Capítulo 15

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Alejandro

Tengo que agarrarme con fuerza al volante para no hacer un giro de ciento ochenta grados con él y volver a esa estúpida fiesta. Me hierve la sangre y le partiría la cara a puñetazos a Samuel sin pensármelo dos veces. Mientras conduzco no puedo parar de revivir ese miedo y esa ansiedad por no saber donde estaba la niña que ahora está sentada a mi lado mirando algo en su móvil, no puedo parar de ver una y otra vez en mi mente esa imagen de ella siendo forzada a hacer algo que no quería, y mi imaginación, que a veces es muy hija de puta conmigo, no para de regalarme suposiciones de lo que habría pasado si no hubiera llegado a tiempo. Lo habría matado después, eso seguro.

-¿Estás enfadado conmigo?.- me dice ella adentrándose en toda la rabia que aún consume mi cabeza con una vocecilla en la que puedo apreciar que arrastra un poco las palabras por el alcohol que lleva en sangre.

-No.- le digo tajante antes de que toda esa ira salga a borbotones por mi boca.

-¿Se lo vas a decir a mi padre?.- vuelve a preguntar, y cuando llego a un semáforo en rojo es cuando me permito volver a mirarla. Ella me observa con ojos suplicantes, medio entornados por la cogorza que lleva, pero también pudiendo apreciar lo frágil que es. Ella no quería que pasara eso, no tiene ninguna culpa, y no es momento de que me ponga como un bruto a decirle todas las cosas que ha hecho mal. Por eso, doy un suspiro sonoro para tranquilizar a mi cuerpo que aún sigue temblando por toda la rabia que tengo dentro y así contestarle.

-No.- y vuelvo a poner el coche en marcha una vez el semáforo se pone en verde.

-¿Y a dónde me llevas?.

-A tú casa.- y noto como se pone nerviosa de repente.

-No, no, no. A mi casa no. Se supone que me quedo a dormir a casa de una amiga y mi tata no puede verme en este estado.- me explica rápidamente.

-No haber bebido tanto.- le digo bastante seco, pero es que tengo que morderme la lengua mucho para no decir realmente todo lo que pienso.

-Por favor Alex...

-No me llames así.- le contesto abruptamente sintiendo como mi pulso se ha acelerado en un segundo al oír es diminutivo de mi nombre.

Idoia guarda silencio, y sé que lo hace mientras me observa por mi cambio tan repentino. Yo sigo mirando la carretera, intentando dar la sensación de que no me ha afectado nada que me llamara así, pero mis nervios se tienen que notar a kilómetros y eso no puedo evitarlo.

-Por favor Alejandro... No me lleves a mi casa.- y agradezco que no le haya dado más vueltas a mi cambio de humor.

-¿Y dónde quieres que te lleve si no? ¿A casa de una de tus amigas que aún siguen en la fiesta borrachas y que no se han preocupado por ti en ningún momento?.- y no puedo evitar preguntarlo con mala baba mientras me rechinan los dientes.

-Seguro que ahora ellas se estarán preguntando dónde me he metido.- dice muy segura.

-O a lo mejor están tranquilas porque creen que te has ido a follar con tu queridísimo Samuel. Que por cierto, déjame que te lo diga, pero no se te veía muy contenta cuando te estaba tocando.- y ahora sí que permito que se note toda mi rabia y todo mi asco en la voz.

Otra vez el silencio se hace presente, Idoia no contesta a mis últimas palabras, y cuando le echo un vistazo rápido, veo que se está mirando las manos que tiene sobre su regazo. ¿Con vergüenza? ¿Con arrepentimiento por lo que he evitado que pasara?. No lo sé, pero lo que si que tengo claro es que ella no quería llegar a más con Samuel y que posiblemente estaba presionada para hacerlo por la insistencia de sus amigas, pero claro, eso son suposiciones mías porque por más que le pregunte, por más que limpie mi maldito coche y por más que intente ser más cercano, nunca le he podido sonsacar nada de lo que piensa. Y eso me está matando de incertidumbre.

Lo que calla un latido. (Completa)Where stories live. Discover now