Capítulo 4

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Miércoles.
14:36

Estaba recargado sobre el mostrador, aburrido. El señor Hammond dormía nuevamente, así que no había nadie con quién charlar, tampoco tenía con qué divertirse, su domino no estaba a la vista. En cuanto al celular... no lo usaba mucho por dos razones: el gobierno podía estar descifrando su señal y de este modo rastrearlos -no quería correr riesgos-, y la otra era que no había nada bueno para ver, fuese en YouTube o redes sociales (obviamente usaba un perfil falso). No le quedaba más que sentarse a esperar que su hora de trabajo terminara.

Inconscientemente tomó la pluma azul que estaba al lado de su brazo derecho y luego metió el extremo inferior a su boca, para morderlo. Hasta que llegó Paula.

Entró sin avisar, con la canasta que siempre traía para transportar la comida. Ella y Sam siempre comían juntos, aunque le extrañó, ya que todavía no era tiempo.

Se levantó sorprendido, recibiendo a su amiga con una sonrisa y consecuentemente la pluma se cayó. Paula rió por eso.

--- Saludos, Pa-Pa-Paulette

--- Deja de llamarme Paulette -lo desafió, sin embargo el humor todavía estaba presente-. Además, despertarás al señor Hammond

Dejó la canasta de comida encima del mostrador. Sam le pasó su banco y después fue a la habitación que estaba detrás de él para ir por otro.

--- Ese hombre tiene el sueño profundo.Podría estar... no sé, sucediendo algo afuera como... un carnaval de elefantes o algo así y nunca se enteraría

Rió ante su broma. Seguidamente desempacó el alimento y reveló chile con carne, pan y un par de latas de soda. A pesar de estar a una distancia considerable, podía captar su olor desde ahí, comenzaba a babear. Pau le dio su respectivo plato y le sirvió un poco de ese chile casero.

Sam volteó a verla, recordando que iba a preguntarle el porqué estaba ahí tan temprano.

--- Oh, bueno... -dijo nerviosa- ...hoy tengo mucho trabajo y no sé si pueda escaparme en mi hora de descanso habitual. Así que... vine temprano para no perder este momento, ¡es decir! ya sabes... -rió- ...comer... contigo -lo último lo susurró

Pero Sam había alcanzado a escuchar. Quería gritar, mas solo se limitó a tener una boba sonrisa en su rostro.

Se sirvieron y comenzaron a comer mientras charlaban; le hacían preguntas al otro sobre su infancia, contaban anécdotas y bromeaban sobre sucesos que habían vivido juntos, entre recuerdos uno vino a su mente: un día saliendo juntos (solos) de noche, decidieron ir a un local de licuados, estando ahí un rato un tipo les había llamado la atención, pues era uno de esos clientes que tomaba la frase "el cliente siempre tiene la razón" en serio, no aguantaban a esos sujetos -y nadie que estuviese a su alrededor-. Luego de estar ordenando concisamente recibió su bebida, sin embargo al momento de insertar su pajilla, la tapa se botó y terminó por salpicar su cara y ropa. Todos en el sitio rieron. "Bueno ¿cómo no terminar de esa forma apretando el vaso? Él se lo busco" comentó Wilson.

Paula estuvo de acuerdo y consecuentemente revisó la hora en su teléfono, era tiempo de marcharse. Sam se desanimó por ello.

Recogieron todo y se despidieron, la chica mencionó que debían repetir la ocasión y él no se lo negó, incluso llegó a sugerir algunos lugares a los que visitar juntos. Paula salió de la florería con una sonrisa, mientras que el hombre flotaba en el aire; se sentía bien, ligero, tranquilo.

Siempre disfrutaba el tiempo compartido con ella.

--- Si quieres, le pido su número, bobalicón -habló el señor Hammond

Te recuerdo [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora