Capítulo 27

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Idoia

Me despierto entre nubes y con una sonrisa de oreja a oreja, sintiendo el calor tan delicioso que desprende la piel desnuda de Alejandro. Sus brazos me rodean el estómago y noto su respiración sosegada detrás de mi oreja.

No sé qué hora es ni cuantas horas hemos dormido después de esta noche fantástica, pero puedo asegurar que ha sido la mejor noche de mi vida. Las persianas están bajadas del todo, y la habitación está casi completamente a oscuras si no fuera por la pequeña lamparita que dejamos anoche encendida en la mesita de la parte de Alejandro. No me daba vergüenza mostrar mi cuerpo totalmente desnudo, su mirada ya me daba suficientes motivos para tener confianza en lo que hacía, y ahora que vuelvo a tener los ojos abiertos, me parece que todo lo que pasó ayer fue un sueño.

Me dan ganas de gritar de alegría, de bailar, de ir corriendo a por mi móvil y contárselo a mi mejor amiga Bea, de decirle que sigo siendo yo pero que me siento completamente distinta. Quiero gritar a los cuatro vientos lo que me está pasando, lo que mi cuerpo siente y todo lo que este hombre me está haciendo experimentar. Me siento amada, feliz, eufórica, segura y confiada. Es un amasijo de sentimientos que burbujean en mi estómago y que se van agrandando al sentir la piel que me cubre de Alejandro.

Aún que no quiera, me levanto. Me separo de él con cuidado, quitando su brazo de mi estómago intentando no despertarle, y salgo disparada al cuarto de baño antes de que mi vejiga explote. Aprovecho para arreglarme el pelo, para lavarme los dientes y refrescarme la cara, y haciendo toda esa rutina, no puedo evitar sonreír al reflejo que me da el espejo. No soy diferente pero me siento nueva.

Salgo de puntillas y sin hacer ningún ruido a la habitación, y decido ponerme de nuevo la camiseta de Alejandro que muy sensualmente me quito ayer. Está en la misma posición en la que le he dejado, con la boca entreabierta pero ahora con el ceño fruncido. Así, dormido, parece que tenga menos años de los que dice, y cada vez me parece más guapo.

No puedo dejar de mirarle y de sonreír, de recordar todo lo que me dijo e hicimos anoche, de observar su brazo desnudo, su hombro, su clavícula, su cuello hasta llegar a sus labios, esos labios que hace dos semanas no me imaginaba que me podrían dar tanto placer. Esa boca que me ha robado más de un suspiro y que con solo unas palabras que salgan de ella me puede hacer volar muy alto. Aún no lo he dicho en voz alta, pero creo que me estoy enamorando de él, o ya lo estaba pero no lo tenía tan claro como ahora.

Alejandro se mueve frunciendo aún más el ceño y haciendo un pequeño gruñido que es amortiguado por la almohada al colocarse totalmente boca abajo. Me parece demasiado dulce en comparación con el tío agrio y cascarrabias que conocí, el que me repetía hasta la saciedad que era una cría que no puede hacer ciertas cosas, y ahora, no me imagino no pasar un día con él.

Pillándome por sorpresa, y haciendo que dé un respingo en mi sitio por el susto, Alejandro levanta la cabeza de un movimiento con los ojos muy abiertos. Mira hacia un lado, y luego al otro asustado y nervioso, pero se tranquiliza cuando repara en mí. Sus labios se estiran en una sonrisa un poco adormilada, y parpadea con bastante lentitud.

-Que susto me has dado.- me dice con la voz aún somnolienta, y yo no puedo evitar reírme.

-¿Por qué?.

-Porque creía que te habías ido.- y se gira para colocarse boca arriba. Se frota la cara con las dos manos como si quisiera despertarse del todo, y yo me siento al borde de la cama.

-No.- y suelto una pequeña risa. Sin poder evitarlo, acaricio su abdomen con mis dedos, como si su piel me llamara a gritos. Sé que está completamente desnudo, pero la parte de abajo está bien tapada con las sabanas. Alejandro me mira al notar mi contacto y lleva su mano a mi rostro para acariciar mi mejilla.

Lo que calla un latido. (Completa)Where stories live. Discover now