Oficina

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Tarde de un miércoles, un día normal para ambos, solo que a Joaquín le dieron el día libre, por algunas situaciones. Por eso es que ahora esta en el departamento acostado viendo un poco de televisión, bastante aburrido a decir verdad, cuando se le ocurre llamar a su prometido, solo que esté no respondió, por lo que volvió a intentar, obteniendo el mismo resultado.

Luego de más de diez llamadas, se rindió, aunque su preocupación seguía ahí, era sumamente raro que no le contestara. Miró la hora y ya casi era la hora en que su prometió salía a comer, dispuesto a ir a visitarlo guardo en algunos tupers un poco de lo que cocino en la mañana, tomó las llaves de su auto empezando a conducir.

Más de quince minutos después baja del auto, entrando a la empresa donde trabaja Emilio, caminó hacia la oficina, justo cuando ve la puerta también nota una joven en un escritorio afuera de esta, donde debe estar la secretaria, lo extraño s que la última se júbilo  y no le mencionó que contratará otra, ignorando ese hecho caminó ignorando a la señorita.

— Señor no puede pasar —habló la joven, levantándose eoara detener al menor.

— ¿Por qué no puedo hacerlo? —intrigó curioso Joaquín.

— Mi jefe está ocupado y pidió no ser interrumpido por nadie —comentó, parándose enfrente del castaño impidiéndole el paso.

— Yo no soy nadie, soy su prometido así que déjame pasar —pidió no tan hamable, pues aquella señorita lo miraba de mala manera.

— Yo no tengo entendido que este comprometido, ni mucho menos que sea gay.

—  Tengo un anillo de compromiso en mi mano, así que déjame pasar a verlo. —exigió ya más molesto, ¿quien se creía esa?

— No, ese anillo se lo pudo dar cualquier persona con la que se mete, no lo dejaré pasar —comentó la secretaria colocando su mano en su cintura.

En ese momento Joaquín llegó a su límite, importandole muy poco, movió a la joven de su camino, entrando a la oficina de su prometido, encontrandolo sentado mirando unos papeles.

— Emi, este señor me ignoró y entró, pero ya viene seguridad a sacarlo —se quejó la joven, frunciendo su ceño y abultando sus labios.

Emilio subió la mirada, encontrándose con un castaño, mirándolo de mala menera, tarda unos segundos en analizar la situación y hablar.

— Marcela, cancela a seguridad, esté es mi prometido y puede entrar cuando quiera. —pronunció seriamente el mayor, con algo de temor por la menera en la que lo mira su prometido.

— Pero usted me dijo que nadie, y además me empujó —exclamó molesta.

— Cualquier cosa que tenga que ver con él, es más importante que lo que esté haciendo, así que ahora retírate —pidió Emilio.

— Si Emi —pronunció, caminando exageradamente hacia la salida.

La oficina se quedó por unos segundos totalmente en silencio, el rizado se levantó, caminando al castaño quien tenía una expresión sumamente enojada, llegó abrazándolo por la cintura.

— Bebé lamento el malentendido de afuera, olvide por completo pedirle que a ti si te dejara pasar —susurró el mayor.

— ¿Por qué no me dijiste que tenías nueva secretaria? —preguntó Joaquín ignorando totalmente lo anterior dicho por el rizado.

— Se me olvidó por completo —admitió, pero ante la mirada, del menor decide explicar— Ayer cuando llegue te iba a contar, pero usted señorito me provocó... Y estoy totalmente seguro que lo recuerda —susurró lo último contra el oído.

Nuestra Vida Sexual ~Emiliaco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora