Capítulo 34

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Idoia

Miro la cara de mi padre dormido, con unas ojeras que le podrían llegar hasta los pies y enganchado a un montón de cables y de tubos, y yo me siento como la peor persona del mundo. A mi padre le ha dado un infarto, un ataque al corazón al descubrir unas fotos, que no sé quién se las habrá podido mandar, en las que se me ve en situaciones comprometidas con Alejandro. Me siento una mierda, una estúpida por no habérselo dicho desde un principio, de haberle contado que, sin poder evitarlo, me he enamorado de su subordinado, y que por casualidades del destino, él se ha enamorado de mí. Tendría que haber sido sincera desde el mismo día que volvió de Valencia y ocurrió todo con Maroti, contárselo antes de que se enterara por otro lado y de la peor manera, y me acabo de dar cuenta de que hay alguien que le mandó esas fotos intencionadamente para hacernos daño. Pienso que podría ser el cómplice, el que apuntó con un arma a Alejandro, pero no le doy muchas vueltas a eso porque estoy poniendo todas mis fuerzas y toda mi concentración en rezar para que mi padre se ponga bien.

Acaricio su brazo mientras las lágrimas caen sin control por mis mejillas. Siento que es culpa mía que esté mi padre en esta situación, que si yo hubiera hecho las cosas mejor desde un principio, ahora mismo él no estaría tumbado en esta cama después de haber visto tan de cerca la muerte. Si se lo hubiera contado antes se habría enfadado, me habría echado la bronca e incluso me podría haber castigado sabiendo lo sobreprotector que es conmigo, pero no nos habríamos llevado éste susto tan gordo.

La puerta se abre y podría decir quien es sin hacer falta que mire. Hace quince minutos le había dicho a Alejandro que estaba en el hospital porque a mi padre le había dado un infarto, y agradezco que haya venido tan rápidamente, pero ahora que estoy asustada por la salud de mi padre, tengo miedo de que él se despierte, vea a Alejandro en la habitación conmigo y le de un nuevo ataque.

-¿Qué a pasado?- pregunta en un susurro acercándose rápidamente a mí y con los ojos llenos de preocupación.

-Espera.- le digo deteniéndole.- Vamos al pasillo a hablar mejor.

-¿Estás bien?.- me pregunta buscando mis ojos, y yo pienso en si contarle la verdad o no. Alejandro se pondrá muy mal si se entera que mi padre está así porque sabe lo nuestro. No, se lo diré más adelante cuando las cosas se tranquilicen.

-Sí, sí. Vamos fuera.- y echo a andar para que me siga nerviosa de repente por si mi padre abre los ojos.

Llegamos al pasillo, y en cuanto cierro la puerta detrás de mí, Alejandro me abraza queriendo reconfortarme. Lo agradezco, le he visto hace unas horas, pero ahora mismo necesito su calor para tranquilizarme. Me agarro a él con fuerza, y sin poder evitarlo vuelvo a llorar sobre su pecho.

-Cariño...- me dice rodeando mis hombros con sus brazos y dándome un beso sobre la cabeza.

-A mi padre le ha dado un infarto y estoy muy asustada.- le confieso consiguiendo que él me apriete aún más contra su pecho.

-Tranquila mi niña. Si está en planta es porque está fuera de peligro.

-Lo sé, pero tengo miedo de que le vuelva a pasar. Los médicos dicen que ha tenido mucha suerte, que puede haberle pasado por un cúmulo de estrés en el trabajo, alguna noticia que le haya pillado de improvisto...- y le miro ahora a los ojos.

-Pues ahora tendremos que cuidarle y vigilarle más.- y me dedica una pequeña sonrisa sincera que me quita un poco la carga que llevo sobre los hombros. Hace que me siente mal por tener que pedirle que se vaya sin poder decirle la verdad antes de que le vea mi padre.

-Si.- le contesto mientras pienso en una pequeña mentira para poder hablar con mi padre a solas en cuanto se despierte. Conociendo a Alejandro no querrá irse de aquí para estar conmigo, pero espero que respete mi decisión de quedarme a dormir en el hospital y que él se tenga que ir sin mí.

Lo que calla un latido. (Completa)Where stories live. Discover now