Inseguridades

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Inicio del flashback

Emilio y Joaquín, estaban acostados en la cama de su habitación, mientras veían un poco de televisión, ambos ya estaban cansados, querían dormir, pero también querían disfrutar los últimos días que estarían juntos antes de que Emilio se fuera de viaje.

A pesar de sus intentos por obligarse a mantenerse despierto, el castaño terminó quedándose dormido, Emilio lo noto de inmediato apagó la televisión, acomodándose de manera que abrazara aún más a su prometido, para caer totalmente dormido también.

[...]

Joaquín parado en una iglesia, vestido de traje; de pronto comenzó  a escucharse la clásica música que se usaba para que las movían entren al altar; solo que esta vez vio a Emilio, también vestido de traje, caminando lentamente hacia él, se formó una gran sonrisa en sus labios. Al llegar lo intentó saludar con un beso en los labios, pero este giro el rostro logrando que solo se lo dé en la mejilla.

De pronto apareció un ministro frente a ellos, dando inicio a la ceremonia, el castaño estaba más que feliz, su gran sonrisa lo reflejaba, aunque al voltear a ver a Emilio este estaba sumamente serio.

Llegó el momento, cuando les preguntan, si lo aceptan como su esposo, de inmediato Joaquín dijo que sí, pero lo sorprendente fue cuando Emilio dijo que no; en ese momento apareció una joven con un vestido rojo que resaltaba sus atributos.

— ¿Qué es lo que pasa Emi? —preguntó al borde del llanto, el castaño.

Emilio no dijo nada, solo tomó a aquella desconocida de la nuca, acercandolo para unir sus labios, besándola rápidamente; Joaquín miró aquella escena con horror, mientras las lágrimas resbalaban en sus mejillas y entonces...

Despertó, levantándose rápidamente, con la respiración agitada, aún con lágrimas en sus mejillas; sin poder evitarlo sintió un dolor horrible en su pecho.

— ¿Qué pasa mi amor? — preguntó aún adormilado el rizado; Joaquín lo volteo a ver, sintiendo su dolor aumentar.

— Vete —murmuró con dificultad, Emilio lo miró confundido— Que te vayas, no te quiero aquí —dijo empujándolo levemente.

El rizado se levantó de la cama, mirando al castaño sin decir nada, este se levantó igual y comenzó a guiar a Emilio fuera de la habitación, una vez afuera lo miró por última vez antes de cerrar la puerta; regresó a la cama donde continuó llorando, silenciosamente.

— ¿Mi amor qué es lo que tienes? —preguntó el mayor desde afuera de la habitación.

— Déjame —susurró.

La insistencia de Emilio, paro pasando la hora, al igual que los sollozos del castaño, quien aún seguía despierto solo que ahora soltaba pequeñas lágrimas; mientras que su prometido se dio por vencido y bajó al sofá a intentar dormir.

[...]

Llegó la mañana, Joaquín y Joaquín despertó, tras haber dormido sólo una hora después de sacar a Emilio de la habitación, se metió a dar una ducha, al salir se cambió y miró la hora, pasaban de las ocho por lo que el rizado ya no debería estar aquí, así que decidió bajar, su sorpresa fue cuando vio a su prometido en la cocina, preparando huevos; se acercó en silencio y de igual manera se sirvió jugo, mirando al mayor.

— No iré a trabajar, pedí permiso y me lo dieron a sí que no me mires como si ya se me hubiera hecho tarde que te conozco —murmuró aún concentrado en lo que cocinaba.

Joaquín asintió, se sentó frente a la barra de la cocina, concentrado en tomar el contenido de su vaso, cuando un plato con huevos revueltos es colocado frente a él, sube la mirada, viendo con extrañes al mayor.

— Te hice el desayuno —dijo Emilio.

Ambos desayunaron, en total silencio; al terminar Joaquín fue a la sala, donde se acostó en el sillón, mientras veía televisión, por unas cuantas horas no tuvo señales del rizado, hasta que este llegó y comenzó a buscar en el sofá.

— No encuentro mi teléfono, creo que esta aquí —dijo con simpleza el mayor.

— Lo lamento —susurró Joaquín, ente la mirada confusa continuó— Yo no debí hacer lo que hice en la noche, de verdad lo siento.

— ¿Me dirás qué pasó? —inquirió, el castaño negó— Entonces no tiene sentido tu disculpa, se supone que somos pareja y nos contamos lo que sucede y si ayer me echaste de la habitación merezco saber la razón.

Se quedaron en silencio unos segundos, Emilio se iba a levantar de donde estaba sentado, cuando el menor lo tomó de la mano evitandolo, con delicadeza se subió al regazo del rizado, sentándose ahí.

— Yo soñé... que el día de nuestra boda, cuando te preguntaron si me aceptabas como esposo, decías que no y entonces te besabas frente a mí con una. —susurró escondiendo su rostro en el cuello del rizado.

— De acuerdo, no estuvo bien lo que hiciste ¿lo sabes? —el castaño asintió— Muy bien, el que me enoje no arreglara nada; estás volviendo con las inseguridades y eso no es bueno, yo necesito que tu entiendas algo— lo tomó de las mejillas haciendo que suba la mirada— Te amo a ti Joaquín Bondoni, estoy enamorado de ti, solo de ti, y no me importa si debo pasar todo el dia haciendote entender.

Joaquín asintió, el rizado se levantó aún con su prometido en brazos, cargandolo rumbo a la habitación.

— Muy bien ahora te haré el amor, hasta que entiendas —susurró el rizado.

Al llegar a la habitación, colocó al menor en la cama, subiéndose encima de él, comenzando a besar todo el rostro de Joaquín, mientras murmuraba, apodos y cosas lindas; intentándolo hacer sentir mejor, bajo los besos por el cuello e hizo lo mismo por el pecho, abdomen, después de quitar la playera que tenía puesta. Comenzó a morder ligeramente, causando pequeños jadeos, como podía iba quitando prenda a prenda, hasta dejar completamente desnudo al menor.

— Es injusto —reprochó el castaño, con las mejillas sonrojadas.

Emilio sonrió, antes de quitar su propia playera, iba a quitar sus pantalones, cuando las manos del menor lo detuvieron, con una gran sonrisa Joaquín quitó la ropa restante de su prometido, mientras sonreía.

— Te amo bonito —susurró el rizado, inclinándose, para poder unir sus labios, besando con suavidad.

— También de amo, ahh —gimió sintiendo como se introducían en él.

Los movimientos comenzaron, embistiendo con suavidad y delicadeza, causando sonoros gemidos de parte de ambos, mientras suspiraban y disfrutaban de las sensaciones proporcionadas. Sus cuerpos se aferraron entre sí buscando más contacto, Joaquín haciéndolo con sus piernas en la cadera del rizado y este tomándolo de la cintura.

— Ah, Emi, ah —gimió al sentir como tocaban su punto.

Emilio aumentó un poco el ritmo, sin perder la delicadeza, como pudo comenzó a besar, al castaño, manteniendo aún el ritmo. Estaban al borde del clímax, bastaron unas estocadas más, para que ambos llegarán al orgasmo, soltando un gran gemido pronunciando el nombre del contrario, mientras disfrutaban de los espasmos que recorrían sus cuerpos.

Aún jadeantes se separaron, el castaño gimió bajito al sentir como se retiraran de él, espero a que Emilio se acostar a para poder poner su cabeza en su pecho.

— ¿Ya comprendiste? —susurró aún jadeante Emilio.

— Aún no mucho —murmuró sonriendo.

El rizado sonrió, alzó el rostro de su prometido, para besarlo...

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Gracias por leer, los amo 💜

Nuestra Vida Sexual ~Emiliaco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora