

—¿Me volverás a cocinar? —Le pregunto al envase mientras lo ponía sobre la mesa y cerraba el refrigerador, tomo las cosas de la bolsa que estaba sobre la mesa, las acomodó en la cocina y en el refrigerador. Era mejor no pensar en ello.

En el silencio de la noche, se sentó en el sofá de su pequeña sala, sostenía un libro entre sus manos mientras a un lado reposaba su plato con comida. Esta se había terminado casi al instante de que se sentó a comer, la comida era demasiado deliciosa como para no terminarla de golpe.

El Extraño Niño Del Mar [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora