ɴᴀʀᴜᴛᴏ sʜɪᴘᴘᴜᴅᴇɴ 𝖿𝖺𝗇𝖿𝗂𝖼
La aldea que todos creía perdida, cambiará el destino de más de uno.
→ escrita entre: O6.O1.2O2O - 31.O3.2O2O
━ primer libro de la saga Serendipity.
━ spin-off: Owari, Carmín y Ai.
━ segunda temporada: Ónix.
━ tercera t...
Todos se pararon, menos Sasuke. La puerta de la cocina se cerró suavemente indicándome que estaba sola con mi novio al costado, él se puso de pie y me tendió su mano para que también lo haga.
Mire su ojo ónix mientras buscaba entre su cerquillo el rinnegan, quería mirarlo directamente a sus dos ojos; me acerqué a él quedando a unos cuantos centímetros de distancia —como siempre—, rodeó con su único brazo mi cintura atrayéndome aún más a él.
— No sabía que iba a venir Orochimaru —susurró— perdóname, siempre hago las cosas mal.
Negué suavemente subiendo mis manos a sus mejillas.
— Gracias.
Su boca se entreabrió un poco, haciendo notar su sorpresa. No espere que respondiera, no hacía falta.
Apoye mi rostro en su pecho rodeando mis brazos con su espalda, el temor que sentí cuando llegue se había ido gracias a la seguridad que mi Uchiha me daba.
Necesitaba esto, lo necesité siempre y nunca lo supe, necesitaba saber la verdad sobre mi misma que no había sido un molde de arcilla moldeado a la voluntad de una persona, crecí en el vientre de una mujer, nací en un parto normal y si soy como soy ahora, se lo debo a los genes de mis padres mas no a la manos de un científico loco.
Acarició suavemente mi cabello con su mano.
— Deja de te revisen —habló, me aparte de él para mirarlo confundida— Naku sé de las cosas que te hicieron, necesito saber si todo está bien.
Entendía su punto, él había visto cada uno de las pruebas que hicieron conmigo, nunca hubo un médico que supervisara todo eso, simplemente eran dos viejos enfermos jugando a ser científicos con una niña de diez años.
— Está bien.
Asintió, se agachó un poco para besar mi mejilla y tomó mi mano guiándome de vuelta al laboratorio que habíamos cruzado.
Karin, Suigetsu y Jūgo estaban ahí junto a unas computadoras, frente a ellos estaba Orochimaru, a quien por primera vez podía ver con atención. Sus ojos eran iguales a las de una serpiente las marcas que tenía las asemejaba aún más, su piel era muy pálida, no aparentaba los cincuenta y tantos que debía de tener, su cabello largo estaba recogido en una coleta suelta; había leído sobre las hazañas de los tres legendarios sannin y de el shinobi desertor que ataco Konoha y mató al tercer Hokage.
El hombre se paró al instante que nos vio llegar dedicándonos una sonrisa amable —no parecía en lo absoluto a un ex miembro de Akatsuki—, sabía por qué estábamos ahí, camino hasta una mesa larga y palmeó suavemente sobre ella indicándome que debía sentarme ahí.
