"No me importa"

255 27 1
                                    

Acabé en su hotel, en parte no sabía que pintaba allí, total me había rechazado, me había dolido por qué era la primera persona que realmente se preocupaba de mi, y que estaba pendiente.

Pidió la cena mientras veíamos la tele, cenamos sushi. Lo irónico de todo es que estábamos totalmente calladas, no decíamos nada en absoluto, nos limitamos simplemente a comer.

De vez en cuando podía ver cómo me miraba, como movía las piernas nerviosa. Incluso su mandíbula se tensaba más de lo debido. No quería estar ahí, me lo estaba haciendo bastante incómodo, entre su presencia, la cual siempre perfectamente bien peinada, bien vestida, y su educación recta, además de su distancia conmigo. Si no fuera por la TV solo abría silencio.

-Escucha... -Acaricio mis manos llamando mi atención. -Quiero hablar...

-Dejalo. -Interrumpi la situación, sabía muy bien cuáles serían sus palabras y no quería escucharlas, no quería hacerme a la idea, y menos aún que me lo dijera tan claro.

Entendió a la perfección mis gestos y el nerviosismo que estaba acentuándose en mis piernas, no quería volver a pasar por lo mismo, ese rechazo, esa indiferencia y esos ojos tristes mirarme con pena, no.

-Ann, solo escúchame. -Levanto mi mentón para mirarme a los ojos. -Quiero que sepas por qué. -Negue en silencio, no estaba dispuesta a escuchar una excusa o cualquier tontería que se le pudiera ocurrir solo quería salir de allí. -No niegues y escúchame porfavor. Siento haberte hecho sentir así, se lo que se siente, por qué... Yo también lo sentí. -Respirò profundo tomando aliento. -Me gustas Ann, me encantas. -Sonreí. -Pero tengo 33 años, no te saco a penas años, de hecho muy muy pocos, pero tú estás en la etapa de conocerte, cuidarte, salir... Etc. No quiero encerrarte en mi vida Ann, no quiero que me des algo por qué es lo que yo necesito en este momento.

-Estamos hablando de esto y ni siquiera me has besado, aún sabiendo que me pongo nerviosa contigo, que se me eriza la piel con cualquier contacto, que mis pulsaciones aumentan, aún así no paras de acercarte y a la vez te alejas.

Leinsa solo me observaba mientras hablaba, sabía que cada palabra que la decía tenía razón, y mientras la dejaba en claro que no iba a jugar al gato y al ratón, ella forzó su mandíbula mostrando su inseguridad.

-Te dije desde un principio que no quería ser la que se folla a la jefa por conseguir un puesto de trabajo o algo superior, creo que con esas palabras te deje bien claro como era.

-Tienes razón.

Tras esas palabras decidí levantarme dejándola que pensara. No quería atosigarla más y menos aún que se sintiera peor de lo que ya se sentía, sé que aquella anotación no solo la daban en que pensar, si no que también la mostraban lo que yo quería y como era.

Cogí mis cosas caminando hacia la puerta, me despedí con un leve adiós, costoso, y atormentado. -Espera.

-Tienes razón. -Y con esas palabras fue suficiente para coger mis manos atrayendolas a su cuello, quitarme el abrigo y la mochila de las manos. Acercó su frente a la mía con los ojos cerrados, sus manos estaban en mis caderas y por la diferencia de estatura, Leinsa estaba agachada hacia mi.

Sonriò de lado y con un leve suspiro que solo yo pude notar, rozo mis labios. Los besó. Sus labios temblaban al igual que sus manos que me sujetaban con delicadeza pero con fuerza, su respiración estaba agitada y su pecho no paraba de moverse de arriba a bajo como un loco. Era un beso dulce, delicado, hasta que pidió permiso con su lengua, accedí sin pensar, se comía mi boca con desesperación pero con tranquilidad como si lo esperara desde hace mucho, acariciaba mi espalda de arriba a bajo, su respiración comenzó a agitarse más de lo debido al igual que la mía que la pedía más.

Deje de besarla para morder su cuello, primero la di besos delicados, al instante su piel se erizo pudiendo ver lo que la provocaba. Luego mordí un poco provocando que de sus labios saliera un leve gemido ahogado. Lleve la situación más allá acariciando sus caderas hacia mí mientras mordía con decisión pasando la punta de la lengua por su lóbulo izquierdo.

-Espera... -Si voz sonaba excitada y con ganas de más, así que la empuje con tranquilidad poniendo su cuerpo sobre la cama y el mío encima, puse sus manos en mi cuello poniendo todo mi peso sobre ella.

La cordura se nos había ido de las manos, y esas lejanías y barreras las estabas traspasando delicadamente y con calma. Sus manos pasaron a mis costados, levantó mi camiseta lo suficiente para poder tocar mi piel, sus dedos me rozaban con dulzura, hasta que toco el moretón.

-Ah... -Me hice bola en su pecho, literal tocando el costado que me dolía.

-Perdoname. -Al instante se levantó nerviosa, me quito la mano del costado observando el moretón, el cual era peor, por su cara deduje que estaría más oscuro que ayer. -Madre mia Ann te voy a llevar a la privada ya.

-No, de verdad estoy bien.

-No lo estás, Ann, está negro, eso es por que posiblemente te partió una costilla. Si veo a ese cabron me lo cargo te lo digo enserio, vamos.

No me escuchaba la daba igual que la dijera que no, me bajo la camiseta me levanto despacio, entonces me miró profundamente y beso mi mejilla.

-Vamos.

"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora