KiBum tiene exactamente una semana trabajando en la clínica de su padre, y ya está casi al borde de tirar la toalla.
Ser psicólogo es difícil, muy difícil.
Ama su profesión, la considera de las carreras más nobles del planeta, pero el desgaste emocional es bastante grande.
Bien le advirtió el Dra. Jung en el momento en que lo recibió en su primer día: “Cuando estés al borde de saltar de un puente, sabrás lo dura que es esta profesión.”
Y en efecto, sólo ha pasado una semana y quiere correr a pedir vacaciones.
Uff...
Si su padre fuera un poquito menos profesional... quizá le dejaría saltarse un par de horas de trabajo. Pero no, el Dr. Kim es el mejor de Seúl por precisamente, poner en primer lugar a su vida laboral.
Y es extraño. KiBum hace poco se enteró que fue engendrado en la oficina de su padre, en una de sus guardias nocturnas.
Fue un asqueroso a decir verdad. Ya ni siquiera se siente cómodo pisando esa oficina.
Pero bueno, ese tema es mejor no tocarlo más.
Ahora, su cerebro le está casi rogando por una tasa de café.
¡Un cappuccino! ¡O un americano!
¡O un latte con miel como lo toma su novio!
Oh...
Su novio...
Ese que lleva dos días sin responderle los mensajes y no sabe por qué.
Quizá esa es otra de las razones por las que no está tranquilo tampoco. Porque siempre que necesita le habla y JongHyun logra tranquilizarlo, pero ahora no le responde.
Sabe que ha terminado su maestría hace poco, además que ha estado trabajando como profesor de matemáticas en un jardín de niños, pero... esto no quita que KiBum lo extrañe.
Todos sus colegas están de novios, o ya se han casado, mientras que él... trata de mantener una relación a distancia desde hace tres años.
Y es horrible.
Sus amigos le dicen siempre que debería buscarse un amante, sin embargo... eso le rompe corazón porque ama demasiado a JongHyun.
Él no merece eso, por más que hayan equivocaciones de su parte.
Incluso el ingrato de TaeMin, que ahora trabaja en la misma clínica, es el que lo regaña cuando empieza a deprimirse.
Le repite que JongHyun no es de su agrado, pero que al margen sigue siendo un gran hombre. Y que por nada del mundo merece que lo engañe, ni con la mente vaya.
KiBum no va a hacerlo. No es un hijo de puta como para ponerle cachos.
Sin embargo, se siente triste y solo. Lo peor, es que mañana es su cumpleaños y no tiene a JongHyun para abrazarlo.
No tiene un beso, ni una caricia.
No tiene un te amo ni un...
— Dr. Kim.
Hay un llamado que lo hace despertar. Y se siente patético, porque al parecer su asistente le ha visto dando vueltas en su silla giratoria sin reaccionar.
Que vergüenza.
— Perdóname, Woohyun - se disculpa levantándose del escritorio - Estoy un poco cansado y me distraje demasiado.
— Oh, no se preocupe - su asistente le da una sonrisa tranquilizadora - Yo venía para avisarle que tiene un último paciente.
— ¿Último paciente? ¿A esta hora?
— Su padre dio la autorización para que lo dejaran pasar - dijo Woohyun, extendiendo una tarjeta hacia KiBum - Mi turno ya terminó así que nos vemos mañana. Que tenga muy buena noche.
KiBum desdobla la tarjeta. Hay un pequeño dibujo de una roca, un dinosaurio y un gatito.
“Mi suerte aún no se ha agotado, porque tendré el placer de besarte otra vez.”
El corazón del rubio retumba.
Esto es...
— Buenas noches, Dr. Kim. Creo que yo soy su último paciente.
KiBum alza la vista. Hay un ingrato de cabello castaño claro de pie en la puerta de su oficina.
Este ingrato que ama con todo su corazón y que ha extrañado tanto.
— ¡Jjongie!
Los gritos de KiBum se mezclan con sollozos cuando se cuelga de su novio como un koala.
JongHyun lo sostiene, acariciando la cabeza rubia y sintiendo ese aroma a fresas que tanto ha echado de menos.
Ambos saben, al sentir sus corazones, que sin importar el tiempo que pase, sus sentimientos jamás cambiarán.
Porque JongHyun ahora lo entiende, KiBum tiene el corazón rosa, y ha logrado colorear el suyo con su inocencia y amor.
Él, es quien lo rescató.
Fin
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Sólo vendré a decir gracias por su apoyo.
Ya estoy decidiendo qué fic subiré primero así que atentxs 💜
