"Ven."

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El evento salió bastante bien, después de terminar todos nos fuimos a tomar algo y celebrar que había sido éxito que incluso los de Apple se estaban paseando para vernos, algo con lo que no sueles contar.

Leinsa se unió al grupo, e invito a las copas y a la cena, bueno, más buena la empresa lo hizo. Cenamos de todo, desde hamburguesas a costillas, bebimos de todo también, bueno, bebieron de todo, al llegar a las cuartas copas me fui fuera para poder fumar y relajarme un poco del ruido. Jonash me siguió ya que éramos los únicos que fumabamos.

-Bueno y que... ¿Vas a contarme qué te dijo la chavala? -Deje que el humo saliera de mis labios.

-Nada importante la verdad, en sí que me veía algo plof en el evento, pero en si bien. -Jonash se apoyó en la pared.

Callados y observando las estrellas, mientras fumabamos nos quedamos ahí dejando la vida pasar, observando a las personas que pasaban. Tan tranquila y relajadas. Daban pura envidia.

Los segundos pasaban y nada interesante entraba en nuestras vidas, solo el humo de los cigarrillos extendiéndose hasta el cielo, más visible por las pequeñas luces que nos acompañaban.

Así hasta que dos gilipollas se pararon delante nuestra. -Vosotros ¿tenéis un piti? -Ambos negamos. -Estais fumando, dadnos un piti a cada uno.

-No. -Salte por la chulería de sus palabras, el chaval sonrió animando a sus amigos a acercarse más.

-Te lo pido por las buenas guapa.

-Y yo te digo por las malas que como me toques te arrancó la cara a puñetazos.

El chaval sonriò sarcásticamente adelantando el paso, en menos de dos segundos estaba clavada en la pared, Jonash empujándole a un lado y yo agarrándole de la camisa. Estábamos gritando mientras el junto con sus amigos nos insultaba, hasta que el chaval consiguió darme en la cara, me rompió la nariz y la ceja, pero mi orgullo me hizo levantarme de nuevo para defenderme.

Estaba a punto de darle ese puñetazo tan merecido, pero al instante note el agarre de unas manos en mi brazo. -No, yo me encargo.

Leinsa apareció de la nada, se quitó las gafa, y me las dio, luego me regaló una sonrisa antes de caminar hacia los chavales. -Caballeros fue más que suficiente, mejor que os largueis si no queréis que una plantilla entera de empelados os revienten a ostias. -Era la primera vez que escuchaba ese lenguaje salir de sus labios, siempre fue tan delicada y tan sutil, que me dejó impresionada.

Los chavales miraron el bar, encontrándose con nuestros compañeros obsernandoles desde las ventanas, miraron a Leinsa, sonrieron y con una leve reverencia se marcharon.

-Y tú te vienes conmigo. -Me señaló.

Jonash me observó por última vez, antes de coger el cigarro que se me había caído, apagarlo en la pared y susurrar, "todo irá bien" estaba cagada de miedo, la directora caminaba firmemente ante las miradas de mis compañeros. Y lo peor es que no decía nada solo caminaba, y yo, cual perro faldero la seguía con miedo.

Entramos en el baño. Entonces me cogió en sus caderas sentándome en la encimera del lavabo. Solo podía observar sus movimientos. Echo agua en papel y empezó a rozar lo por la ceja izquierda, al instante del contacto me queje apartando un poco la cara.

-No seas quejica. -Sonriò con mucha dulzura, dándome a entender que volvería a acercar el papel. Asentí levemente dejando que curara la herida que no paraba de sangrar. Ese golpe era el que más me dolía, y se lo hacía saber quitando la cara. Algo que entendió a la tercera y que decidió calmar acercándose y delicadamente soplando el escozor que me acababa de provocar.

Estábamos muy cerca, de hecho podía notar su olor el cual me recordaba a alguien muy especial para mí, tiempo, atrás. Su aroma me estaba anestesiando, como una droga que acaba de alcanzar y que no quería dejar nunca. De hecho su cuello estaba muy cerca, demasiado.

-Si sigues mirando mi cuello así, voy a pensar que quieres morderlo. "Joder" me sonroje al instante mientras ella no paraba de reír. -No pasa nada, no es que me moleste Ann.

-Al menos podrías no reírte... -Fingi enfado mientras ella acariciaba con el papel mi labio.

-Puedes mirarme cuanto quieras.

-Mirar pero no tocar... -Susurre.

-¿Quieres tocar? -Lo dije en un susurro, no debía haberlo escuchado, de hecho, no tenía que escucharlo. -Deberias susurrar más bajito.

-Perdona. -Me baje de la encimera observando los moretones de mi cara, la ceja partida, y el labio. Me eche agua en la cara bajo su atenta mirada, la cual se alejaba de mi.

Más tarde me seque, y fui hacia la puerta para volver con mis compañeros. -Espera... ¿Ni un gracias?

-Gracias. -Dije a la nada.

Ella se adelantó hasta llegar a mí, entonces giro su cuerpo hasta estar cara a cara, se agachó un poco y señaló su moflete.

-Lo quiero aquí. -Sonrei al instante por qué por muy mayor que fuera, tenía esa dulzura de niña, de una persona única.

Le di el beso con toda la dulzura posible, me devolvió una sonrisa perfecta y acaricio la zona del labio que tenía partido, después me abrió la puerta, y juntas salimos de allí.

Lo peor fue encontrarnos a nuestros compañeros, sus empelados en este caso, observando nos anholadados. A ella no parecía importarle, se sentó como si nada, y en cambio a mí me dejó con muchas dudas, muchas preguntas que quería hacerla, por qué incluso con ellos delante, no dejaba de mirarme.

 A ella no parecía importarle, se sentó como si nada, y en cambio a mí me dejó con muchas dudas, muchas preguntas que quería hacerla, por qué incluso con ellos delante, no dejaba de mirarme

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"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora