Esposas

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Emilio acababa de llegar de trabajar, al entrar a casa al no ver a su lindo novio en la planta baja de la casa, como siempre, confundido pero a la vez ignorando ese hecho sube a la habitación de los dos para buscarlo aunque tampoco lo ve. Se acerca a el baño, para ver si esta ahí como última opción.

— Hola, ¿amor? estas aquí —gritó el rizado, tocando la puerta para que se diera cuenta que le hablaba por si estaba en la tina.

— Sí amor, te tengo una sorpresa —contestó Joaquín, desde el interior del baño, mordiendo su labio sintiéndose más nervioso.

— Pues entonces salte del baño, para que me digas cual es mi sorpresa —murmuró Emilio bastante curioso, por la sorpresa de su pareja.

— No lo haré, necesito que te acuestes en la cama, te coloques la venda que esta en la cama en los ojos para que no veas, y así saldré —musitó Joaquín sintiéndose cada vez más nervioso, por la situación.

Aún muy confundido el rizado aceptó, por lo que se quita los zapatos antes de acostarse en el centro de la cama, tomando la venda, colocándola en sus ojos

— Ya estoy —dijo Emilio sintiéndose algo impaciente y nervioso.

— ¿Seguro? —intrigó el castaño aún desde el interior del baño,

— Te lo prometo —murmuró el rizado sabiendo que con eso su novio estaría más tranquilo.

Joaquin suspiro antes de asomarse por la puerta del baño solo dejando que su cabeza se vea, cuando logra  observar a Emilio tal como le dijo que se colocará, se arma de valor y sale del baño. A pasos lentos se coloca a un lado de la cama, y con movimientos cautelosos se sienta en el regazo de su novio, sintiendo como lo tomaban de la cadera de inmediato.

— ¿Qué estas haciendo cariño? —preguntó el rizado, sin entender.

Joaquin lleva uno de sus dedos a los labios del rizado en  forma para que guardará silencio, después se inclina  al oído y le susurra:

— Solo disfruta —pidió.

Emilio nota como toman sus muñecas colocándolas encima de su propia cabeza situación que no se le hizo extraño. De repente siente como algo ahorca a sus muñecas, instintivamente las intenta bajar, pero no puede, analiza la situación y se da cuenta que su novio lo esposo a la cama.

A pesas esta reaccionado el rizado cuando comienza a experimentar  los dedos de Joaquín desabrochando su camisa, mientras reparte unas cuantas caricias en su torso. Claramente disfruta del contacto, al llegar al último botón de inmediato subieron la camisa hasta donde las esposas lo permitieron.

El castaño comenzó a dejar besos húmedos, empezando desde el principio del pantalón de Emilio, subiendo poco a poco dejando algunas mordidas en el camino, escuchando los pequeños jadeos. Se detuvo en los pezones comenzando a lamer uno mientas estimulaba el otro con sus dedos, convirtiendolos en pequeños jadeos

Joaquín continuó con su recorrido de besos y mordidas  dejando varias marcas, una vez que llegó a los labios del rizado lo beso, moviendo sus caderas sobre el miembro de su novio.

Algo jadeante el castaño se separó un poco y comenzó a desabrochar el pantalón, bajandolo completamente. Inclinandose para besar la entrepierna de Emilio por encima del bóxer introduciendo su mano dentro del bóxer, comenzando a acariciar directamente. Tras durar unos momentos acariciando bajó el bóxer por completo.

— Déjame verte por favor —súplico el rizado, jadeante.

— Solo te quitaré la venda, las esposas se quedan —comentó Joaquín desatando la venda de los ojos de su novio.

Nuestra Vida Sexual ~Emiliaco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora