KiBum despierta en plena madrugada gracias a unos gritos. Se sienta en la cama y soba sus ojos mientras enciende la lámpara en la mesita de noche.
Hay ruido afuera, en la calle.
¿Qué sucede?
Se levanta, intentando no despertar a JongHyun, y cuando llega a la ventana se encuentra con unas monstruosas llamas de fuego que vienen de la casa de enfrente.
Grita, sin pensarlo demasiado. Porque esa casa es la de JongHyun.
— Bummie... - murmura, removiendose en las sábanas. KiBum empieza a llorar y temblar - Bummie ¿qué sucede, por qué estas...
Todo sucede rápido, demasiado rápido.
JongHyun nota las enormes llamas de fuego junto con el humo y sale corriendo. No le importa estar descalzo, ni que el peligro es muy alto.
KiBum va tras él, llamando a sus padres entre gritos.
Parece que ya no sirve de nada porque la casa de JongHyun empieza a desvanecerse como una torre de naipes.
Es el padre de KiBum que sostiene al castaño antes de que corra al estruendo de fuego. Aguanta los golpes que éste le da, las pataletas, los gritos, el llanto desconsolado.
La escena es como una película de terror. Sólo que ésta es real, demasiado real.
Los bomberos llegan, intentan apagar el incendio, pero las llamas son feroces y ni siquiera pueden entrar a buscar a los padres de JongHyun ni a su hermana.
No parece tener fin nunca.
KiBum se suelta de su omma para ir con Jjong, con su mejor amigo que está presenciando la despedida más cruel posible.
Lo abraza, sollozan juntos. No saben qué hacer para que todo acabe.
Los minutos se vuelven horas, y el sol aparece reflejando la mañana.
Aunque desgraciadamente, las buenas noticias parecen que no llegarán jamás. Un bombero se les acerca, aún tienen algo de esperanza en sus corazones...
Pero entonces...
— Lo siento mucho.
Susurra.
Y el mundo simplemente pierde el color.
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