Alejandro-Hacía una semana que no te veía.- me dice Pascual mientras se seca las manos con un paño al otro lado de la barra y haciendo que levante mi vista de mi cerveza que estoy sin parar de darle vueltas con mis manos nerviosamente.- Y aunque me alegre de que hayas dejado esa manía tuya de intentar hacer desaparecer los problemas con el alcohol, me sorprende que de nuevo estés aquí un domingo por la noche. ¿Mañana no trabajas?.
-Sí. Y esta semana es que he intentado ordenar un poco mi vida, pero ahora vuelve a ser un descontrol que me cuesta verle algo de sentido.- y no sé en qué momento he decidido que contarle de nuevo mis problemas a Pascual es buena idea, pero supongo que será por la confianza que siempre me ha proporcionado a lo largo de estas tres semanas y que las dos cervezas que llevo ya consiguen que la lengua se me suelte un poco.
-¿La hija del jefe te está sacando loco?- me pregunta, y yo ya no me acordaba que la información de mi nuevo trabajo se lo dije el mismo día que Antonio me puso a cargo de Idoia, pero sin saberlo él, ha dado demasiado en el clavo con su pregunta.
-No sabes hasta que punto.- y le doy el último trago a la cerveza.- ¿Me pones otra?.
-Nunca es fácil lidiar con una adolescente que prácticamente no te conoce. Nunca te tomará enserio.- y enseguida tengo una nueva cerveza abierta delante de mí.
-Eso es una de tantas cosas que se suman a la lista y que me traen de cabeza.
-¿Y qué puede hacer un pobre camarero como yo para ayudarte?.- y me dedica una sonrisa comprensiva. A este hombre deberían darle un premio por toda la paciencia que está teniendo conmigo.
-Por ahora, seguir sirviéndome copas.- y me encojo de hombros a la vez que le doy un nuevo trago a mi cerveza. Otra vez, ese amargor y ese burbujeo en mi garganta, son los que consiguen calmarme un poco.
-También sé poner la oreja.
-¿En plan para cotillear o para escuchar?- y no puedo evitar preguntárselo en plan sarcástico aunque no sea a malas.
-Soy muy famoso entre mis clientes por dar buenos consejos.
-Por eso sigo viniendo aquí.
-Por eso y porque es casi la hora de cerrar y aún no te he echado del lugar.- afirma más que pregunta mientras me sonríe, y sus palabras y su manera de ser hacen que me acuerde de alguien. De esa familiaridad que tenía con mi mejor amigo Paco. Volver a pensar en él hace que me acuerde de nuestro último día juntos y de lo egoísta que fui. Una piedra más de culpabilidad para ese peso casi insoportable que siente mi cuerpo. Tanto me habrá tenido que cambiar la cara que Pascual tira de cualquier manera el paño que sujetaba encima de la barra y se agacha para coger algo de la nevera.- Venga. Me voy a tomar una contigo.- y sus palabras hacen que levante mis ojos del botellín para ver como abre una para él de un solo movimiento de muñeca.
-¿Mañana no tienes que trabajar?- y lo pregunto entre incrédulo y nervioso por saber que lo hace para que yo me abra y le cuente mi vida, y no sé si estoy preparado para hacerlo con un desconocido que le habré podido contar solo la punta del iceberg de los problemas que tengo en mi vida.
-Igual que tú.- me contesta tranquilamente bebiendo de su cerveza.
-No me malinterpretes, pero no te entiendo.- y se lo digo muy sincero seguramente por el alcohol.
-¿El qué?.
-Esa paciencia que tienes conmigo. Estas dispuesto a llegar tarde a casa solo por tomarte una cerveza con alguien que no conoces.- y ahora es él el que se encoje de hombros.
YOU ARE READING
Lo que calla un latido. (Completa)
Romance¡¡Portada realizada por eewriter!! Alejandro, un subinspector de una comisaría de Madrid, se deja llevar por los sentimientos en vez de la razón y experiencia en su trabajo, consiguiendo que algo imperdonable para sí mismo ocurra. Dada su irrespon...