Espejo

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Un domingo cualquiera y normal para la joven pareja. Se levantaron más tarde de lo normal, decidieron ir a desayunar a un restaurante, ya que ambos tenían pereza de cocinar algo, al terminar fueron a una plaza comercial donde compraron varias cosas, algunas prendas de ropa o implementos para la casa.

Como el tiempo paso rápidamente, la hora de comer había llegado, por lo que decidieron ir a otro restaurante. Por último ya en la tarde pasaron a hacer el super de la semana. Al llegar a casa, dejaron las bolsas en cualquier parte de la casa y subieron a su habitación, estaban algo cansados.

— Estoy muy cansado —expresó el castaño— Se supone que sería un día relajante pero hacer tantas compras cansa demasiado —se quito los zapatos y la playera.

— También estoy cansado, pero no crees que deberíamos hacer algo, antes de irnos a dormir —dijo Emilio mordiendo su labio acercándose a su novio, tomándolo de la cintura.

— Claro debemos darnos una buena ducha —comentó Joaquín sin entender las dobles intenciones.

— No, algo antes de eso —susurró el rizado empezando a besar el cuello del menor — Tengo una idea y me gustaría probarla ahorita, si tu gustas.

— Mhg, solo si prometes que después de eso nos ducharemos y no intentas hago más —pidió Joaquín aguantando se las ganas de jadear.

Emilio no contestó en cambio acercó sus labios a los del castaño empezando un beso intenso. De inmediato las manos de su novio  bajan a su cinturón para desabrocharlo, al igual que el pantalón. Se separararon del beso para quitarlos por completo y de paso las playeras de ambos.

El rizado guio a Joaquín al gran espejo que tenían en la habitación, mientras continuaban besándose. Rompieron el beso para recuperar un poco el aliento, aún jadeando se terminaron de desvestir.

Emilio tomó al castaño y le dio vuelta pegando su pecho a la superficie del espejo, sacándole un jadeo por el frío de la superficie.

— Joder, bonito te imagine tantas veces así como estas —admitió el mayor, al separar las piernas de Joaquín.

Aún sonriendo Emilio comenzó a besar y morder el hombro junto con  la espalda del menor, dejando varias marcas, bajo un poco más hasta llegar a la espalda baja, donde miró su redondo y hermoso trasero, sin poder evitarlo le dio una fuerte nalgada escuchando un gemido. Sé coloco detrás de Joaquín tomó su miembro entre sus manos colocando su glande rozando la entrada.

— ¡Emi! —gimió Joaquín — Por favor, entra ya —pidió.

El rizado sonríe satisfecho, toma el lubricante para empapar su miembro comenzando a introducirse lentamente dejando que se acostumbre a su tamaño. Una de sus manos viaja al miembro del menor masturbandolo, sientiendo como las caderas del mismo se mueven  logrando más contacto entre ellos.

Empieza con los movimientos a un ritmo fuerte, pero lento a cada estoncada que pasaba aumentaba el ritmo.

Casi de inmediato Joaquín era un mar de gemidos, disfrutaba cada movimiento que hacía el rizado, aunque lo hizo aún más cuando el rizado toco su punto haciendolo soltar un gran gemido.

Al parecer Emilio supo que había tocado porque todos sus movimientos eran para ese mismo punto, dejo de masturbar el miembro del castaño, para tomarlo de las caderas con ambas manos aumentando el ritmo, disfrutando de las expresiones contrarias.

Joaquín se encuentra completamente extasiado, su cabeza está recargada en el espejo, empañado el mismo a cada gemido y jadeo.

— Ah, E-emi —gimió el menor.

De pronto Joaquín siente como su cuerpo se tensa y sabe que está cerca del orgasmo. No pasan demasiadas estoncadas cuando, llega al extasis, su cuerpo tiembla ligeramente, las piernas se vuelven frágiles, que sino fuera por que el mayor lo sostiene, se hubiera caído, gime extasiado por su orgasmo.

Emilio continúa moviéndose, logrando hacer gemir aún mas al castaño ya que al estar más sensible se sentía aún mejor. Aunque bastan unas estocadas para que comience a sentir el cosquilleo en la zona baja de su abdomen, movimientos después se viene dentro de su novio.

Algunos momentos después una vez que recuperaron el aliento, el rizado sé separo de Joaquín, lo miró y al notar que apenas se sostenía, lo tomó en brazos y lo acostó en la cama.

— ¿Estas bien? —preguntó algo preocupado Emilio, ya que nunca lo había visto así.

— Sí, solo creo que mi cuerpo está ahotado por todo lo que hicimos en el día y el sexo —murmuró el menor jadeando un poco.

— Creo que me di cuenta cuando  temblaste como bambi —bromeó el rizado, recibiendo un golpe de parte de su novio.

— Estúpido —reclama Joaquín haciendo una pausa— No deberías quejarte la última vez tú también te volviste bambi ¿o te lo recuerdo?

— No así estoy bien —dijo el mayor acomodándose a un lado de su novio, abrazándolo — Vamos a descansar que mañana tenemos que ir a trabajar.

— Sí, te amo —susurró el castaño dándole un beso a Emilio.

— Te amo más.

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Espero de verdad y les haya gustado

Los amo 💜

Nuestra Vida Sexual ~Emiliaco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora