44.

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— Ale, ¿podemos hablar? — pregunto la bielorrusa, recargada en el borde de la puerta de la cocina, observando como el alemán preparaba la cena.

Solamente estaban ellos dos en la casa, Rusia había ido por leche y el supermercado está un tanto lejos, así que daba tiempo para charlar de sus “cosillas”.

Dejo el cuchillo con el que cortaba las verduras, limpiando sus finas manos en el mandil que traía puesto para proteger sus prendas.

— Claro — respondió con una suave sonrisa.

Sintió como la menor tomaba su mano para ir hacia el comedor y sentarse en una de las sillas junto con el adulto.

— Ale, necesito que por favor no le cuentes para nada a Rusia sobre lo que te voy a decir, mataría a China, a mí y de paso, a tí por cómplice — dijo mordiendo su labio inferior, causando la mirada de confusión en el alemán — China me pidió ser su novia y yo acepté —

Alemania quedó un tanto aturdido al escuchar aquello, pero momentos después mostró su típica sonrisa.

— ¡Enhorabuena! me alegro demasiado que por fin te lo haya dicho — felicito con notable alegría.

— Pero.. no es sólo eso — pausó, para bajar su mirada hacia sus pies descalzos, comenzando a jugar con las mangas de su suéter, que le quedaban grandes, dando un suspiro — , tuve mi primera vez con él —

Un silencio se formó en el ambiente al finalizar sus palabras, ahora sí Alemania se quedó totalmente aturdido al escuchar aquello.

— ¿Hiciste el amor con China? — la menor asistió con la cabeza sin subir su mirada, notando se en sus pómulos un rubor que casi la comía viva, junto unas pequeñas lágrimas en sus ojitos ante la vergüenza que sentía en esos momentos — Bielo tranquila, calmada, dime ¿te dolió? ¿fue incómodo? ¿te gustó?  — preguntaba con notable preocupación en su tono de voz, mientras tomaba las manos ocultas por esas mangas largas.

— No, n- no me dolió — hipo — fue muy lindo el momento, me gustó demasiado — decía mientras limpiaba con una de sus manos las lágrimas que escurrían en sus mejillas — d- de hecho, no llegamos a lo que me enseñaron en la escuela cuando haces eso, a la penet.. penetra.. hmm — decía tratando de recordar esa palabra.

— ¿Penetración? — pregunto, tratando de corregir.

— Si, si eso — dijo mirando los ojos otoñales del alemán — solamente fueron roces, tocamientos y frotes, nada más —

Alemania suspiró un poco más aliviado.

— Pero aún así ocuparon protección, ¿no? — pregunto con notable duda.

— Hmm.. no — frunció sus labios, aún con ese rubor exagerado en sus pómulos.

— Nena aunque ustedes no lleguen a la penetración, no significa que no puedes traer algo, la semilla del hombre aún así queda en tu intimidad, pequeña — dijo acomodando sus lentes — puedes contraer una enfermedad, un embarazo.. —

— ¿E- Embarazo?.. — interrumpió la menor — pero fue mi primera vez, varias de mis compañeras lo han hecho y no han quedado embarazadas —

— No todos los organismos son iguales — dijo — pero tranquila, es poco probable que suceda eso, aún así, tienes que revisarte después ¿ok? — al ver como la menor asistía con la cabeza, le dió un abrazo, que no tardó en corresponder.

Ahora se encontraba temerosa, preocupada, nerviosa ante lo dicho. Pero ya no debe de sentirse de ese modo, por ahora.

Lo hecho, hecho esta.

(...)

Después de la cena, todos se fueron a sus respectivas habitaciones para poder dormir, pero Alemania no conciliaba el sueño, así que decidió tomarse un buen baño para poder relajarse.

Las gotas resbalaban por toda su anatomía, refrescando su tersa piel y sus cabello azabache.

Seguía en lo suyo, tallando con aquel jabón todo su cuerpo, cerraba sus ojos para que el jabón no entrará en estos, con el agua cayendo de la regadera, lavo su rostro para seguidamente observar en el vidrio empañado por la temperatura del agua, desvío por unos momentos su mirada para volvió a observar al escuchar un ruido provenido de afuera.

— ¡AH! — dió un pequeño grito, al notar una mano pegada al vidrio, pero su susto se fue al ver como lentamente se notaba a Rusia, haciéndolo suspirar — ¡Rusia! — se quejó.

— ¿Te asusté, mi amor? — dijo desde fuera, dando unas risillas.

— ¡Claro que sí! ¡Mierda, sentí que mi corazón explotaría en ese momento! ¡No vuelvas a hacer eso! — regaño, dando vueltas a una de las llaves para cerrar el conducto de la regadera y poder salir para secarse.

— Que aguafiestas eres — contesto burlón ante las quejas de su novio, sintió como abrazaba su cintura desde atrás.

— ¡Cállate y no me toques! — seguía secándose para tomar la pijama que había escogido para ponérsela encima y salir del baño.

— Ya bebé.. — rogó.

Alemania hacia caso omiso, acomodándose en la cama, entre las sábanas para darle la espalda al ruso.

— Si no me haces caso, juro no ser gentil. — susurro cerca del oído de su pareja, a quien hizo estremecer.

— ¡Oye! — sus pómulos se pusieron de un rojo cereza — ¡Eres un pervertido, agh! —

— Un pervertido que te encanta — dijo entre risas, dándole seguidamente un beso en los labios a su novio, blanqueando los ojos el contrario para corresponder.

Ahora sólo esperaba a mañana para poder resolver su principal problema para ser más felices de lo que son:

Polonia.

📌 En busca de MI PAZ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora