Reencuentro

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El día de hoy llegaba Emilio después de su viaje, el castaño esta más que emocionado; había insistido en ir a recogerlo, pero el rizado se negó por completo, al principio se molesto bastante, pero después accedió, así tendría oportunidad de sorprenderlo, cuando llegara.

El menor se encontraba saliendo de la ducha, con una toalla envolviendo su cuerpo, tomó su teléfono para mirar la hora, tenía tiempo, aún no aterrizaba el vuelo de Emilio, además que el aeropuerto quedaba a veinte minutos, dándole aún más tiempo.

Se sentó frente al gran espejo, comenzando a secar y peinar un poco sus rizos; camino a la cama donde se encontraba lo que se pondría; lentamente comenzó a vestirse. Terminando de hacerlo, envolvió su cuerpo en una bata de seda; se sentó de nuevo frente al espejo, tomó uno de sus múltiples gloss, poniéndolo en sus labios.

En ese momento sonó su teléfono era un mensaje del rizado, diciéndole que ya había aterrizado su vuelo; Joaquín se levantó de su lugar, camino al buró de la habitación donde estaban unas cuantas velas, las acomodo alrededor de la habitación, también cerró las persianas, dejando casi a oscuras la habitación, despetalo unas cuantas rosas, y regó los pétalos por la habitación; quería darle un toque romántico.

Miró de nuevo el reloj, se dio cuenta que Emilio no tarda en llegar; prendió rápidamente las velas, se acostó de nuevo en la cama, mientras sonreía. Pasaron diez, quince, veinte, treinta minutos y no había rastro del rizado; Joaquín estaba muy extrañado, marcó al teléfono, pero no le contestaron; suspiro frustrado, comenzó a apagar las velas.

Escucho un ruido abajo y unos momentos después, escucho como abrían la puerta; para ese momento el castaño estaba acurrucado consigo mismo; Emilio se acostó junto a él, no sin antes sentirse mal al ver las velas apagadas y los pétalos regados.

— Mi amor, lo lamento pero fui a dejar a mi secretaria a su casa. —susurró, el castaño de inmediato se volteo alejándose de él.

— ¿Acaso no pudiste avisarme? Se ve que es más importante tu secretaria que yo. 

— Jamás digas eso, solo que durante el viaje mi secretaria se puso un poco mal, sabes que no es tan joven y quise llevarla a casa, lamento no haberte avisado —se disculpo el rizado.

Emilio tomó al menor, dejándolo acostado en la cama, mientras se colocaba encima de él, evitando que se mueva. Comenzó a repartir pequeños besos, en todo el rostro de esté, haciéndolo reír.

— Perdón mi amor —susurró— No te lo he dicho, pero siempre he amado como se te ve la seda —quitó lentamente aquella bata, mostrando la ropa interior de encaje, color rojo que tenía puesto su prometido. —Perfecto, eres totalmente perfecto— dijo antes de besar con desespero al menor.

Joaquín como pudo comenzó a quitar la camisa del mayor, continuando con los pantalones, dejándolo solo en boxers.

— Hazme el amor —susurro jadeante el menor.

Emilio asintió, tomó los bordes de la ropa interior, quitándola con lentitud, mientras dejaba pequeños besos en el abdomen; llevó sus dedos a la entrada del menor, sorprendiendose al ver que esta ya estaba dilatada.

— ¿Acaso jugaste solo de nuevo? —indiquiro Emilio.

— Antes de ducharme —musitó con las mejillas rojas.

El rizado sonrió, bajo su cabeza hasta quedar  justo enfrente de la entrepierna del castaño, metiendo el miembro en su boca, mientras succiona ba haciendo gemir fuertemente a Joaquín. Continuó succionando, hasta que sintió el cuerpo contrario, tensarse avisando que estaba cerca del orgasmo.

— Ahora te haré el amor —murmuró Emilio antes de introducirse dentro del contrario, haciendo que esté se aferre a su espalda.

Comenzó el vaen, lento pero profundo, haciendo suspirar y delirar al castaño, mientras se aferraba a la espalda de su prometido.

— Ah, si, ahí —gimió echando la cabeza para atrás, al sentir como tocaron su punto.

El rizado sonrió satisfecho, clavandose aún más fuerte, sacando grandes gemidos, dio un par de movimientos más, antes de dar vuelta con todo y el castaño, dejando a esté encima de él.

Joaquín sonrió, antes de colocar sus manos en el pecho del mayor, apoyándose para poder subir y bajar lentamente; disfrutando de las sensaciones que le son proporcionadas.

El ritmo aumentó más, dándole paso al borde del éxtasis para el castaño, suspirando y jadeando cada vez más; tomó un último impulso para clavarse una vez más antes de que llegara su glorioso orgasmo, recorriendo todo su cuerpo; disfrutando de sus éxtasis mientras echaba la cabeza para atrás.

Un poco más recuperado el castaño empezó a mover sus caderas en círculos, dándole una sensación muy gratificante tanto como a él, como para el rizado que estaba más que disfrutando.

Bastaron unos cuantos movimientos, para que Emilio, se viniera dentro del castaño, con un fuerte gemido.

Joaquín se quedó unos momentos en su posición, hasta que se retiró lentamente acostándose junto a su novio, abrazándose entre sí.

— Te amo, Emi —susurró el menor.

— Yo también te amo. —suspiró— Deberías dejar de ponerte celoso, por mi secretaria, me gana como por veinte años, además que no me gustan las mujeres cuando entenderás eso.

— No me puse celoso, odie el que no me avisaras —comentó Joaquín.

— No pasará de nuevo, te lo prometo —susurró el mayor con un puchero.

— Por cierto, necesito que te des unos días en la tarde, quiero ver varios asuntos de la boda —dijo.

— La siguiente semana tendré, unos días, ahí iremos a lo que falte —comentó Emilio, hizo una pausa, para poder subirse encima del castaño— ¿Segunda ronda?

El castaño asintió sonriente.

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Oajala les haya gustado, los amo 💜

Nuestra Vida Sexual ~Emiliaco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora