"No tengo problema"

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Fue una noche extraña, Leinsa estaba a pocos milímetros de mi. Me desperté varias veces observando su respiración tranquila. De vez en cuando se movía, por algo que estaría soñando, pero incluso así, era preciosa. Me sentía en paz con ella, tranquila, como si nada malo pudiera pasar.

Al despertarme, ella, estaba vistiéndose, se estaba abrochando el último botón de la camisa, dejando algo de escote, pero nada demasiado llamativos. En cuanto me vio moverme y abrir un poco los ojos, se acercó con una sonrisa.

-Bon dia princesa.

De mis labios solo salió un leve gruñido que la hizo sonreír. Luego puso encima de mi cama una bandeja con un café, bollos y fruta.

-¿Desayunamos?

Solo asentí. Tendiendo la la taza de café y ofreciendo la lo que ella me había traído, aquellos bollitos de chocolate, blanditos y jugosos y que iban a ser devorados por nosotras. Leinsa se apoyó en la pared, se puso las gafas y empezó a comer bajo mi atenta mirada la cual no la dejaba de seguir.

-¿Desayunas o me miras?

-Perdona, es que incluso cuando duermes eres preciosa. -Aquellas palabras las dije sin pensar.

Leinsa me miró con sorpresa, luego entendió lo que le acababa de decir, entonces me abrazó, mientras me acariciaba las heridas. -Voy a curarte.

-¿Eso es lo único que sete ocurre?

Entro al baño sin decir nada, abrió un armario donde tenía sus cosas privadas, luego sacó un bote de alcohol y algodón, se sentó en la cama, me quito la bandeja de encima de las piernas, me tumbó para después echar el alcohol en el algodón.

Una vez estuvo lo suficientemente cerca, lo paso con total delicadeza por mi labio, ante mi atenta mirada, su piel reaccionaba erizandose, cosa que a ella parecía no importarla. Luego siguió con la ceja, soplaba de vez en cuando por mis quejas, y mientras lo hacía sonreía.

Aquella sensación, tenerla tan cerca me encantaba, su aroma se impregnaba en mi, dejando su cuello al descubierto.

-¿Tienes más? -Me saco por completo de mis pensamientos. Negué. -¿Segura?

Asentí.

-No pude ver bien que te hizo aquel imbécil, me gustaría creerte, pero... Algo me dice que tienes más. -Estaba en lo cierto, antes de meterme en la bañera me fije que tenía un moretón en el costado, pero como Leinsa estaba en el baño, no le di importancia metiéndome rápido en la bañera. No quería que esperara demasiado.

Leinsa esperaba una respuesta, sin quitarme la mirada de encima, con aquel algodón en la mano. Cerca, demasiado.

Levantó la cejas esperando una respuesta, una pregunta que se clavaba en mis ojos, penetrandolos. Ante su mirada me subí aquella camisa roja que me estaba empezando a gustar más de la cuenta, Leinsa siguió con la mirada mis manos, buscando cuál sería aquel roce, herida que tuviera.

Apenas me miró las piernas, o más allá del costado, de hecho apenas hizo algo que me indicara que la gustaba, al menos tanto como ella a mí. Acarició el costado provocando un quejido amargo salir de mis labios.

-Perdoname. -Me miro con pena. Luego con dos dedos acarició de nuevo el costado, entonces se levantó buscando algo en los cajones. -No te muevas ¿Vale? Confía en mí.

Solo podía asentir mientras la veía como echaba la crema en sus dedos, la calentaba en sus manos para luego pasarla con mucha calma y delicadeza por ese moretón. Cuando terminó, su sonrisa aparecio de nuevo.

Me incorpore lo suficiente como para tenerla cerca, de hecho no se de donde saque las fuerzas para estar rozando casi su nariz. Leinsa solo clavo sus ojos en los míos en total silencio, en ellos se veía lujuria, el deseo. Roce su nariz con la mía para luego posar mi mano derecha en su cuello. Cole un mechón de pelo detrás de su oreja, ella solo me miraba con total atención, como si no quisiera perder detalle.

Ya estaba casi rozando sus labios, lo más lento posible, lo último que quería era que se alejara de mi. Entonces puso dos dedos en mis labios, y con una leve tristeza en sus ojos se levantó sin decir nada.

Ahí me quedé, sin saber que decir ni qué hacer. Lo primero que se me ocurrió fue cambiarme, huir de ahí era lo primero que necesitaba, me acaba de rechazar, y no sabía cómo me sentía exactamente, por una parte. Me había rechazo, seguía en esa habitación de hotel vistiéndose, recogiendo mis cosas para irme cuanto antes, por otra parte no quería separarme de ella.

Leinsa estaba en el baño, estaba con el grifo, se escuchaba el agua caer como una cascada a punto de estallar, hice el amago de llamar, pero al final... En eso se quedó.

Y me fuí.

Trabaje hasta tarde con jonash y Sara, estuvimos como siempre haciendo bromas, cotilleando producto atendiendo a los clientes etc.

-Hey. Ann... ¿Cómo has visto el día de hoy?

-Bien. La verdad intensito.

Los tres nos reímos mientras nos cambiábamos. Cogí la mochila y el móvil, observando todas las notificaciones que me habían llegado por whatshap, Instagram, y WeChat.

+34670734560
Princesa perdona por esta mañana, siento no haber acudido en la tarde, pero, no he podido. Me gustaría cenar contigo. Estoy fuera.

Me había escrito, pero... ¿De que servía? Quiero decir. Me había rechazado e ignorado durante todo el día, no quería caer de nuevo para que luego me hiciera lo mismo. La deje en visto.

No conteste a nada. Salí con estos cerrando la flagship. Me despedí de ellos y empecé a caminar por las calles.

-No me ignores.

Su voz.

-Por favor no lo hagas, déjame disculparme. -Intento agarrarme el brazo pero se lo quité. Y me giré enfrentándome a ella, podía sentir la rabia recorrer mi cuerpo y creo que era algo de lo que ella se estaba percatando.

Adelanto un paso con miedo, observando mis gestos. Y, me abrazó. Apoyo mi cabeza en su pecho dándome un dulce beso en la cabeza. -No me odies.

"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora