"Piel de gallina 2."

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Comimos juntas en una velada que fue bastante agradable, ella pidió filete de ternera con crema de champiñones y una ensalada, como eres de esperar. Por mi parte me decidí por los spaguetis a la carbonara y huevo, riquísimos. Mientras comíamos hablábamos de muchas cosas, desde el tiempo a nuestras familias las cuales echábamos mucho de menos.

Tomamos dos copas de vino blanco, Leinsa se notaba que tenía ciertas directrices ya definidas, pues cogía la Copa y antes de beber, removía y olía el dulce olor de aquel vino. A mí me daban escalofríos solo de tenerlo cerca, malísimo. Ella en cambio lo disfrutaba lo saboreaba, disfrutaba del sabor amargo bajando por su garganta hasta caer. Sus ojos en cada tragó se encendían como si el fuego del propio alcohol recorriera su cuerpo hasta estos. Relamía sus labios después de que ese sorbo quedará impregnado en estos.

Literalmente se me estaba cayendo la baba al verla, era sensual ver cómo bebía algo tan simple y a la vez lo hacía sin querer, tan erótico. Sexy. Ella no se imaginaba mis pensamientos pero de alguna forma parecía que si por qué siempre al terminar de relamer sus labios clavaba sus ojos en los míos, pensativa, y esperando algo por mi parte.

-¿Te gusta el vino o esa piel es por mi? -Me saco la lengua.

Negué mirando hacia otro lado, bebí de nuevo notando ese sabor amargo asqueroso. Si bebía era por acompañarla no por mero gusto. Aunque reconozco que con la comanda de platos deliciosos que nos habían servido, el vino, sabía de forma de diferente.

Una vez terminamos, Leinsa se encargó de la cuenta, pago al mesero con el reloj de Apple que adornaba su muñeca. Diò las gracias a ambos meseros para después atenderme a mí. Poniéndome el abrigo y dándome un dulce beso en la frente.

-¿Vamos? -Asenti algo dubitativa.

Esta vez el viaje fue diferente. -Si quieres pon tu Spotify. -Y así lo conecte dejando que solo ella pudiera saber cómo soy atraves de mi música.

La primera fue:

Era una de mis canciones favoritas, desde siempre este rapero supo como elevar los sentimientos hasta el punto de poder de alguna forma transformarlos para poder compartirlos. Desde la rabia, hasta el amor. El chaval conectaba contigo de una forma diferente y además te daba ese salto que necesitabas en momentos dolorosos.

Leinsa no dijo nada pero su rostro mostraba cierta tristeza, pues la canción hablaba de un ser amado al que dice adiós por no poder seguir luchando.

En cuanto acabo decidí que esas canciones eran las que mejor me representaban así que puse otra:

Está te sumergía en un mundo distinto, una despedida familiar que se daba por la muerte de una ser querido, o de alguien a quien realmente añoras y que no volverás a ver. La gran diferencia es que la canción en ningún momento decía adiós ni lo daba a entender, pero, si la escuchabas y cerrabas los ojos, te despedias.

Con cada canción Leinsa acariciaba mi mano izquierda poniéndola en las marchas mientras daba suaves caricias, se sentía como una protección y a la vez con un cariño que hacía tiempo no sentía.

Aquella chica dura, se empezaba a mostrar tal y como era, y cada vez me dejaba ver más allá, su interior su forma de ser, la sonrisa que te daba un calor tan acogedor que no querías vivir sin ella.

Más tarde sonó:

-Esta me gusta.

-Eso significa... ¿Que las otras dos no?

-No, eso significa que me encanta conocerte atraves de la música, pero más me gusta saber... Que todo aquello que piensas y sientes lo sumerges en tu mente gritandoselo al mundo de una forma tan especial. -Me quede muda, literalmente.

Leinsa espero una respuesta y al no obtenerla, entendió que había dado en el clavo, así que con mucho orgullo sonrió, besando mi mejilla ya nuevamente acariciando mis manos las cuales estaban frías por la época del año.

Jonash:
Pequeña ¿Viste lo que dijeron?

Ann:
No nen.

-¿Con quién hablas?

-¿Te interesa? -Dije apartando el móvil.

-Me interesa todo aquel que llame tu atención más que yo. -Sonrió de oreja a oreja haciéndose la niña buena.

La mostré el móvil.

Jonash:
El lunes no tenemos que presentar la formación, somos libres boluda.

-Si tiene razón, aunque podría no decir boluda terminando la frase por ejemplo.

-Vamos, lo dice con cariño.

-Aja... ¿Y qué clase de cariño te tiene?

-¿Celosa?

Sus ojos se volvieron muy oscuros, aquel grisáceo tan bonito se había vuelto un azul oscuro muy intenso, volviò a mirar a la carretera parándose en un semáforo. Por mi parte no decía nada solo la miraba como se había enfadado por decirla eso. Entonces me cogió acerco sus labios a mi oído y susurro.

-El no puede hacer esto. -Y me besó.

Caí rendida en sus labios, lo deseaba, lo necesitaba, sus besos eran tan tiernos y dulces que no quería separarme de ellos, además mientras me besaba acariciaba mi cuello y los pómulos.

-¿O puede?

Negué acariciando sus manos dando un sutil beso en su cuello que erizo su piel por completo provocando que cerrara los ojos y respirara costosamente.

-Deja algo para el hotel. -Mordio mi cuello. -Eso por besarme el cuello. -Y me guiño.

Quería estar con ella por qué me encantaba cada minuto a su lado, disfrutaba. El problema eran mis miedos y sus retrocesos, parecía que había cosas que la molestaban aunque aún no sabía el que.




"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora