"Increíble"

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Leinsa y yo caímos rendidas ante los brazos de Morfeo. Estábamos pegadas no deje que se separará, ella quería dormir un poco alejada por las vías, pero por mi parte no quería permitirlo, así que tal y como me enseñó mamá, quite las vías.

Primero moví la rueda de la vía para que el gotero dejará de funcionar, luego desenrosque la rueda de la vía,y desentapone el cableado con mucho cuidado, deje la aguja aún metida, y los celos, pero al menos ya me podía mover con facilidad y abrazar a Leinsa mientras está dormía en mis brazos. Estaba preciosa, era el único momento en el que sus facciones se relajaban. Podía ver más sus pecas, y sus labios los cuales estaban algo rosados, le acaricie el pómulo notando como su piel se erizaba.

Su corazón iba lento y su respiración estaba totalmente tranquila. Acariciaba su pelo entrelazando lo entre mis dedos, acaricie sus labios provocando que se pasará los dedos por estos. Sonreí.

-Eres preciosa. -Bese su mejilla.

(...)

Nada más despertar Leinsa no estaba al lado, busque con la mano, la cama aún estaba caliente. En cuanto abrí los ojos Sarah junto a Mike estaban a los pies de la cama con los brazos cruzados.

-Buenos días... -Los dos estaban enfadados. -Te has quitado las vías...

-Tiene una explicación, me molestaban.

-Aja esa es tu explicación, si te ponemos el suero y la morfina es por tu bien, si coges y te lo quitas... ¿De que sirve Ann?

-A ver no me he quitado las agujas.

Sarah negó, se acercó a las vías y conecto todo el cableado de nuevo. Mike le ayudaba, después me echaron las cremas en las piernas y en el costado. Aproveche para levantar un poco la cabeza y ver mi estado. No debí hacerlo... Era horrible, tenía heridas por todo el cuerpo, moretones negros en el costado izquierdo, la rodilla derecha totalmente roja casi morada, hematomas, arañazos, heridas... Menuda imagen.

-Buenos días cariño. -El café acabo en el suelo manchando toda la cama. La cara de Leinsa era de sock total, no articulaba palabra, tenía las manos en la boca y cierta tristeza asomaba en sus ojos.

Me tape como pude. Mike me ayudó y Sarah camino hasta Leinsa para echarla hacia atrás. Leinsa se resistió, apartó a Sarah, y se acercó a mí cogiendome la mano.

-Dejame cuidarte.

Es lo único que pudo decir después de aquella imagen. Se sentó en la cama o Servando como Sarah y Mike me echaban las pomadas, estudiaba como lo hacían, que pastillas me daban, he incluso como me lavaban.

-Mike y Leinsa salid, porfavor voy a las partes íntimas. -Sarah observó a Mike quien enseguida se fue, Leinsa aún se mantenía ahí sentada en la cama. -Leinsa porfavor...

-Deja que lo haga yo.

-¡No! -Dije. Tapándome, pidiendo a Sarah con la mirada que la dejara fuese como fuese.

-Pero cariño si ya te he visto.

-Me da igual, me niego. -Leinsa suspiro pesadamente y se fue.

Sarah curó las partes que faltaban, luego con mucha delicadeza me quito el pijama, quito las vías y poco a poco fue limpiando la piel que se encontraba.

-Gracias por apoyarme con Leinsa.

Sarah paro en los pechos, me miró un segundo haciendome entender lo que iba a hacer, asentí dándola paso. Primero deslizó con suavidad la esponja, luego seco para después echar la crema.

-¿Es tu novia? -Dijo, echando la crema en sus manos para luego echarme la a mí.

-Si, bueno algo así, no es nada formal, aún, pero eso espero. -Sarah sonrió deslizándose por las piernas con la esponja hasta llegar a la zona sagrada.

-Sera rápido te lo prometo. -Mi cuerpo se tensó en cuanto la esponja tocó la zona, Sarah intentaba hacerlo lo más rápido posible pero con delicadeza. -Ya está, ya puedes respirar. -Sonrió.

Me ayudó a vestirme, volvió a conectar las vías y visualizo que tuviera todas las pastillas, además de llamar para que trajeran la comida. La verdad Sarah como enfermera un diez, estaba a todo, pendiente de todo, de hecho me hacía alguna que otra broma mientras me daba las pastillas, se portaba muy bien.

-Bueno yo ya me voy, pero ante debo decirte esa mujer se muere por ti, y me impresiona porque a nuestras edades no es que confiemos mucho en otras personas o en el amor, pero, la forma en la que te mira... Guau... Nena tienes un diez al lado, cuidalo. ¿Quieres que la ha pasar?

Asentí, comiendo lo que me habían traído. Leinsa entro agradeciéndole a Sarah mis cuidados.

-Tranquila para lo que necesitéis.

Leinsa se acercó dándome las pastillas que Sarah le había dado, creo que quizá solo hizo porque Leinsa sentía que no podía cuidarme, que no podía hacer nada, fue su forma de demostrarla que si, que realmente si podía hacer algo por mi.

-¿Te ha tratado bien? -Asenti tragando la pastilla. -Ann... He estado pensando. -Se sentó a mi lado. -Me gustaría que vinieras a vivir conmigo, la verdad... Se que es demasiado pronto, pero quiero cuidar de ti, para lo bueno y lo malo pequeña... -Sonrió. Aunque en sus palabras se notaba algo de miedo, aún habiendo las dicho muy segura y con su dureza de jefa, casi como una orden.

-Te entiendo, yo querría lo mismo si te pasará algo.

-Entonces... -Dudo.

-Ire a vivir contigo, porque quiero estar cerca de ti, hace un momento Sarah me ha preguntado que si eras mi novia, y realmente no he sabido ni que contestarle. -Acaricie la mano que apoyaba en la cama. -Quiero estar contigo y me da igual quien o que me vea, dejo que me cuides, pero no te pases, no soy de porcelana. -Sonreí.

Leinsa se acercó despacio clavando sus ojos en los míos. Acarició mis labios dejando descansar la mano en mi nuca, beso mi mejilla con todo el cariño del mundo, y pego sus labios a los míos con necesidad. Algo que me perdía de ella, era cuando se mordía el labio inferior, acto que hizo en cuanto nos separamos.

Y a mí me volvió loca.

Me quite las vías bajo su atenta mirada de desconcierto he intento ponerme las de nuevo, pero no le dejé, la apoye en la cama y empecé a besarla el cuello, a morderselo despacio pero con cierta dureza. De ella salió un leve gemido que hizo que me encendiera aún más y que clavara mi peso en sus partes más íntimas. Otro gemido en el cual intento separarme.

-Aqui no mi vida, imagina que nos pillan.

Pero yo no escuchaba, le quite la camisa y empecé a besar su pecho acariciando sus costados y sus piernas las cuales estaban desnudas por la falda, era preciosa, una diosa perfecta.

-Mi vida porfavor aquí no.

-No nos van a pillar, mis padres están por ahí, vete a saber dónde, y Sarah no vendrá a no ser que la llame.

-Mi vida... -Mordi su labio inferior, débilmente. -Me dijiste te quiero.

Bese su clavícula. -Si, es la verdad.

Aquellos ojos azules grisáceos que tanto me gustaban... Se habían iluminado igual que dos estrellas a punto de estallar, sus mejillas se habían puesto un poco rojas, muy leve, pero preciosa. Aquella mujer dura ahora era una mujer que se mostraba tal y como era... Enamorada.

Seguí besando su cuerpo hasta que llegue a su falda, ahí sus manos me alcanzaron, me levanto junto a ella, me puso en el suelo, y me guío para seguirla hasta una mesa. Allí apoyo sus manos dándome la espalda, justo enfrente de un espejo por el cual podíamos observarnos.

Acaricie sus caderas sutilmente, baje la cremallera despacio notando como sus manos se tensaban, jamás borraría tal imagen, Leinsa clavando sus ojos en los míos, observando como la cremallera descendencia poco a poco hasta que se resbalaba por sus piernas hasta caer al suelo. Su camisa tapando algo de su cuerpo, y mis manos sujetándola para quitarse los tacones. Totalmente increíble...

"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora