O8.

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Los días pasaban como hojas en fuego, Rusia se hacía cada vez más cercano a México. Le caía muy bien, es divertido y amable.

Aunque aún sigue un tanto confundido por el acto de la primera vez que se vieron; ¿porque lo habrá tocado de esa manera?. En fin, lo pasado pasado.

Junto a eso, el cumpleaños de Rusia había llegado, una pequeña fiesta se encontraba en la sala con solo la gente que él consideraba amigos.

Algo emocionante.

Pero..

Rusia no lo demostraba del todo.

Estaba contento por cumplir un año más de vida junto a sus seres queridos. Pero también.. sería un año más sin su querido.

Prometió no recordarlo ya, pero, no puede, es imposible.

Miró la gran ventana, observando los truenos y las gotas que hechaba la tormenta. Dirigió su mirada hacia los demás quien se encontraban divirtiéndose, y en especial su hermana.

Ella era la más emocionada de que su hermano tuviera un año más en su vida.
Le causaba algo de gracia.

— Rusia, ¿porque no estás con los demás?. —

Se acercaba el mexicano, posándose a su lado, recibiendo la mirada del ruso, quien botó un pequeño suspiro.

— Quería un poco de.. soledad. Solamente eso. —

— Entiendo, pero, vamos ve a festejar, eres tu el cumpleañero. —

— Lo se, pero estoy cansado. —

— Hmm.. —

Lo observó de pies a cabeza, para después voltear levemente y final, dirigir nuevamente su mirada hacia este.

— Se que te puede quitar el cansancio. —

Tomo rápidamente la mano de el ruso, para jalarlo y llevarlo hacia la cocina. El de ushanka solo soltó una risilla entre dientes ante la acción de México, aunque también estaba curioso y confuso.

Al entrar, y ver que ya estaban alejados de los demás. México lo observó a los ojos.

— México, ¿a que venimos aqui?- ¿México?.. —

Paró sus palabras, al sentir las manos de el mexicano deslizarse desde su pecho hasta terminar su camino a su cuello, abrazando este.

— Rusia.. — bajo unos segundos su mirada, para después levantarla, notandose un pequeño sonrojo en sus mejillas — .. me gustas. —

Rusia no pudo decir ninguna sola palabra, gracias a que fueron bloqueadas por la boca de el de águila, quien lo besaba de una manera intensa y profunda.

Un momento tan lindo para México.

Pero para Rusia.. no era así.

Rusia lo empujó haciendo que se separaban de manera repentina y brusca.

— México, lo siento. Tú a mí no.. yo amo a alguien más. —

— Pero- ¿¡cómo es posible que no me ames!?, ¿¡acaso no soy alguien atractivo para ti!?. —

Se escuchaba ofendido y un poco molesto.

— Eres muy lindo, pero sencillamente no me gustas, no me llamas la atención.. ni me llamarás.

El ruso se dió cuenta de que el mexicano, ya estaba en llanto.

— Perdóname, México. No era mi intención lastimarte, pero yo solo te veo como un gran amigo. Prefiero decirte la verdad que-. —

Sus palabras fueron calladas, al recibir una fuerte cachetada por el contrario, quien lo miraba con una combinación entre molestia y tristeza.

— ¡Te arrepentirás de haberme rechazado!, ¡nadie me ha rechazado, nadie!.. —

— Yo si. Jamás me arrepiento de mis actos, mucho menos de este. —

— ¡Eres un idiota!. —

Bielorrusia entró junto con China al escuchar los gritos.

— ¿Que sucede aquí?, se escuchan los gritos hasta afuera. —

México los observó aún con lágrimas en los ojos.

— Nada, nada. Yo ya me voy, no se para que chingaos vine.. —

Limpio rápidamente sus ojos, acercándose a la puerta, empujando a los dos quienes bloqueaban el paso.

Bielorrusia lo miro por unos segundos, para después acercarse a su hermano.

— Rusia, ¿que pasó?, ¿porque México está molesto y llorando?. —

— No tengo ganas de hablar, voy a dormir..

— Pero, ¿y tu fiesta?.

— Díganle a todos que se vayan, ¿de qué sirve si no estoy yo?. —

Salió rápidamente de la cocina, dejando más que confundidos a los dos países, quienes observaban como se iba hacia el piso de arriba, para después meterse a su cuarto.

(...)

Que cumpleaños más mierda.

Pensaba el ruso.

Miraba el techo, observando las figuras pintadas en este, escuchaba los truenos y las gotas de la lluvia pegando su gran ventana, cerró unos instantes sus ojos, en busca de por fin descansar un poco.

Necesitaba descansar.

Había tenido un momento algo raro y incómodo para él.

Miró su reloj, y pudo notar que apenas iban a dar las dos de la mañana. Tenía hambre.

Se levantó rápidamente de su cama, para ponerse sus pantuflas y salir de su cuarto para ir hacia la cocina y buscar algo de comer.

Iba a paso lento hacia el sitio nombrado hasta que de repente..

El teléfono sonó.

Detuvo su paso para mirar lentamente el teléfono, quien solo hacia ese sonido típico de que alguien estaba marcando.

¿Quién estaría llamando a esta hora?.

Pensó que talvez puede hacer un bromista.

Dió otros pasos, pero se detuvo nuevamente.

¿Y si era algo grave u importante?.

Lo estaba pensando, pero el sonido del teléfono era más su tentación.

La curiosidad lo acercó hacia este, tomando el teléfono posandolo en su inexistente oído.

— ¿Bueno?.. —

— ¡Oh, hola joven!.. disculpé.. ¿este es el número de la casa de Rusia?..

— Si. Está hablando con el, ¿que se le ofrece?. —

Silencio, hubo un silencio desde la otra línea. Pudo escuchar pequeños solloceos, dejando más confuso al ruso. No reconocía para nada la voz, era extraña para el.

— ¿Rusia?.. ¡Rusia!.. ¿¡eres tú!?.

— Disculpe, ¿quien es?. —

— Rusia.. soy yo.. Alemania.

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora