— Polonia ahora vive con nosotros — decía la de cabello rizado, acomodándose en el borde de su suave cama.
— ¿Cómo?, ¿Polonia aquí? — la sorpresa junto con la intriga se mezclaron en el tono de voz y expresión facial del asiático, quien se encontraba de cuclillas, quitándole a la menor aquellos zapatos — ¿Pero porque? —
Después de dar de alta al polaco, prepararon sus cosas para regresar de inmediato a su hogar, ya no tenían nada que hacer ahí.
— No lo sé, solamente me dijeron que venía con nosotros — respondió —, pero no me afecta; es un buen chico, muy amable y tierno, nos llevamos bien durante el viaje y así — finalizó con una dulce sonrisa, amarrando su cabello en una cola de caballo.
— Me alegro — dijo, quitándole aquellas calcetas lisas, dejando a la vista los pies aterciopelados de la femenina, junto unas sobras de pintura rosa en las uñas —, pero ya es hora de dormir, así que, a la cama —
— ¡Pero no tengo sueño, es muy temprano, apenas van a dar las nueve! — quejó, dando un par de saltitos en forma de puchero.
— Pero tuvieron un viaje largo y cansado — dijo.
— ¡No quiero! — se cruzó de brazos aún haciendo ese berrinche.
— Duermes o.. — pausó, acercando sus labios a los finos dedos de los pies de la rubia, besando con suavidad, surcando una sonrisa pícara — .. te hago dormir —
El rostro de la bielorrusa rápidamente ardía de un rojo fuerte, había entendido perfectamente ante tales palabras.
No era tan ingenua de lo que aparentaba.
— Bueno.. — dijo, levantando lentamente su mirada para fijarse en los ojos chocolate de su novio — .. hazme dormir —
Rápidamente el ambiente se volvió candente al unirse en un beso profundo pero sutil, sintiendo el peso del chino en su delicada figura. Sintió como una mano traviesa se metía en aquella camisa que le quedaba grande a la menor, desabrochando los botones, uno por uno, casi llegando a esos últimos botones que dejaban al desnudo la no tan delgada pero formada anatomía de la contraria. Pero no eran las únicas manos juguetonas ahí, también las de la colores llamativos desabrochaba aquel pantalón negro ajustado del mayor.
De un momento rápido e inesperado, las manos venosas y fuertes del chino sujetaron las muñecas de su pareja, quien se encontraba totalmente sumisa. Amaba verla así.
Que al poco tiempo, era empotrada por el “intruso” de su novio. Con cuidado y lentitud fue introduciendo poco a poco, notando la expresión de dolor en su bebé. Se sentía duro y caliente eso que estaba entrando dentro de ella.
Incómodo y muy doloroso, sus paredes se abrían con dificultad, algo que la hacía retorcer y soltar varias lágrimas. China jamás pensó que fuera su interior tan apretado, pero vaya la humedad y la suavidad, era la mejor que podía haber sentido antes. Unieron sus bocas firmando un beso.
Comenzaron los movimientos de cadera, los choques de cuerpo se hacían escuchar en la habitación. Bielorrusia intentaba no soltar esos sonidos obscenos, aunque uno que otro salía entre dientes. Sus discretos llantos eran una mezcla del sufrimiento y la satisfacción.
La bielorrusa estaba apunto de llegar al orgasmo, era demasiado fácil de complacer, de eso no había duda. Apenas entraba al mundo del sexo, China ya era un total experto por lo mismo de sus experiencias pasadas. Encontró ese punto débil que volvió de inmediato loca a la contraria, quien no aguanto ni un segundo más y soltaba gemidos con toda la fuerza de su voz, pero no pudo dar más, al ser silenciada por la mano del otro.
Minutos pasaban, hasta que el adulto logró venirse dentro de su niña, quien tan solo puso los ojos en blanco junto un grito ahogado al aún tener la boca bloqueada, sintió ese líquido cálido extraño.
— Señorita Bielo, lamento molestarla pero quiero hacerle una pregunta- ¡OH DIOS MÍO! — vociferó el polaco, captando la atención de la pareja, quienes de inmediato se hicieron a un lado del otro, acomodando su ropa, parecían morirse de la vergüenza.
El polaco no vio nada más, gracias a que volteó apenas que observo la escenita, se mantenía igual de avergonzado, pero no tanto como los otros dos contrarios, quienes parecían hervir.
— ¿S- Seré ofrece algo, j- joven? — pregunto la menor con esfuerzos, no podía ni hablar ante el cansancio.
— N- Nada, mejor mañana le pregunto, buenas noches — balbuceo un poco, saliendo de la habitación con rapidez, escuchándose la puerta cerrar.
Los otros quedaron en un profundo e incómodo silencio, escuchándose los jadeos, absorbiendo aire, tan solo se miraban entre sí y segundos después miraban a cierto punto de la habitación, siendo aún carcomidos por la pena. Hasta que rompieron ese silencio.
— ¿Crees que se lo diga a Rusia? — hablo por fin la bielorrusa.
— No lo creo, ¿o sí? — la desconfianza en el chino se hizo presente su tono de voz.
Ambos suspiraron al mismo tiempo. Estaban más rojos que un tomate, en especial el chino, que apesar de ser rojizo, el rojo de sus mejillas sobresaltaba.
Temían a que el polaco los desenmascarara ante el hermano de la susodicha y se armará tremendo lío.
Por ahora, Bielorrusia rápidamente se acomodó en su cama, sintiendo como los labios de el asiático besaba su frente, dándole «buenas noches», saliéndose de aquella habitación.
(...)
— Joven Polonia, ¿podría hablar con usted? — la dulce voz de Bielorrusia hizo su presencia en la entrada de la habitación del nombrado, de la cual de encontraba abierta pero aún así prefería esperar.
Daban las ocho de la mañana, y el polaco ya estaba despierto. No es de dormir demasiado, gracias a las pesadillas que seguidamente tiene o por el insomnio que llega a conseguir. Olvidó sus pastillas para dormir y eso era una total desventaja.
— ¡Adelante!, no debe de porqué preguntar — sonrió, desempacando sus maletas, mirándola de reojo.
La menor paso rápidamente para poder sentarse a lado suyo, suspirando.
— Mire joven, lamento mucho lo que vió ayer en mi habitación, sé que fue incómodo y así, pero por favor, se lo suplico, no le diga nada a mi hermano, porque me mata, mata a China y de paso, a Ale también — dijo, creando preocupación en su voz.
— Tranquila — dijo con su típica sonrisa —, no le diré nada a tu hermano, debía suponer que es una relación “prohibida” entre el Señor China y usted, ¿no? — al ver como la menor asentía con la cabeza, dándole la razón, prosiguió —, no está mal tener relaciones con tu pareja, pero usted misma lo vió, es peligroso, pude pasar cualquier a su habitación sin pedir permiso, tienes buena suerte de que fui yo el que entro y no tu hermano —
— Si, o sea, juro que si hubiera sido mi hermano y, dios, ahora todos estuvieran en nuestros funerales, llevando florecitas, cafecito y así — ambos rieron ante lo dicho por parte de la rubia.
— Yo no le diré nada, por mi parte tu secreto está bien guardado, pero tome mi consejo; tenga más discreción, Señorita Bielo — dijo el de cabello blanco, sintió como la de ojos aceitunados lo envolvía en un abrazo, del cual, no tardó en corresponder.
— Gracias y por favor, dime solamente Bielo, me es incómodo que me hablen con formalidad — río de manera ahogada.
— También para usted, dígame Polonia solamente. — dijo, separándose de aquel abrazo mostrándose las sonrisas de ambos.
— Pues, nuevamente mucho gusto Polonia, espero llevarnos bien y seamos.. ehm, ¿cómo se dice? ¡ah ya!, compas, seamos buenos compas — estiró su mano hacia éste.
— Igualmente, mucho gusto Bielo, lo mismo digo — dió un apretón junto un movimiento de arriba a abajo, causando nuevamente sus risas.
Que bien había iniciado el día.
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quise poner un poco de
xno de china y bieli, ¿xq
no? owo
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📌 En busca de MI PAZ. ©
Fanfiction❛ Tuve un sueño, en donde tenía todo lo que quería y en ese sueño, estabas tú ❜. Rusia, apesar de los años, jamás ha podido olvidar a Alemania, al igual que sus malos traumas. En busca de su paz, fue en busca de este y ser nuevamente aquellos niños...