"Señora Falcón"

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Leinsa estaba más pendiente que de costumbre, últimamente estaba muy cercana y protectora, cambiaba los horarios continuamente para que estuviese con ella. Además de darme las formaciones aparte del equipo enseñándome las leyes y los derechos de los trabajadores.

-Este tema es muy importante cariño... Prestame atención. -

Llevábamos como dos horas con lo mismo, estaba súper aburrida jugando con la  tira de la que se descolgaba mi nombre, dándole vueltas continúas y bostezando.

-Ann basta... -Quitó la chapa de mis manos dejándola pegada a mi pierna derecha. -Necesito que me prestes atención. -

-Leinsa llevamos dos horas con lo mismo... -

Cierta resignación salía de mis labios, Leinsa sonrió con cariño acariciando mis labios, se acercó lo suficiente como para rozar mi nariz, luego pego sus labios a los míos besandolos con mucha ternura.

-Asi quizás te despiertes... -

Susurraba mientras acariciaba el final de la tela que descansaba encima de mis piernas. Apoyo dos dedos en el brazo izquierdo que la sujetaba hacia mí, no quería distancia, quería tenerla si o si.

La apoye en la mesa abriendo sus piernas para dejarlas sobre mis caderas, acerque mis labios a su cuello mordiendo con delicadeza mientras mis manos acariciaban sus piernas, ya que Leinsa nunca llevaba pantis.

-Veo que te despierta. -Me mordió el labio inferior. -Pero... -Apoyo una mano en mi pecho echándome hacia atrás. -Debemos terminar, mañana Vic y tú pasaréis a ser representantes del equipo.

-Esta bien... -

Leinsa estaba muy emocionada contando los proyectos y actitudes que tomaríamos tras acceder como representantes del equipo, cosa que se comunicaría a otras empresa como la mismísima manzanita, dicha, con la que tendríamos una reunión para verificar las responsabilidades y asistencias que tomaríamos como equipo.

-Es muy importante que tengas en cuenta las leyes, tanto las de asistencia como las de representación.-

-Aja... -No paraba de bostezar, ella solo me ignoraba siguiendo con el tema como si nada.

-A ver importante. Si se da el caso de dos prestigios de resolución administrativa, tienes que tener muy claro cuál tomar, y sobretodo comunicar al equipo las contras. -De vez en cuando me tiraba algún boli para llamar mi atención, cosa que conseguía a base de malas caras. -Si sigues sin prestarme atención... Te juro que te dejo sin sexo tres meses. -

-No aguntarias tanto. -La rete.

Su expresión cambio de enfadada a divertida, subió una ceja y asintio aceptando el reto. -Veremos señorita Ann.

Después de unas cuatro horas de charla, en la que sólo y únicamente era Leinsa dando vueltas de aquí para allá, apuntando un porrón de leyes en la pizarra y dándome algún que otro susto para que me despertara y la prestará atención, por fin, terminó.

Literalmente corrí de allí salí de tal manera que me lleve por delante a Jonash y a Tati.

-¿Sé qué pasó?

-Leinsa está muy cansina con las leyes y no sé qué más... Me piro nois.

Salí de allí lo más disparada posible dejando a ambos en el suelo. Pase la puerta de tienda y gire en cuanto pude para meterme en un restaurante que había muy cerca de la zona, y así poder librarme de las preguntas y de Leinsa un rato.

-Un café con leche por favor. -La camarera asintió con una sonrisa, ya nos conocíamos de varias veces que habíamos venido.

Entonces me puse a pensar, realmente si seguía enamorada era por qué había puesto en un pedestal a quien no debía, o más bien a quien en este momento no lo merecía, la había puesto tan arriba que me estaba perdiendo muchas cosas con Leinsa que merecían la pena. Pero el problema es que ese enamoramiento iba más allá, por qué aunque con Leinsa me sentía yo, no sentía esas mariposas que me provocaba ese pedestal.

Era algo tan interiorizado que pensarlo una y otra vez solo conseguía consumirme. Y aunque intentará psicoanalizarme para conseguir esa maldita respuesta del por qué pasaba eso. Por qué una persona era capaz de poner mi mundo patas arriba con solo sonreír. ¿Por qué?

Tome la decisión que jamás pensé que tomaría, una decisión que en mi era lo más extraño del mundo. Ir al psicólogo.

La única solución que en este momento me transmitía paz. -Oye Beca... ¿Conoces algún psicólogo?

-Si, durante mucho tiempo fui con la doctora Falcón, es una señora de dinos 50 años más o menos, es mayor, pero es muy maja y muy consciente de las cosas y de cómo tratar a cada quien. Ya sabes... Es de fiar. -

-¿Me das su número? -Beca que era el nombre de la camarera, cogió mi móvil apuntando el número.

-Ahí lo tienes, dila que vas de mi parte, quizás te haga precio. -Asentí devolviendo la la sonrisa.

En cuanto termine el café me decante por llamar a esta mujer. La verdad su voz sonó totalmente cercana, educada a la vez que segura, me dió cita para ese mismo día y únicamente me preguntó que tema quería tratar en la primera sesión, solo un suspiro salió de mis labios.

"Parejas..."

"A mis 25... una, ¿profe?" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora