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Sentía mi corazón latir con prisa, mis manos deshicieron el agarre que había formado alrededor de su cuello bajando lentamente por su pecho, nuestras irregulares respiraciones era el único sonido que abundaba en la habitación, sus manos tomaron las mías subiéndolas nuevamente hasta llegar a sus hombros, fue entonces cuando abrí mis ojos escogiendo probablemente la peor decisión por la que pude haber optado en ese preciso momento.

Nuestras miradas chocaron, no pude evitar sentirme intimidada por lo que desvié la mirada encontrándome con sus rosados labios, estos ahora se encontraban un tanto hinchados, aquella extraña sensación apareció en mi cuerpo y por segunda vez en el día una calidez se instaló en mi vientre.

Tenía que parar, estaba perdiendo la cordura y eso no era correcto, el problema era que no sabía cómo detenerme. Dejé caer mis brazos a los costados de mi cuerpo, aplicó mayor firmeza al agarre que mantenía en mi cintura impidiéndome alejarme, se aferró a mi tal cual como un niño pequeño se aferra a su peluche a la hora de dormir.

—No hagas esto— no pude comprender sus palabras— No huyas para después fingir que nada ocurrió. Lo prometimos, prometimos afrontar las acciones del otro.

Me sentí atacada, asfixiada, sabía que tenía razón pero no había manera alguna en la que pudiera competir contra mi, no cuando en mi cerebro guardaba un sin fin de frases para decirle, todas las veces que callé me recriminaban por contestar, la sed de discutir prevalecía en mi.

—¿Y sugieres que cumpla mi palabra cuando tú nunca lo has hecho?— negué.
—Deja de decir cosas absurdas.

—Si me escucharas sería diferente.

—¿Qué es lo que cambiaría? Dime, ¿acaso escuchar tus palabras modificará tus acciones? No Park, lo hecho hecho está y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo.

—Tan siquiera comprenderías mis motivos.

—¿Cómo esperas que me sienta, como crees que se siente ser yo? Tus palabras no son más que un tentativo juego al que no estoy dispuesta a participar, no otra vez. Intentas engañarme pero no lo conseguirás.

—De acuerdo, ¿crees que es un juego? Está bien, pero esto aún no se ha terminado, no hasta que yo le ponga fin.

—Park Jimin— entrelazó su mano con la mía.

—Andando, te llevaré a casa.

Puse resistencia haciéndolo frenar.

—Explícame antes tu definición de casa— lo vi dudar para luego terminar suspirando.

—Solo por hoy Kang, solo esta vez lo dejaré pasar.

Fruncí mi ceño, tiró ligeramente de mi mano haciéndome caminar junto a él.

El silencio que se formó dentro del auto era sofocante, mi mirada pegada a la ventana no me ayudaba a distraerme, no podía despejar mi mente cuando era consiente de que él se encontraba a mi lado.

En cuanto el auto se estacionó frente a la casa de mis padres desabroché el cinturón de seguridad.

—Vendré a recogerte en la mañana.

No puede estar hablando en serio.

—No es necesario.

—Lo es para mí— aseguró.

—Como sea— murmuré con resignación, por más que me negara lo haría de todas formas con o sin mi consentimiento.

||Once Upon A Time||- P.J.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora