Capítulo 21

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Alejandro

La cartulina verde.

La dichosa cartulina verde que tengo entre mis manos y que me ha puesto cardíaco en cuanto lo he leído.

"Voy a por ti" indica habiendo sido escrito con las mismas letras recortables de periódicos y revistas.

Ya no me parece una niñería, ya no es un enamorado anónimo de Idoia que le escribe a través de estas cartas por no atreverse a acercarse a ella y decirle lo que piensa. Es alguien que la está acosando, alguien que puede ser que sea de fuera del instituto y mucho más mayor que ella. Un psicópata que se a obsesionado con ella sin tener yo ni puta idea del por qué.

¿Quién coño es y a santo de qué le manda notas anónimas amenazantes? ¿Por qué van a por ella? ¿Qué ha hecho Idoia, tan frágil y tan buena, para que alguien quiera hacerle daño? ¿Qué significarán esos dos malditos puntos que están escritos en una esquina y que están en las cuatro cartas que han aparecido?. Preguntas y más preguntas se arremolinan en mi cabeza sin ninguna puta respuesta mientras mi respiración se va haciendo cada vez más irregular.

Levanto mi cabeza enseguida y miro hacia todos los lados en busca de algo inusual, de algo sospechoso que pueda darme alguna pista, pero no hay nadie. Solo alumnos y profesores que abandonan la institución como un día cualquiera, sin percatarse de que se les ha colado en estas dos últimas semanas algún lunático que quiere hacer daño a una de las alumnas.

-Dime algo.- me suplica Idoia consiguiendo que vuelva a centrar mi atención en ella, y en su rostro puedo ver el mismo miedo que tengo yo.

-Vámonos.- es lo único que consigo decirle entre toda la ansiedad que a inundado mi cuerpo desde que la he visto aparecer con el rostro desencajado. No me había hecho falta ver la nota para saber que algo gordo había pasado.

Le abro la puerta del coche con prisas y sin dejar de mirar todo a mi alrededor. Idoia hace lo que le pido sin poner ninguna pega y se sienta en el asiento como si le persiguiera el diablo, y cuando ella está dentro, hago lo mismo por mi lado para salir de ahí cuanto antes.

Conduzco en silencio, sin hablar y sin ni siquiera haber puesto la radio para llenar el ambiente con música. Los dos estamos callados, seguramente con un maremágnum de pensamientos en nuestra cabeza, y yo lo único que puedo pensar es en las cosas que puedo hacer para proteger a Idoia. No creo que sea buena idea de que vuelva mañana al instituto, ni que la policía nos quedemos con los brazos cruzados cuando tengo la certeza ahora de que están amenazando a la hija del comisario. Si se lo cuento a mi jefe pondrá a miles de policías custodiando su casa sin que ella pueda salir, pero si doy la voz de alarma puede ser que el hijo de puta que esté detrás de las cartas anónimas se cabree y haga algo peor que unas simples notas de aviso. No sabemos a lo que nos estamos enfrentando, no sabemos el poder que tiene esa persona y por qué se ha encaprichado de la hija de Antonio. ¿Venganza con él? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Habrá alguien del instituto implicado? O peor, ¿habrá alguien del cuerpo que quiera hacer daño al comisario?.

-¿Qué piensas?- me pregunta Idoia, y puedo notar el terror en el tono de su voz. La miro un microsegundo para ver la ansiedad en su rostro y vuelvo mis ojos a la carretera sin saber realmente que responderle de todo lo que de verdad estoy pensando.

-Que no te pasará nada.- le digo muy seguro, porque es verdad. Por mi vida que nadie la va a tocar.

-¿Y qué vamos a hacer ahora?

-Te vienes conmigo a comisaría. Necesito mirar unas cosas y no quiero dejarte sola.- y trago con fuerza al pensar en la posibilidad de que le ocurriera algo y yo no estar para poder evitarlo. ¿Qué puedo hacer para estar las veinticuatro horas con ella?.

Lo que calla un latido. (Completa)Where stories live. Discover now