Idoia
Ver entrar a mi padre en su coche esta mañana no es una buena imagen para una recién levantada. Mi padre no quería que me levantara para desayunar con él tan temprano. Me decía que era una tontería y que siguiera durmiendo, pero no quería perder ningún minuto que pudiera estar con él antes de que se fuera. Igualmente se me ha encogido el estómago cuando ha guardado sus maletas en el maletero y me ha saludado antes de subir al coche. Que poco me ha gustado siempre el trabajo de mi padre.
Mi tata y yo, que es la que cuida de la casa desde que falleció mi madre, lo despedimos con un movimiento de mano imitando el suyo desde la puerta grande que da a la calle. Las dos estábamos con el batín, las zapatillas de estar por casa y con el pijama debajo, pero hay demasiada confianza ya entre nosotras para importarnos y a las seis de la mañana no había ningún alma por las calles que pudiera juzgarnos. Después, mi tata se fue a dormir, y yo intenté hacer lo mismo, pero el miedo por mi padre no me dejó conciliar el sueño tranquila.
Por eso, desde esa hora tan temprana y en la que ya no he podido pegar ojo, he intentado mantenerme ocupada mientras veía la tele o mis redes sociales, pero el empeño que puse en maquillarme y que no se notaran mis ojeras no valieron la pena.
-Menuda cara llevas.- me dice Alejandro sentado detrás del volante con un baso de café desechable en su mano mientras yo me introduzco en el coche. Ha vuelto a llegar tarde, pero ahora mismo no tengo ganas de discutir con él en ese sentido.
-La misma que la tuya.- y cierro la puerta sin siquiera decir buenos días, y aunque lo haya dicho casi sin mirarle puedo ver su rostro más pálido detrás de sus gafas de sol que tan bien le sientan, pero es un cretino y nunca lo diré en voz alta.
-Una mala noche.- y no sé si se refiere a la suya o a la mía, pero no me dice nada más mientras vuelve a poner el coche en movimiento, igualmente decido seguir hablando antes de que se le ocurra volver a poner la música tan alta como ayer.
-Ahora que mi padre no está deberías darme tu número de teléfono por si necesito que vengas a por mí. No quiero que mi padre se ocupe también de ser intermediario entre nosotros con todas las preocupaciones que tendrá allí.
-Vale, pero no me llames por las noches para que te lea un cuento antes de dormir niña.- me dice mientras rebusca en uno de sus bolsillos del pantalón sin apartar su vista de la carretera, y aunque sé que me lo dice en broma para hacerme rabiar consigue que entre en su juego y me moleste.
-Que manía tenéis todos con creer que aún soy una cría.- y le arrebato de muy malas maneras de su mano el teléfono que me tiende consiguiendo que el se ría.- ¿Cuál es el patrón?.- le pregunto en cuanto me encuentro con la pantalla de desbloqueo de su móvil.
-Es una M.- dice tan tranquilo, y me sorprende que no tenga ningún impedimento en decírmelo y en dejarme su móvil con total confianza en mí. O no tiene nada que esconder o es que le da absolutamente igual lo que yo pueda encontrar en él. Me decanto por lo segundo. ¿Y si le echara un vistazo a sus contactos? ¿Y sus conversaciones? ¿Qué me encontraría?. Un chico tan guapo como él tiene que tener una lista larga de mujeres en sus contactos. ¿Y que significará esa M?.
Igualmente decido solo introducir mi numero de teléfono para guardarlo como Idoia Baraja y después me hago una llamada perdida para grabármelo más adelante en el mío. Soy demasiado cotilla, pero no tengo tanta confianza con él. También me echa para atrás la posibilidad de encontrarme con fotos de mujeres ligeritas de ropa o desnudas, o de hombres, que no conozco de nada a Alejandro y perfectamente le pueden gustar las personas de su mismo sexo, pero tampoco quiero averiguarlo.
-¿Ya lo tienes?.- me pregunta cuando justo lo vuelvo a bloquear. Su fondo de pantalla también me ha sorprendido, creía que era más arrogante y que tendría una foto de él mismo mirando a algún punto que le habrían hecho como si no se estuviera enterando de nada, pero en cambio sale con un otro chico, más o menos de su edad y muy sonrientes mirando hacia la cámara. Los dos llevan el uniforme de policía que se tienen que poner en algunos eventos importantes, como sé que también hace mi padre, pero sus corbatas están medio desechas y no llevan la chaqueta oficial, como si ya hubiera acabado ese evento.
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Lo que calla un latido. (Completa)
Romance¡¡Portada realizada por eewriter!! Alejandro, un subinspector de una comisaría de Madrid, se deja llevar por los sentimientos en vez de la razón y experiencia en su trabajo, consiguiendo que algo imperdonable para sí mismo ocurra. Dada su irrespon...