Capítulo 1

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Alejandro

Un nuevo día. De nuevo el sol saliendo por el horizonte, el azul del cielo, alguna nube tímida pero que no da la sensación de peligro de una nueva tormenta. El tráfico en funcionamiento en Madrid, las sirenas de las ambulancias cada dos por tres. Tiendas, restaurantes y establecimientos que abren sus puertas otra vez, de nuevo, siguiendo el transcurso de la vida. Gente que camina, que corre con prisas o que está parada e inmersa en alguna conversación. Un nuevo día como otro cualquiera, sumándose a los años que llevamos a nuestras espaldas. Un nuevo día en mi lamentable vida.

Salgo del portal de mi bloque de pisos y lo primero que hago es encenderme un cigarro. Me da igual no haber desayunado aún, me da igual que no me haya tomado ni un mísero café, pero la primera calada que le doy al pitillo lo siento como una manera de llenar algo de mi interior que no sé por qué está vacío.

Camino entre gente y más gente desconocida, personas que tienen rumbos diferentes entre ellos, que pasean a sus perros, que van a trabajar al igual que yo o que ahora mismo solo quieren andar por una de las calles del barrio de Tetuán. Hago el mismo recorrido que todas las mañanas, mientras saboreo la nicotina de mierda que se estará pegando a mis pulmones. El aire a las ocho de la mañana está frío aunque sean mediados de septiembre, pero hasta el helor que traspasa mi chaqueta de cuero marrón y se pega a mi piel lo agradece mi cuerpo, y el ruido de los coches consiguen calmar mi cabeza de ese constante martilleo que solo la noche mal llevada ha podido dejarme de recuerdo, pero necesito algo más fuerte.

El sonido de una campanita cuando abro la puerta me da la bienvenida al lugar, y traspaso la cafetería hasta sentarme en un rincón de la barra aunque aún estén todas las mesas vacías por ser el primer cliente del día, pero llevo dieciséis días acostumbrandome a ocupar casi el mismo lugar en muchos bares.

Una chica pelirroja se coloca enseguida delante de mí y me sonríe como seguramente sonríe a cualquier persona que atraviese las puertas del local.

-Hola buenos días. ¿Qué desea?.- me pregunta con respeto y con mis ojos cansados por la noche que he tenido le echo un vistazo de arriba a abajo. Es una chica bastante guapa, pelirroja y con buenas curvas, y yo, maldita sea, estoy hecho un completo desastre.

-Un café solo por favor.- le respondo mientras apoyo mis codos en la barra para aguantar con ellos todo el peso de mi cuerpo que desde hace dos semanas me parece aún más pesado.

-Marchando.- contesta alegre.

Enseguida tengo mi pedido delante de mí mientras ella atiende a más personas que han ido entrando en el lugar. Yo aparto el azúcar y se lo dejo encima de la barra ya que no lo utilizaré, y después de darle dos vueltas a mi café para que se enfríe con la cucharilla, me lo bebo de un solo trago queriendo que la cafeína vuelva a reactivar mi cuerpo.

Cinco minutos he tardado en tomarme mi café y vuelvo a salir al frío de la calle para encenderme de nuevo un cigarro. Hago otra vez el recorrido que he hecho antes hasta mi coche en donde me doy cuenta de que anoche lo aparqué con la rueda de delante encima de la acera, pero como todo últimamente, me da absolutamente igual. No vería mal que me dieran una buena paliza porque ultimamente me la estoy mereciendo.

Me introduzco en el tráfico de Madrid de primera hora de la mañana. Hay bastantes coches por las calles que recorro, y sigo mi camino hasta mi siguiente destino. Aparco teniendo suerte en la acera de enfrente, apago el motor del coche pero no hago ningún ademán para salir de él, en cambio, me quedo mirando mis manos que aún siguen sujetando el volante, esos dedos que están más delgados que hace dos semanas y que aprietan con fuerza el plástico. Respiro hondo un par de veces llenando todo lo que puedo de aire mis pulmones, intentando que desaparezca esa ansiedad que me aprieta el estómago y que ha crecido a medida que me he ido acercando aquí, sabiendo perfectamente que en cuanto atraviese esas puertas, la realidad que he intentado evitar estas dos semanas, volverá a darme una buena hostia en la cara.

Lo que calla un latido. (Completa)Where stories live. Discover now