"Piel de gallina"

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El camino se hizo eterno ambas estábamos completamente calladas, ella dirigía de vez en cuando su vista a mí, y yo me dejaba caer en manos de la carretera hasta llegar al restaurante. No llevábamos música por lo tanto los silencios eran más extraños por qué dábamos a entender, o bien que estábamos enfadadas o bien que no teníamos nada en común, que su cercanía era simple atracción, y siendo sincera no me apetecía ser la sumisa de nadie.

-¿Que piensas? -Estaba dispersa en la carretera en el movimiento de las líneas y en una canción que hiciera ese momento, más único. Asylum. -Ann...

-Perdona estaba...

-En tu nube. -Sonrió y me acarició la mejilla. -Y... ¿Que hay en esa nube?

No sabía si contarle la verdad, decirla todo lo que se me pasaba por la cabeza iba a ser como una metralleta, y más cuando me ha acompañado al médico, ha cuidado de mi, y sea preocupado.

Me quedé un rato en silencio hasta que sus manos jugaron con las mías. Acariciaba de arriba a bajo y de vez en cuando se detenía para hacerme pequeños círculos.

-¿Sabes? Me he dado cuenta que incluso en tu perfecta y maravillosa nube se te sigue erizando la piel.

Tenía razón, tenía la piel de gallina, pero estaba completamente relajada ante sus encantos, deje de pensar para prestar atención a sus preguntas, quisiera o no tendría que contestarla en algún momento.

-Por cierto hemos llegado. -Señalo el restaurante dejándome a mí como una idiota embobada que se había quedado ahí pensativa. -Antes de entrar... ¿Que piensas?

Tome aire, relaje mis manos y... -Pienso que no tenemos nada en común, hemos hecho un largo viaje y no hemos hablado de nada, quizás soy simplemente una atracción para ti, y... No quiero eso la verdad. -Ella solo escuchaba lo asombroso de todo es que mis palabras ni la ofendieron ni la sorprendieron. -Leinsa, salí de una relación muy difícil por qué a ella aún la quiero, y siempre la tendré en mi corazón, con lo cual no soy de rollos, ni una persona que los quiera. Sonriò. -Aun la quiero y quiero ser sincera por que he visto la cara que ponías cuando te he dicho que una niña de 25 años está loca por ti. Quizás te lo tomes a risa, pero no lo es, eres la primera persona que llama mi atención en dos años, que consigo sentir algo y si vas a ser así conmigo, cercana y lejana, necesito saberlo para decirme a mí misma que esto será pasajero.

Al terminar todos los sentimientos que sentía por aquella chica que no era Leinsa salieron disparados, mis ojos comenzaron a cristalizarse y de ahí las lágrimas no cesaban, era la primera vez que me abría así a alguien después de ella, y sabía que no iba a ser correspondido, que aunque me acariciara o me protegiera era solo pasajero.

Leinsa sin perder más tiempo me abrazó y comenzó a darme besos en la cabeza, no dijo nada solo me apoyaba en ella, me puso cerca de su corazón acariciandome el pelo y los brazos.

Hubo un momento que tuve el amago de besarla pero los sentimientos me echaron para atrás agarrándome con más fuerza contra ella, escuchando esos latidos relajados que intentaban relajar los míos.

-Nunca menos precies quién eres y menos aún tus sentimientos. -Fueron las únicas palabras que salieron de sus labios.

Me levanto el mentón limpiando las lágrimas que se quedaban en este hasta caer, me miró a los ojos y pego su frente contra la mía. Respiró conmigo relajándose, mejor dicho, anestesiandome. Quito los mechones que me tapaban la cara y acerco sus labios a los míos. Sus labios no estaban tensos esta vez, estaban suaves y delicadamente se movían sobre los míos, con mucho cariño. Pidió permiso con su lengua lo que provocó una sonrisa en mis labios.

-Lo mejor de besarte, es sentir esa sonrisa sobre mis labios. -Pegue mis labios a los suyos subiéndome encima de ella para poder abrazarla.

Me apoye en su hombro y con un leve susurro le di las gracias. Acaeció mi espalda dándome besos en el cuello y poniendo mi mano derecha en su pecho.

-Quiero que escuches mi corazón cuando te tengo cerca.

Sonreí notando como éste se relajaba ante mi. -¿Que vamos a hacer Leinsa?

-Lo que sea necesario princesa, de momento comer, y luego te vas a venir conmigo a mi hotel, pero, está vez, duermes conmigo.

"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora